![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1w5EWRpKhICbIRMRvXi_KZjJX8CZS1HN4r0YkgV83M2YAkFDuF0lr-lxwn1lzY7QGW1peb0jchGdl4_bCCC07oROtjO13735Gqq8zvaVGaXQ_dmv5gvqAr_0vvgF9gI1Jj_FmM1-HRsg/s400/Shaima_Amazzal_Imane_Rattab.jpg)
ÁLVARO CORCUERA
Cada persona con su estilo, antes de salir de casa, elige la ropa que vestirá. Si preguntamos a una musulmana por la cantidad de hiyabs o pañuelos islámicos que tiene, es probable que sonría, con menor o mayor pudor, al repasar mentalmente su armario. "Muchísimos", reconocerá alguna. El hiyab no es una prenda que escape al consumismo y la coquetería en el vestir.
Omnia Nur ha elegido esta mañana el verde oscuro para tapar su cabeza. Tiene pañuelos "de todos los colores", sonríe: "Hay que combinar e ir bien vestidas". Su ropa occidental no es ceñida. Está a salvo de las miradas: "Los hombres han molestado siempre a las mujeres que van demasiado presumidas". Su pelo lleva ocho años escondido en público.
Ningún comentario:
Publicar un comentario