Ánxel Grove- 07 febrero 2013
De los ojos tristes de Bert
Hardy (1913-1995) es fácil deducir por qué sus fotos conjuran todas
las posibles formas de la ternura.
No cabe duda de que tenía dotes de reportero —en el escenario ardiente de
los edificios de Londres bombardeados por los nazis
se acercaba tanto a las llamas que sus ropas y cámaras resultaban
quemados—, pero lo mejor de su profusa obra pertenece al territorio en el que
había crecido: el empedrado de las calles de los barrios pobres de la
Inglaterra de la primera mitad del siglo XX.
Hijo de obreros, nacido y criado en Blackfriars, en el sur deprimido de Londres, Hardy pidió en
1948 a la revista Picture Post que
le encargase un reportaje sobre el suburbio The
Gorbals, en Glasgow, considerado como la zona más peligrosa del
Reino Unido y uno de los arrabales más miserables de Europa. Tuvo que
insistir aduciendo que sólo él sería capaz de afrontar el encargo con dignidad,
porque la publicación ya había asignado las fotos a un primera espada, Bill Brandt.
La foto de la izquierda, según el autor, era la mejor de la serie, pero los
editores de la revista no la eligieron para ser publicada. No la rechazaron
para proteger la intimidad de los pilluelos —en aquel entonces, antes de que el
dictado de lo correcto se hiciese dogma, esas cuestiones eran menudencias—,
sino porque la imagen transmite una cierta insolencia, un inesperado orgullo.
Hardy fue prolífico e hizo fotos en todos los frentes —campos de prisioneros políticos de la Guerra de Corea,
el feliz ocio europeo postbélico…—, pero nunca
mostró una capacidad poética tan honda como en el retrato de los niños de
Glasgow, que le valió el primer premio de fotografía de la Encyclopaedia Britannica.
Dando la razón a la retina amarga de Hardy, la historia tras la foto es
sobrecogedora. La identidad de los dos críos, que tenían siete años
cuando fueron retratados, fue situada casi cuatro décadas más tarde tras una
campaña en la prensa. El de la izquierda se llamaba Les Mason y murió en 2011
después de trabajar toda la vida en un astillero. El otro, George Davis,
fallecido en 2002, vivió en la miseria, estuvo internado en la cárcel
por delitos menores y fue separado de sus hijas por los servicios sociales.
La calle donde Hardy hizo la foto ha sido derribada.
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