Una fundación francesa entrevista a 1.600 testigos de los fusilamientos nazis de judíos y gitanos en Europa del Este
"Eran hombres de las SS. Vinieron a por mi padre, pero él no
estaba y me llevaron a mí. Yo les pregunté que adónde íbamos. Eso a ti
no te importa, me dijeron. Coge una pala y vamos". Yosip Patetski tenía
14 años y, junto a otros ocho vecinos de Bibrka, Ucrania, caminó hasta
una zona despejada a las afueras del pueblo. Patetski (Ucrania, 1928)
contó ayer que la fosa que tuvieron que cavar, sin saber para qué, tenía
unos tres metros cuadrados. "Nos dijeron que nos alejáramos, aunque nos
escondimos entre los árboles. Desde allí se veía cómo pusieron a los
judíos dentro de la fosa y los fusilaron desde arriba".
Los einsatzgruppen,
unidades móviles de matanza, acompañaron al ejército alemán en su
despliegue por Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial. Apenas
3.000 pistoleros que entre el verano de 1941 y 1944 asesinaron a más de
un millón y medio de judíos y gitanos, sobre todo, de Ucrania,
Bielorrusia, Rusia y Polonia. A pesar de que los fusilamientos eran
públicos, al aire libre, es una parte poco conocida del exterminio nazi.
Aunque
cada vez menos. Yosip Patetski es uno de los 1.600 testigos que, más de
60 años después de los crímenes, han narrado su historia a Patrick
Desbois, un cura francés que lleva diez años buscando y escarbando en
centenares de fosas comunes de Europa Oriental. "Todos dicen que es la primera vez que alguien ha ido a preguntarles", contaba el martes Desbois a Público.
Millones de páginas
Ayer,
Patetski y Desbois, presidente de la fundación Yahad-In Unum,
conversaron durante la presentación del seminario internacional que,
organizado por la Casa Sefarad Israel y el Ministerio de Asuntos
Exteriores español, se celebra hoy y mañana en Madrid en torno a esta "Shoah
[Holocausto] a balazos", según la expresión del director de Casa
Sefarad, Diego de Ojeda. "Es la primera vez que un testigo nos acompaña
en una de nuestras conferencias", celebró Desbois.
"Es la primera vez que alguien les pregunta", explica Patrick Desbois
La realidad de los fusilamientos hace muchos años que está documentada. Raul Hilberg, en La destrucción de los judíos europeos, calculaba ya esa cifra cercana al millón y medio de fusilados. Aunque "Desbois ha hecho un gran trabajo sobre el terreno, mientras que el de Hilberg era más de archivo", explica el filósofo español Reyes Mate, autor de Memoria del Holocausto, que presidirá la sesión de esta tarde en la Fundación Garrigues.
Además
de los testimonios, Desbois y su fundación trabajan recopilando pruebas
documentales e incluso balísticas, sobre el terreno y en los archivos
alemanes y soviéticos, abiertos tras la caída del comunismo. Entre
ellos, 16 millones de páginas manuscritas con entrevistas a los testigos
de las masacres, recogidas a medida que el ejército soviético
recuperaba posiciones, y dibujos de los lugares donde están muchas de
las fosas.
Al acabar la guerra, Patetski hizo la mili en el
Ejército Rojo y luego trabajó de electricista en una central
hidroeléctrica. Cuando los investigadores de la fundación que preside
Desbois, Yahad-In Unum, fueron a pedirle que los acompañara a Madrid, estaba trabajando en su huerto, no muy lejos de los 90 años. Dijo que sí.
"Los
testigos de la ex URSS quieren hablar; el pueblo llano quiere contar lo
que vio", dijo Desbois, para remarcar la diferencia con lo que ocurre
en Europa Occidental. "Yo no podría hacer una investigación así en
Francia, ni en Alemania, ni en Italia. Si me pongo en la puerta de una
iglesia en París a preguntar quién vendió judíos a los nazis, llamarían a
la policía", subrayó.
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