Por: Marta Castro | 22 de enero de
2013
La paridad entre sexos si solo es de boquilla, no da resultados. Un
estudio, presentado en el encuentro anual de la Sociedad de Personalidad y
Psicología Social en Nueva Orleans, asegura que los estereotipos de
género arraigan desde la infancia y pueden ser determinantes a la hora de no
elegir, por ejemplo, una carrera de ciencias o una ingeniería. Es decir, una
educación no igualitaria lastra las aspiraciones sociales y laborales de las
niñas.
Lo más curioso de esta investigación es que afirma que el factor más
determinante para el comportamiento de las niñas no es el ejemplo que ofrece su
madre, sino su padre. Las hijas de padres igualitarios son más propensas a
tener intereses más amplios, comenzando desde el juego, sin encerrarse en los
tópicos de las muñecas y el color rosa. La explicación, según las psicólogas es
que el padre proyecta con su conducta el tipo de mujer que se espera en que se
convierta. Si el padre potencia un comportamiento estereotipado femenino, es lo
que conseguirá.
Pero el estudio no se limita a escudarse en el complejo de Electra y sus
tentáculos para explicar esta mayor influencia del padre. Según las
investigadoras, el motivo principal es que los padres son vistos todavía como
el miembro con más estatus dentro del hogar.
"Cuando se trata de aprender los roles de género las actitudes
implícitas hablan más que las palabras", explica Toni Schmader, una de las
autoras del informe y profesora de la Universidad de Columbia. "Los padres
están orgullosos de enseñar a sus hijos que ellos pueden ser lo que quieran.
Sin embargo, el comportamiento de los padres y la propia cultura siguen
reforzando los roles de género más tradicionales femeninos".
El estudio repartió cuestionarios a 196 niños y 167 niñas de primaria y al
menos uno de sus padres. Las preguntas se centraban en los estereotipos de
género y la división del trabajo doméstico. Los resultados, los esperados, los
de siempre. Las mujeres, incluso las que trabajan fuera del hogar, tienen más
tareas domésticas y además están más predispuestas a sacrificar su carrera
laboral por las obligaciones familiares.
La investigación afirma que el lenguaje que usamos para hablar de las
tareas del hogar es inconscientemente más atractivo para las mujeres, pero no
tiene el mismo efecto en los hombres. Para las investigadoras eso hace que las
elecciones de las mujeres no sean tan libres como se creen.
Por último, el estudio afirma que esa cadena inconsciente es la que ata a
las mujeres las manos a la hora de elegir carreras científicas y tecnológicas.
Las investigadoras han comprobado que la amplitud de los intereses es uno de
los condicionantes de esta elección. Si sólo juegas con muñecas, nunca te
llegarán a interesar la mecánica de fluidos, cuentan. Ya en la adolescencia se
nota esa tendencia, con menos implicación en materias como matemáticas o
informática.
La última conclusión del estudio tampoco es novedosa. Por
muy ambiciosas y prometedoras que sean sus carreras profesionales las mujeres
están más dispuestas a dejarlas, a aceptar trabajos con menos horas y menos
prestigio, para atender a su familia.
Ningún comentario:
Publicar un comentario