El sexo de la crisis
CELIA AMORÓS
BABELIA - 18-09-2010
Se ha afirmado que en esta crisis las mujeres hemos salido mejor paradas que los varones a la hora de conservar nuestros empleos. Pero las cosas parecen más complejas. Tengamos en cuenta, en primer lugar, que esta crisis es ante todo una crisis financiera y que en ese vidrioso territorio las mujeres o bien estamos ausentes o patinamos. Somos unas marcianas en los ámbitos de Wall Street. Y hemos sufrido diferencialmente la "depredación financiera" que se ha llevado a cabo contra los grupos más vulnerables: se nos ha obsequiado de forma preferencial con "hipotecas basura", sobre todo a las mujeres de mayor edad y a las afroamericanas. A las analfabetas en esotéricos lenguajes financieros, pues los funcionarios de la banca se comportan como los escribas del capitalismo. Y, en los extraños casos en que se nos promociona para debatirnos con los galimatías y los riesgos de la situación, parece que se ha podido constatar que se trata de una promoción "perversa", de un regalito envenenado: vamos a parar a los puestos más vulnerables a la crítica. Últimamente se está estudiando este tipo de fenómeno que, por analogía con el "techo de cristal", se ha dado en llamar "acantilado de cristal" (glass cliff).
En países menos desarrollados donde una parte significativa del empleo femenino se concentra en industrias dedicadas a la exportación, como la textil, la de los electrodomésticos, las electrónicas, se han visto especialmente afectadas por la contracción del comercio internacional. Y, en lo que yo llamo "la pinza patriarcal", las mujeres van al mercado de trabajo a la pata coja condicionadas por las necesidades de la familia y, a su vez, su capacidad de negociación en la familia se ve afectada por la precariedad de su trabajo. El incremento del empleo femenino, desde esta óptica, no sería sino el reflejo del hecho de que las mujeres acceden al trabajo remunerado con un carácter subsidiario y "compensatorio" cuando se pierde el de los hombres. Si se rifan trabajos precarios y a tiempo parcial, es sabido que las mujeres tienen todos los boletos.
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