luns, 18 de febreiro de 2013

Atacar Malí para salvar Níger


Los intereseses franceses en el Sahel se concentran en territorio nigerino, cuarto productor mundial de uranio
China aumenta su presencia en el país
Francia “no tiene ningún interés en Malí”. El presidente François Hollande lo ha repetido hasta la saciedad desde hace un mes. Malí carece prácticamente de cualquier atractivo económico a ojos de Francia. Su principal riqueza es el oro, que representa el 70% de sus exportaciones. Está repartido en ocho minas que explotan empresas de Sudáfrica, Australia y Canadá en las que el Estado maliense posee una participación del 20%.
Pero París sí tiene grandes intereses mineros en el vecino Níger, que en más de una ocasión ha sufrido los coletazos de la inestabilidad en Malí. Para proteger las minas de uranio de Arlit, donde hace ya 29 meses fueron secuestrados por Al Qaeda cinco técnicos franceses, París envió a finales de enero a un puñado de soldados de sus fuerzas especiales, según reveló el semanario Le Point, una información confirmada este lunes por el Gobierno de Níger. Su objetivo es impedir un asalto como el que los terroristas a las órdenes de Mojtar Belmojtar dieron, en enero, a la planta gasística de In Amenas, en el sureste de Argelia.
El propio Níger ha desplegado 5.000 hombres de su exiguo Ejército para intentar evitar que, a través de sus 840 kilómetros de frontera común con Malí, se infiltren los terroristas para quedarse allí o huir al sur de Libia. “Pero es un Ejército que carece de medios aéreos y electrónicos para vigilar eficazmente esa frontera”, comenta un diplomático europeo en Niamey.
La inseguridad impide, por ejemplo, a los policías de la misión de la UE (Eucap Sahel), que entrenan a las fuerzas de seguridad nigerinas, recorrer por carretera los 850 kilómetros que separan Niamey de Agadez, la capital de los tuaregs.
Aunque es uno de los países más pobres del planeta —ocupa el lugar 170º entre los 192 de la lista elaborada por el Banco Mundial— Níger es el cuarto productor de uranio. “Lamentablemente los intereses en materia de seguridad energética no conllevan mejoras para el conjunto de las poblaciones locales, que, en última instancia, son las legítimas titulares de los recursos naturales”, señala Jesús García-Luengos, experto en recursos naturales y cofundador del think tank Reset. Por algo grupos armados de la minoría tuareg —cerca de un millón de personas de los 16,3 millones de nigerinos— desarrollaron en el norte del país de 2007 a 2009, donde están casi todas las minas, la llamada “guerra del uranio”.
El presidente nigerino, Mahamadou Issoufou, también se mostró quejoso el domingo, en una entrevista con TV 5 y el diario Le Monde. “Del sector del uranio se reciben apenas 100 millones de euros al año”, se lamentó. “Eso representa apenas el 5% de nuestro presupuesto; no es admisible”.
De las minas nigerinas en funcionamiento se extrae el 8% de la producción mundial de uranio, pero cuando la de Imouraren alcance su pleno rendimiento, probablemente no antes del año 2020, ese porcentaje aumentará. Imouraren será el segundo yacimiento más importante del mundo, en el que se producirán unas 5.000 toneladas anuales.
Níger se colocará así dentro de siete años en el segundo puesto de la clasificación mundial. Hoy en día el uranio representa el 60% de las exportaciones de este Estado africano.
Francia, la antigua potencia colonial, es el país más nuclearizado del mundo, con 58 centrales que producen el 78% de la electricidad —en España ese porcentaje es solo del 22%—, pero solo un 17% del conjunto de la energía consumida. “De ahí la enorme importancia para Francia del uranio nigerino en términos de seguridad energética”, subraya García-Luengos.
“Francia importa todo el uranio que consume y más del 30% —algunos años rondó el 40%— proviene de Níger”, prosigue García-Luengos. “De forma expresiva se puede decir que una de cada tres bombillas funciona en Francia gracias al uranio nigerino”, recalca este investigador, que es coordinador del área de Recursos Naturales de la Universidad Autónoma de Madrid.
A través de su gigantesca multinacional Areva, de la que el Estado posee el 80%, Francia explota las dos principales minas de Níger. En la de Arlit posee el 63%; en la de Akokan el 34%, y en la de Imouraren, que aún no ha arrancado, el 56%. Ponerla en funcionamiento requiere una inversión de 1.200 millones de euros. En Cominak, la empresa que tiene la concesión de Akokan, un 10% del capital es español, de la Empresa Nacional del Uranio.
Ansiosos por acceder a las materias primas, los chinos empezaron a asomar la cabeza en Níger desde 2007. Ese año la empresa China Nuclear International Uranium Corporation (CNIUC) comenzó a explotar la mina de uranio de Azelik, la más pequeña del país. El verano pasado CNIUC consiguió además una participación del 10% en la futura mina de Imouraren. Pero donde China lleva la delantera es en el petróleo. Desde hace año y medio China National Petroleum Corporation explota el yacimiento de Agadem (20.000 barriles diarios) en asociación con el Estado nigerino.
El presidente del país dejó caer en su entrevista del domingo que si Areva no incrementaba sus transferencias, los chinos tendrían más oportunidades.
Por algo Pekín no puso ninguna pega para que el Consejo de Seguridad de la ONU avalase una intervención en el norte de Malí para desalojar a los terroristas que se apoderaron hace 11 meses de ese inmenso territorio. “Después de Francia, China es la potencia más interesada por la estabilidad de la franja del Sahel”, asegura el diplomático europeo acreditado en Niamey. “Tiene la suerte de que París se encarga de defender sus intereses y esa defensa no le cuesta un céntimo”.

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