El documental 'Gimme the Power' recorre la historia
reciente de México con el grupo de rock
Como un niño que aprende a decir palabrotas, la banda sonora de los jóvenes
de los 90 en México estalló al ritmo de Puto, matarile al
maricón o Chinga tu madre.
Palabras antes impronunciables y desde entonces dirigidas a todos y contra
todos. Ni el PRI, el PAN, el PRD, Televisa o los gringos se salvaron de
la quema verbal con la que el grupo Molotov incendió a la juventud mexicana.
Habían pasado los años de la censura al rock y la banda de melenudos puso letra
y música a la rabia. Hoy, 15 años después, el director de cine Olallo Rubio ha
estrenado el documental Gimme the Power,
una lectura en clave política y social de la explosión de aquel cóctel musical.
“Su apuesta musical me llamaba la atención, pero lo que más me gustaba era
que dijeran las cosas y el uso del lenguaje que hacían”, dice el periodista Javier Solórzano, que participa en la
película. El caso es que uno entra al cine pensando que va a ver un documental
sobre un grupo de rock y sale con casi dos horas de clase de historia crítica
mexicana. El 1 de junio, justo a un mes de las elecciones
presidenciales, se estrenó la película a la que da título una
canción de Molotov que se convirtió en el himno de una generación y recorrió el
mundo al grito de “El pueblo único jamás será vencido”. “La gente se imagina un
documental inocente y se topa con una cosa más compleja y profunda”, explica el
director.
La historia del grupo Molotov,
que nació en 1996, sirve de vehículo para explicar el contexto político y los
antecedentes de su época. Los 70 años del PRI en el poder, el asesinato del
candidato priista Luis Donaldo Colosio en 1994, el levantamiento zapatista o
los sexenios de los expresidentes Carlos Salinas
de Gortari o Ernesto Zedillo.
“Molotov es un buen gancho para que las nuevas generaciones se enganchen a
la historia de México. Aquí apenas se habla de episodios oscuros, solo están
los documentales oficialistas que son propaganda del Estado”, dice Rubio. La
película está funcionando como un cebo rápido para los jóvenes y como un
atrayente sutil para los adultos. Las buenas críticas animan a entrar en el
cine a aquellos que nunca se imaginaron pagando por un documental de la banda
que popularizó la canción Puto.
Unas 100.000 personas habían visto la película tras solo una semana en
cartelera.
El resultado tiene mil lecturas. Mientras para el miembro de Molotov, Paco
Ayala, es una película sobre la libertad de expresión, para Rubio su documental
habla del “autoritarismo”. Alguien también podría decir que es una película
sobre música y cualquiera podría quedarse con que es un documental político. La
trama viaja por los años de prohibición del rock en México, impuestos tras el festival de Avándaro de 1971,
que logró reunir a 250.000 personas. Fueron 15 años de clandestinidad que
acabaron con muchos de los grupos que habían surgido con fuerza en los 60.
Hasta que nace Molotov no vuelve el rock como un movimiento contestario. Para
muchos fue una revolución, para el propio Ayala se trató de algo más simple:
“Vas creciendo, te vas encabronando y te quejas haciendo temas”.
Algo así busca el director con la cinta: “El mensaje es
tú protesta desde la trinchera que puedas”. Un consejo que, para “sorpresa” de
Rubio, pareció haber cuajado incluso antes del estreno de la película con el nacimiento del
movimiento juvenil #YoSoy132. Lo que no es casualidad es que Gimme
the Power haya llegado al cine en plena campaña electoral. Y no es un caso
único. La película comparte taquilla con Colosio,
una cinta que siembra dudas sobre la versión oficial que resolvió que el
asesinato del candidato priista en 1994 fue obra de un autor solitario. Aunque
Rubio marca distancias: “Colosio
habla únicamente del PRI y nosotros también hablamos del PAN y de López
Obrador”, las salas de cine también juegan su papel en el último tramo de
campaña.
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