- Carlos Carabaña 16/03/2013 – eldiario.es
Dibujo satírico de Alphonse Daumier sobre las obligaciones de Grecia con Inglaterra |
Grecia, el pequeño país que originó las bases de la cultura occidental, se
ahoga en deudas. Con el Estado como máximo empleador de la nación, una vida
económica basada en relaciones clientelares y los sobornos y la oligárquica
clase política practicando el turnismo entre dos grandes formaciones, las
potencias extranjeras deciden que tienen que hacer algo para asegurar el pago
de sus préstamos. Alemania, Francia y otros grandes poderes establecen un
mecanismo para controlar la economía griega. Un avispado y acertado lector podría
comentar que “esto es más viejo que la tana”. Toda la razón del mundo. Sucedió
en 1898 y se llamó la Comisión Financiera Internacional.
“Entre 1893 y 1898 los mercados internacionales estaban cerrados para
Grecia”, explica Ali Coşkun Tunçer, del departamento de Historia de la London
School of Economics; “las negociaciones con los deudores seguían pero el
Gobierno griego no se comprometía con sus demandas”. El conservador y demagogo
Theodorus Deligiannis, de tendencia belicista y que protagonizaba desde hacía años
un ‘ahora tu ahora yo’ político con el progresista Charilaos Trikoupis, volvió
al poder en 1895, justo para gestionar en 1897 la crisis de la isla de Creta
con su pertenencia al Imperio Otomano (la actual Turquía).
Deligiannis mandó tropas y barcos a la zona, se decretó una movilización
nacional y en abril estallaba en Tesalónica la Guerra de los 30 días entre
Grecia y La Sublime Puerta , que acabó con una humillante derrota para los
helenos. “Esto forzó a Grecia a pagar una indemnización de guerra [4 millones
de libras] y a perder su poder de negociación”, continúa Coşkun Tunçer, “y fue
obligada a aceptar todas las condiciones de sus deudores”, los cuales ya debían
estar acostumbrados a los vaivenes económicos de Grecia.
Hacía poco más de 60 años que Grecia se había formado como país independizándose
del Imperio Otomano y ya nacía con deudas. Tras una cruenta guerra de más de
diez años que tuvo como protagonista más
mediático al romanticón de Lord Byron, el nuevo Estado, tutelado por
los grandes poderes de la época, debía 2,8 millones de libras de las de
entonces por un préstamo para el esfuerzo de guerra y al alcanzar la
independencia, tres de los grandes poderes -Francia, Inglaterra y Rusia- le
garantizaron otro préstamo por 40 millones de francos. Pero la carga fiscal fue
tal que en 1842 Grecia realiza el primer ‘default’ de su historia y se le
cierran los mercados de deuda internacionales hasta que en 1879 llega a un
acuerdo con sus deudores y vuelve a poder pedir prestado dinero.
Por el camino echaron a su primer rey, Otto de Baviera, y lo sustituyeron
por el danés George, de la dinastía Glücksburg. Para su coronación en 1864 Gran
Bretaña regaló a Grecia, tratando infructuosamente de ganarse su favor, las
islas Jónicas, siendo la primera ampliación de territorio en busca de la Gran
Grecia -solo un tercio de los territorios griegoparlantes estaban en el nuevo
Estado- hasta la incorporación de Tesalia en 1881. Las relaciones clientelares,
basadas en la necesidad de un padrinazgo político durante la legalmente
arbitraria dominación otomana, se consolidaron, sirviendo como muestra el hecho
de que el político Dimitrios Ralli tuviera más de 1.000 ahijados y que lograra
un trabajo a muchos de ellos. Cuando los mercados de deuda volvieron a abrirse,
los políticos griegos los usaron a base de bien.
El país pidió nueve préstamos en oro por un valor total de 26 millones de
libras con una tasa media de interés del 4,7%. Un revés en la situación económica
en 1893 por la caída de los precios de las pasas de Corintio, de las que dependía gran parte de la
economía griega, llevó a una devaluación del dracma y a un nuevo
‘default’. Tras aguantar unos años y perder con los turcos en 30 días; Alemania,
Gran Bretaña, Francia, Austria-Hungría, Rusia e Italia imponen en 1898 la
creación de una oficina permanente en Atenas encargada de gestionar la economía
griega y garantizar el pago de las deudas acumuladas por el país.
Llamado Comité Internacional para el Manejo de la Deuda Griega, este
mecanismo recogía los beneficios de los puertos de Atenas, Volos, Laurión y
Patras; de los monopolios estatales del queroseno, la sal, las cerillas, las
barajas de cartas, del papel de lija y del de fumar; de los impuestos sobre el
alcohol y el tabaco, además de tener poder de veto sobre cualquier legislación
que afectará a dichos beneficios. A lo largo de los años y mientras el Gobierno
griego usaba este Comité para nuevos créditos, acción que se saltaba lo estipulado
en el acuerdo de 1898, la oficina llegó a controlar los impuestos de las
aduanas de Salónica, Cavalla, Mitilene, Xios, Samos, Siros y Candía, además de
los impuestos del alcohol en los territorios de la Nueva Grecia incorporados
tras las Guerras de los Balcanes de 1912 y 1913.
Este “vívido recuerdo de un pasado innoble, nacido del cruce entre la
humillación nacional y la bancarrota, que implicaba que Grecia no era de
confianza”, como lo define George Andreopopulos, profesor de ciencia política
de la universidad John Jay en su artículo The International Financial
Commission and Anglo-Greek Relations (1928-1933), fue un hábil gestor que
triplicó los beneficios de los aspectos económicos asignados en 15 años. Lógicamente
se encontró con la oposición, principalmente política, de los griegos, que
realizaron campañas en prensa presentándola como una institución con el único
objetivo de “obstruir al Gobierno, comprometer la soberanía de la nación y solo
interesada por los deudores”.
“El rol de la Comisión Financiera Internacional era asegurarse que ciertos
beneficios de los impuestos fueran a pagar las deudas,” sigue el estudioso Coşkun
Tunçer, “y aunque ahora no existe lo mismo en Grecia el Pacto de Estabilidad de
la Unión Europea tiene más o menos un rol similar pero unos mecanismos de
aplicación diferentes”.
La oficina de la Comisión Financiera Internacional en
Atenas no cerró hasta 1978.
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