Los intereseses franceses en el Sahel se concentran en
territorio nigerino, cuarto productor mundial de uranio
China aumenta su presencia en el país
Francia “no tiene ningún interés en Malí”. El presidente François Hollande
lo ha repetido hasta la saciedad desde hace un mes. Malí carece prácticamente
de cualquier atractivo económico a ojos de Francia. Su principal riqueza es el
oro, que representa el 70% de sus exportaciones. Está repartido en ocho minas
que explotan empresas de Sudáfrica, Australia y Canadá en las que el Estado
maliense posee una participación del 20%.
Pero París sí tiene grandes intereses mineros en el vecino Níger, que en más de una
ocasión ha sufrido los coletazos de la inestabilidad en Malí. Para proteger las
minas de uranio
de Arlit, donde hace ya 29 meses fueron secuestrados por Al Qaeda
cinco técnicos franceses, París envió a finales de enero a un puñado de
soldados de sus fuerzas especiales, según reveló el semanario Le Point,
una información confirmada este lunes por el Gobierno de Níger. Su objetivo es
impedir un asalto como el que los terroristas a las órdenes de Mojtar Belmojtar
dieron, en enero, a la planta gasística
de In Amenas, en el sureste de Argelia.
El propio Níger ha desplegado 5.000 hombres de su exiguo Ejército para
intentar evitar que, a través de sus 840 kilómetros de frontera común con Malí,
se infiltren los terroristas para quedarse allí o huir al sur de Libia. “Pero
es un Ejército que carece de medios aéreos y electrónicos para vigilar
eficazmente esa frontera”, comenta un diplomático europeo en Niamey.
La inseguridad impide, por ejemplo, a los policías de la misión de la UE
(Eucap Sahel), que entrenan a las fuerzas de seguridad nigerinas, recorrer por
carretera los 850 kilómetros que separan Niamey de Agadez, la capital de los
tuaregs.
Aunque es uno de los países más pobres del planeta —ocupa el lugar 170º
entre los 192 de la lista elaborada por el Banco Mundial— Níger es el cuarto
productor de uranio. “Lamentablemente los intereses en materia de seguridad
energética no conllevan mejoras para el conjunto de las poblaciones locales,
que, en última instancia, son las legítimas titulares de los recursos
naturales”, señala Jesús García-Luengos, experto en recursos naturales y
cofundador del think tank Reset. Por algo grupos armados de la minoría
tuareg —cerca de un millón de personas de los 16,3 millones de nigerinos—
desarrollaron en el norte del país de 2007 a 2009, donde están casi todas las
minas, la llamada “guerra del uranio”.
El presidente nigerino, Mahamadou Issoufou, también se mostró quejoso el
domingo, en una entrevista con TV 5 y el diario Le Monde.
“Del sector del uranio se reciben apenas 100 millones de euros al año”, se
lamentó. “Eso representa apenas el 5% de nuestro presupuesto; no es admisible”.
De las minas nigerinas en funcionamiento se extrae el 8% de la producción
mundial de uranio, pero cuando la de Imouraren alcance su pleno rendimiento,
probablemente no antes del año 2020, ese porcentaje aumentará. Imouraren será
el segundo yacimiento más importante del mundo, en el que se producirán unas
5.000 toneladas anuales.
Níger se colocará así dentro de siete años en el segundo puesto de la
clasificación mundial. Hoy en día el uranio representa el 60% de las
exportaciones de este Estado africano.
Francia, la antigua potencia colonial, es el país más nuclearizado del
mundo, con 58 centrales que producen el 78% de la electricidad —en España ese
porcentaje es solo del 22%—, pero solo un 17% del conjunto de la energía
consumida. “De ahí la enorme importancia para Francia del uranio nigerino en
términos de seguridad energética”, subraya García-Luengos.
“Francia importa todo el uranio que consume y más del 30% —algunos años
rondó el 40%— proviene de Níger”, prosigue García-Luengos. “De forma expresiva
se puede decir que una de cada tres bombillas funciona en Francia gracias al
uranio nigerino”, recalca este investigador, que es coordinador del área de
Recursos Naturales de la Universidad Autónoma de Madrid.
A través de su gigantesca multinacional Areva, de la que el Estado posee el
80%, Francia explota las dos principales minas de Níger. En la de Arlit posee
el 63%; en la de Akokan el 34%, y en la de Imouraren, que aún no ha arrancado,
el 56%. Ponerla en funcionamiento requiere una inversión de 1.200 millones de
euros. En Cominak, la empresa que tiene la concesión de Akokan, un 10% del
capital es español, de la Empresa Nacional del Uranio.
Ansiosos por acceder a las materias primas, los chinos empezaron a asomar
la cabeza en Níger desde 2007. Ese año la empresa China Nuclear International
Uranium Corporation (CNIUC) comenzó a explotar la mina de uranio de Azelik, la
más pequeña del país. El verano pasado CNIUC consiguió además una participación
del 10% en la futura mina de Imouraren. Pero donde China lleva la delantera es
en el petróleo. Desde hace año y medio China National Petroleum Corporation
explota el yacimiento de Agadem (20.000 barriles diarios) en asociación con el
Estado nigerino.
El presidente del país dejó caer en su entrevista del domingo que si Areva
no incrementaba sus transferencias, los chinos tendrían más oportunidades.
Por algo Pekín no puso ninguna pega para que el Consejo
de Seguridad de la ONU avalase una intervención en el norte de Malí para
desalojar a los terroristas que se apoderaron hace 11 meses de ese inmenso
territorio. “Después de Francia, China es la potencia más interesada por la
estabilidad de la franja del Sahel”, asegura el diplomático europeo acreditado
en Niamey. “Tiene la suerte de que París se encarga de defender sus intereses y
esa defensa no le cuesta un céntimo”.
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