25 abril 2013. 20minutos.es
Contra una pared, vigiladas por soldados armados, encerradas en un campo de
internamiento y obligadas a descubrirse la cara para ser fotografiadas por
primera vez.
Son mujeres de Argelia cuyas viviendas habían sido
bombardeadas poco antes hasta los escombros por los militares
franceses que reprimían el levantamiento anticolonialista del Frente de Liberación Nacional.
Los retratos, realizados por el soldado y fotógrafo Marc
Garanger, que tenía 25 años y había sido enviado a hacer la guerra
por las autoridades francesas, fueron realizados en 1960. Los mandos militares,
que querían tener fichadas a las mujeres y necesitaban retratos de
identificación, ordenaron a Garanger que se encargara del trabajo: durante
diez días, ayudado por un intérprete, hizo dos mil fotos para otras tantas
cartillas de identidad.
Un par de soldados armados con rifles de asalto trasladaban a las detenidas
al set —un muro de adobe encalado—, donde eran obligadas a
descubrirse la cara y mirar a cámara, desprotegidas del velo que era su segunda
piel y solamente se quitaban en presencia de los maridos y familiares directos,
muchos de ellos detenidos por el ejército en los feroces raids
represivos para combatir la insurreción argelina y llevados a los calabozos
donde los militares utilizaban la tortura como estrategia primaria,
aprobada por los responsables políticos y los mandos castrenses franceses, para
obtener información.
“No tenían otra opción [que quitarse
el velo]. Su única manera de protestar era a través de la mirada (…) Cuando se
descarga un condensador, una chispa brota: para mí, la fotografía consiste en
aprovechar ese instante de la descarga. En estas sesiones, sentí una emoción
completamente loca. Fue una experiencia abrumadora, con un rayo en cada
imagen. Me convertí en un espejo para el mundo, reflejando la iluminación
que las mujeres me ofrecieron”, comenta Garanger, todavía hoy conmocionado, en
unas declaraciones que acaba de publicar Time.
La colección de fotos fue publicada en un libro en 1970 y, desde entonces,
ha sido expuesta de manera profusa. Muestra la rebeldía, el orgullo y el
imposible mantenimiento de las ocupaciones imperialistas o coloniales. Las
mujeres argelinas, más de medio siglo después, siguen siendo contemporáneas,
reflejo de otras muchas.
En 2004 Garanger regresó a Argelia con la intención de
buscar a las detenidas que habían posado para él en 1960. Todas a las que
encontró guardaban las tarjetas de identidad con las fotos tomadas bajo coacción.
En casi todos los casos, la imágen era el único retrato que tenían de ellas
mismas. No les hacía falta ningún otro.
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