xoves, 8 de abril de 2010

Ni vestigio del franquismo



MIGUEL GONZÁLEZ - Madrid
EL PAÍS - España - 04-04-2010

Más de tres horas de trabajo de una docena de operarios hicieron falta para trasladar a un almacén de la Armada, el pasado día 18, la estatua ecuestre del general Franco que, entre 1967 y 2002, presidió la Plaza de España de Ferrol, mal llamado de El Caudillo. Durante los últimos ocho años, la mole de seis metros de altura y siete toneladas aguardó en un patio del arsenal a que el Ayuntamiento, su legítimo propietario, decidiera su ubicación definitiva. También es de propiedad municipal el monumento que, de 1964 a 1983, se alzaba ante el Ayuntamiento de Valencia y al que Defensa tuvo que buscar acomodo en Capitanía. A muchos les parecía lógico que los cuarteles fueran el último reducto de los símbolos franquistas a medida que éstos desaparecían, con notable demora, de los espacios públicos de las principales ciudades españolas, casi siempre con el pretexto de una remodelación urbanística.

Esta situación ha cambiado radicalmente con la Ley de la Memoria Histórica de diciembre de 2007, cuyo artículo 15 obliga a todas las Administraciones Públicas a tomar "las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura". Aunque muchos lo dieran por sentado, incluidos algunos alcaldes, fuentes de Defensa subrayan que los cuarteles no son los lugares más adecuados para conservar símbolos incompatibles con los valores constitucionales que los militares están obligados a proteger, incluso con el sacrificio de su vida. - 405 objetos en el inventario. El primer paso para aplicar la Ley de la Memoria Histórica fue la elaboración de un catálogo de símbolos franquistas en dependencias militares. En total, se han inventariado 405 objetos, "básicamente, escudos preconstitucionales, placas, bustos, estatuas, vidrieras e inscripciones", según explicó el pasado día 10 en el Congreso el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez. La mayoría de estos vestigios (225) se encontraba en instalaciones del Ejército de Tierra, seguidas de las del órgano central (121), Armada (38) y Ejército del Aire (21). - Más del 80% ejecutado. La eliminación de 321 vestigios (el 80% del total) ya ha concluido y está en ejecución la de otros 80. La solución técnica ha sido diferente en cada caso: el traslado cuando era posible (estatuas), la sustitución (lápidas, escudos) o, en casos extremos, su ocultación a la vista del público. Por ejemplo, se optó por tapar la placa de la fachada del Cuartel General del Ejército del Aire, en Madrid; y se zanjó el asunto suprimiendo la luz que iluminaba unas vidrieras con el escudo preconstitucional en la Academia de Infantería de Toledo. - 11 objetos amnistiados. La Ley de la Memoria Histórica permite conservar aquellos vestigios que "sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley". Esto ha permitido a Defensa amnistiar 11 símbolos: un fresco en el Estado Mayor de la Defensa (Madrid); un conjunto escultórico en la Delegación de Defensa en Logroño; sendos escudos en la antigua prisión militar de Mahón, y las comandancias navales de Castellón y Tenerife; unas vidrieras en el Palacio de la Almudaina de Palma y en el cuartel La Rubia en Valladolid; y un grabado en la Escuela Militar de Marín. En la Capitanía de la Armada en San Fernando se salva un ventanal que reproduce el antiguo escudo de la Armada con la corona republicana; y en la base de submarinos de Cartagena, un mural que recuerda a todos los caídos, "con independencia del bando en que militasen". Se ha descartado quitar el escudo de la antigua hípica de la Academia Militar de Zaragoza porque está previsto demoler el edificio. - Cuatro consultas a Cultura. En otros cuatro casos, el Ministerio de Defensa ha optado por consultar a la comisión de expertos creada por el Ministerio de Cultura antes de tomar una decisión. Se trata de los escudos ubicados en las fachadas del antiguo Gobierno Militar de Valencia, de la Comandancia General de Melilla y de la Comandancia General del Miño, en Tuy; así como la estatua de Franco en el Acuartelamiento Millán Astray de Melilla. Esta última es la única escultura del dictador que queda en una unidad militar y su presencia se justifica por el hecho de que Franco (representado a caballo cuando era comandante) fue uno de sus fundadores. No parece, sin embargo, que esta razón sea suficiente para que el Ministerio de Cultura avale su valor artístico. - Ahora, la nomenclatura. Una vez completada la retirada de objetos, el Ministerio de Defensa se propone revisar las denominaciones de instalaciones militares, bases y acuartelamientos. En el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid hay todavía unas dependencias dedicadas a Carmen Polo, esposa del dictador, y en la base aérea de Talavera la Real (Badajoz) existía una calle con el nombre de Legión Cóndor, un caso único en el mundo de homenaje a la unidad nazi que destruyó Gernika. - Resistencia y colaboración. La eliminación de los símbolos de la dictadura ha tropezado con la resistencia pasiva de algunos mandos militares, los más apegados al franquismo, pero la tarea -realizada sin estridencias y con parsimonia, a lo largo de más de dos años- ha contado con la colaboración, por convencimiento o disciplina, de la mayoría. Sin ayuda de los cuarteles generales hubiera sido imposible completar ni siquiera el catálogo. "Todo ejército necesita símbolos y héroes a quienes honrar, pero deben ser símbolos de unión y no de división entre los españoles", subraya un experto en historia militar. Si Franco levantara la cabeza, seguramente se caería del caballo.

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