HELENA CELDRÁN. 28.12.2012 - 20minutos.es
'La ramera de Babilonia', William Blake, 1809 |
La consideración de la mujer como moralmente inferior, tendente al pecado y
a la seducción, era compartida por la fe católica y la protestante en la edad
moderna, cuando las acusaciones por brujería, los juicios y las ejecuciones
(que ya habían sido populares en la edad media) tuvieron un importante repunte
en Europa.
Fotogalería: 'Brujas y cuerpos malignos'
Decenas de miles de mujeres y niños murieron quemados en la hoguera tras
ser juzgados en una sociedad donde el poder judicial y el religioso no estaban
separados y no hacía falta más que una sospecha para poner en duda la
inclinación del distinto hacia el mal.
La Galería Nacional Escocesa de Arte Moderno, en
Edimburgo, se adentra en la oscuridad de la brujería con el anuncio de
su exposición más importante del 2013: Witches and
Wicked Bodies (Brujas y cuerpos malignos), un extenso
compendio de testimonios que ilustran la histórica fascinación del arte
occidental por la brujería desde el siglo XVI hasta ahora.
Procesos y muertes
Prevista para el 27 de julio, la gran muestra reunirá obras de los últimos
500 años, con sorprendentes ejemplos de maestros como Alberto
Durero, Lucas Cranach, Francisco
de Goya, John William Waterhouse y William
Blake. La selección incluirá también interpretaciones recientes del
siglo XX y la actualidad con trabajos de Paula
Rego, Kiki Smith y Edward
Burra.
En el recorrido por los diferentes aspectos de la brujería en el arte, son
destacables los grabados y dibujos de los siglos XVI y XVII que
documentan los procesos y las muertes. El nacimiento y la popularización de la
imprenta dio a los artistas de diferentes países un medio para compartir ideas,
mitos y miedos sobre las brujas. La exposición incluye grabados de Durero y de Hans
Baldung Grien y de autores algo posteriores como Bruegel y Gheyn.
Ancianas y mujeres hermosas
Cuadros oscuros de misas negras, ejemplos del desarrollo de la imagen
actual de la anciana volando en una escoba... La muestra contrapone la sórdida
fealdad de las brujas, que ilustró Goya en varias ocasiones, con visiones de
mujeres hermosas involucradas en actos demoniacos como las que
imaginaron Frans Francken El Joven en El Sabbath de
las brujas (1606) y el prerrafaelita John William Waterhouse en El círculo
mágico (1886).
Las tres brujas de Macbeth,
la obra de Shakespeare, están representadas en varias ocasiones en trabajos de
autores como John Martin, John Raphael Smith y John
Runciman. Los ejemplos sirven de nuevo para resaltar los aspectos
más extremos de la representación de las brujas en el arte.
El conjunto de imágenes desagradables y tenebrosas
revelan las frecuentes actitudes negativas hacia la mujer, obligada a seguir
unos rígidos patrones de conducta que eludieran cualquier sospecha de ser afín
al demonio. Incluso las imperfecciones, las discapacidades físicas y la
avanzada edad las podían relacionar con poderes oscuros y dañinos para el resto
de la sociedad.
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