"¿Qué tamaño ha de tener el cementerio de mi isla?", se
preguntaba el alcalde de Lampedusa, donde murieron en 2011 más de 200
inmigrantes que buscaban refugio en Italia. Miles de personas han fallecido en
el Mediterráneo en los últimos 25 años y muchas de esas muertes se podrían
haber evitado.
Nicolas Berger - Director de la Oficina de la UE de Amnistía Internacional 25/04/2013
– eldiario.es
Cuando el crucero Costa Concordia quedó encallado frente a la costa toscana
en enero de 2012 murieron 32 personas. Los medios de comunicación informaron
ampliamente de la trágica pérdida de vidas. Y volvieron a hacerlo exactamente
un año después de la catástrofe. No cabe duda de que 32 muertes evitables
eran algo que no debía olvidarse.
No ocurrió lo mismo, en cambio, el 6 de abril, cuando se cumplieron dos años
de un terrible naufragio ocurrido frente a la isla italiana de Lampedusa. En
medio del conflicto de Libia, había partido de este país un barco de gran tamaño,
cuyos pasajeros iban en busca de seguridad en Europa. Nunca conoceremos
su número exacto, pero se cree que había entre 200 y 300 personas a bordo. Eran
familias enteras de países como Somalia y Sudán, decididas a hacer el peligroso
viaje a Europa porque no les quedaba otra opción. Desaparecieron todos los
pasajeros, salvo 51.
¿Acaso vimos algo sobre este suceso en las noticias del día siguiente?
¿O ha aparecido acaso información sobre su conmemoración en nuestros
feeds de Twitter? La verdad es que probablemente no, porque no se ha
conmemorado, y ni siquiera una búsqueda en Google desvelará muchos datos.
Miles de personas –mujeres, hombres, niños y niñas– han muerto en el Mediterráneo
en los últimos 25 años. Según artículos de prensa
recopilados por la organización Fortress Europe en el marco de su trabajo de
vigilancia, más de 13.000 personas han muerto en el Mediterráneo y el Atlántico
de camino a Europa. Muchas de estas muertes podrían haberse evitado.
Giusi Nicolini, alcalde de Lampedusa, explica así la situación: “¿Qué tamaño
ha de tener el cementerio de mi isla? No entiendo cómo una tragedia así
puede considerarse normal. Me indigna la normalidad, que parece haberse
extendido como una enfermedad contagiosa”.
Los países de la UE decimos estar orgullosos de nuestros principios de
derechos humanos. Pero si nos limitamos a apartar la vista cuando muere gente
frente a nuestras costas, ¿qué valor tienen realmente nuestras palabras?
En el último decenio, los gobiernos europeos han optado cada vez más por
excluir a las personas migrantes aplicando medidas que las obligan a tomar
peligrosas rutas para llegar a Europa , a menudo con consecuencias fatales.
Los países europeos han intensificado el control de sus fronteras , con
procedimientos como interceptar, obligar a retroceder o desviar a quienes
intentan entrar en su territorio, con la esperanza de impedirles poner el pie
en él. Estas medidas de control de la migración no siempre se ajustan a las
obligaciones contraídas por los países en materia de derechos humanos. Las
personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo continúan sufriendo
graves abusos contra los derechos humanos como consecuencia directa de la política
de Europa y su externalización del control de las fronteras y de la migración
delegándolo en países vecinos.
Es hora de cambiar las cosas. La acción SOS
Europa, que hemos llevado a cabo ante el Parlamento Europeo este miércoles,
tiene por objeto hacer que Europa sienta vergüenza. Que la sientan los
encargados de tomar las decisiones y la ciudadanía por igual. ¿Cuánto tiempo más
seguiremos callados, sin hacer nada? El 24 de abril ha llegado a la plaza de
Luxemburgo un “barco migrante” para entregar más de 50.000 firmas de
personas corrientes. Todas ellas instan a los miembros del Parlamento a que
cumplan con su deber de garantizar el escrutinio público de los acuerdos y las
operaciones de control de la migración. Nuestro barco representa a todas las
personas migrantes, los refugiados y los activistas de toda Europa que están
pidiendo que las acciones de los gobiernos nacionales en las fronteras de
Europa sean claramente visibles y que pueda pedírseles que rindan cuentas de todo
abuso. Nuestro barco conmemorará a los miles de personas que han muerto en el
mar. Porque nos importa. Debe importarnos a todos. También debemos sentir
vergüenza. E indignarnos.
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