Los 'jubanos', un grupo de niños del sur de Sudán que fueron enviados a
La Habana durante la guerra civil, han regresado a Juba para comenzar a
reconstruir su país
ÁLVARO DE CÓZAR (ENVIADO ESPECIAL) | Juba 12/01/2011
Cuando
la guerra civil estalló en Sudán, en 1983, en el sur, miles de jóvenes fueron
enviados a campos de entrenamiento en Etiopía para prepararse para el combate.
Algunos instructores eran cubanos enviados por Castro para alentar las
revoluciones en África y exportar el comunismo. Muchos de los nuevos reclutas
eran niños incapaces de cargar un arma. Los instructores consideraron que no
eran aptos para la guerra. En lugar de mandarles al frente, les enviaron a Cuba
para que estudiaran. Aquellos niños están regresando ahora a Juba para
reconstruir el país que dejaron. Se les conoce cariñosamente como los jubanos.
En el
local Havana, en la ciudad de Juba, Orik Simon, de 38 años, da un sorbo a la
cerveza local Tasker y prosigue la narración en un español perfecto y con un
acento cubano muy pronunciado: "El viaje fue en 1985. Tenía 13 años.
Fuimos a Eritrea y salimos por el mediterráneo hacia América en un barco soviético.
Éramos unos 300 y pico. Creo que pasamos por algún puerto español. Y luego por
las Canarias. Estuvimos 22 días en el mar hasta que llegamos a La Habana".
Orik y
sus compañeros se encontraron allí a africanos de todo el continente. Los
instalaron en la Isla de la Juventud y allí empezaron a ir a la escuela. Poco
después, otros 300 niños sudaneses viajaron a Cuba, esta vez en avión. Y luego
miles.
Aprovecharon
la oportunidad. Orik fue a la universidad años más tarde y estudió medicina
veterinaria. La vida le llevó después a Canadá, donde tuvo familia. En 2007,
dos años después de que terminase la guerra, decidió regresar. "Tenía
ganas de ver en qué podía ayudar. Después de la guerra, Sudán del Sur quedó
totalmente destruido. Pensé que con mi experiencia podía hacer mucho por este
país. Ahora me dedico a hacer carreteras. Empezamos con 10 camiones alquilados
que ahora son nuestros", relata.
A las
tres de la tarde no hay mucha gente en el Havana y se puede conversar mientras
se come algún típico plato cubano. A esa hora la camarera sirve dos cervezas más
en una barra vacía que por la noche estará atestada. Allí se reúnen algunos de
los jubanos que estudiaron con Orik en Cuba. Son médicos, ingenieros,
economistas... Una élite en Juba que ha decidido regresar para poner las bases
del nuevo estado que está a punto de nacer y para arreglar el país con una copa
de ron. "Esta semana hemos votado nuestra separación en el referéndum.
Yo no lo voy a olvidar nunca. Estamos haciendo historia y gracias a Dios que yo
estoy en Juba para verlo".
Para convertir a Sudán del Sur en un país
con éxito, Orik saca a relucir algunas enseñanzas del comunismo: "Hay
cosas que si las mezclas con el capitalismo no están nada mal. La sanidad y la
educación, por ejemplo. Yo nunca vi morir a nadie de hambre en Cuba. Podía
faltarles un zapato pero lo básico estaba. Creo que nosotros tenemos que
empezar por la educación. Hay que aprovechar lo que tenemos. En la orilla del
Nilo se pueden sembrar piedras y seguro que crece algo".
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