domingo, 20 de marzo de 2011

Poder femenino en la Galicia vasca


Una antropóloga estudia el papel de las emigrantes del barrio guipuzcano de Trintxerpe, habitado durante los sesenta por marineros de las Rías Baixas
DIANA MANDIÁ - Santiago - 19/03/2011
Descarga de bacallau en Pasaia
Rosa García-Orellán, hija de gallegos emigrados al barrio marinero de Trintxerpe (Pasaia, Guipúzcoa), usa el término acuñado por la feminista Betty Friedan en la década de los setenta para explicar el sentimiento de impotencia que, 40 años después y convertida en antropóloga, percibe en las mujeres con las que creció. Es el "malestar sin nombre" de las que fueron lavanderas, pescaderas, estraperlistas, armadoras, pujaron en las lonjas e incluso subieron el precio de los alquileres haciendo de intermediarias en el arrendamiento de habitaciones.
En teoría, las mujeres gallegas del barrio de Trintxerpe (Pasaia, Guipúzcoa) acompañaban a sus maridos o padres, embarcados en la costera del bacalao. Emigraban porque ellos también lo hacían. En la práctica, y a pesar de que el régimen franquista no les reservaba otro papel que el de madres y esposas, se hicieron empresarias, ahorraron, especularon y llegaron a "sentirse libres". García-Orellán, hoy profesora en la Universidad de Navarra, estudia desde 2006 el papel de la mujer en la configuración de este barrio marinero que en los años 60 fue conocido como la ciudad del dólar, la pequeña Galicia del País Vasco o "la quinta provincia", porque el 90% de sus habitantes procedían de las Rías Baixas. Durante la II República, además, el Trintxerpe de los gallegos fue profundamente anarquista y proletario: una huelga por el incremento de salarios dejó seis muertos y numerosos heridos. El episodio lo estudió el historiador Dionisio Pereira.
Desde 2006, García-Orellán ha entrevistado a 120 mujeres, pero su trabajo no ha hecho más que empezar. La semana pasada presentó un adelanto en el Museo do Pobo Galego, donde pronunció una conferencia, Muller e imaxinarios na configuración de Trintxerpe, enmarcada en la celebración del 8 de marzo. La antropóloga, que además estudia los rituales de la muerte en Galicia, "sentía la responsabilidad de trabajar con las voces de las mujeres". Ya lo hizo con la de los hombres, protagonistas directos de la pesca industrial de bacalao en Terranova. Habló con 320 entre 2002 y 2008.
La historia de Trintxerpe, que desde mediados del siglo XX ha crecido tanto que hoy sus calles se mezclan con las de la ciudad de San Sebastián, arranca en 1916 de la negativa de los marineros vascos a faenar en las parejas de arrastreros. Fue entonces cuando llegaron los gallegos, atraídos por sueldos más altos. "Es un barrio peculiar, que se configura en torno a la pesca industrial", explica García-Orellán. Los patrones eran vascos, pero en las calles se hablaba gallego y, al menos en la primera generación de marineros emigrados, la endogamia era tal que la mayoría de matrimonios se hacía dentro de la comunidad.
Pero cuando ellos embarcaban o morían faenando, Trintxerpe se convertía en dominio femenino. "Se agrupan, establecen turnos para pujar en las lonjas. Especulan con las viviendas, se hacen gestoras, toman el espacio público y crean pequeños nichos de negocio, como talleres de ropa de agua. ¿Dónde queda la ideología del Régimen cuando ellas discuten con los hombres o pujan con ellos en la lonja?", se pregunta la antropóloga, que sostiene que no es hasta la época de bonanza de los años sesenta - favorecida por los créditos blandos que la dictadura franquista concede a los armadores para aumentar la producción- cuando las mujeres empiezan a replegarse a la vida doméstica.
Para la segunda generación de marineros, criados o nacidos en el puerto, comienza a cobrar prestigio el hecho de emparentar con la población local. "Se aspira a casar a la hija con un buen patrón de pesca", reconoce. Los niños tienen prioridad sobre sus hermanas a la hora de estudiar y "todavía se constriñe el cuerpo de la mujer". Pero algo está cambiando. Finiquitada la cartilla de racionamiento, el contrabando continúa con productos prohibidos. La píldora anticonceptiva entraba en Trintxerpe por la frontera francesa y las familias extensas dejan de ser la norma. "El control de la natalidad llegó antes a Trintxerpe que al resto de Guipúzcoa", relata García Orellán, "porque las mujeres interiorizan que tener más de tres hijos es una miseria". Su trabajo, sin embargo, pocas veces fue entendido como algo distinto al refuerzo de lo ganado en el mar: nunca cotizaron y hoy son, lamenta García-Orellán, un buen ejemplo "de la feminización de la pobreza".
La crisis del sector pesquero en los setenta y ochenta trajo a muchas familias de vuelta. Otras se quedaron, pero el éxodo de los marineros gallegos al País Vasco acabó. "El relevo se hace con marineros portugueses. Los jóvenes ya no quieren embarcarse. Ser marinero es lo último". Los que se quedaron, cuenta García-Orellán, "se volvieron más vascos que los vascos". Se cambiaron los nombres, adoptaron el euskera como lengua principal y algunos llegaron a militar en partidos abertzales.

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