Un archivo reúne 21.000 fotografías que muestran la
deforestación de la Península en el XIX
Las imágenes recogen los trabajos de la industria
maderera y la repoblación de montes
Plantando matogueiras para protexer o solo dos ventos, Guardamar de Segura, 1902 |
Una leyenda aseguraba que en la Hispania romana una ardilla podía atravesar
la Península saltando de árbol en árbol sin tocar el suelo. En el siglo XIX, a
buen seguro que esa ardilla habría encontrado dificultades para rascarse el
lomo con una ramita seca. Al margen de exageraciones de cuento, los bosques
peninsulares sufrieron durante siglos la tala del progreso, que en el periodo
decimonónico fue especialmente voraz por la corrupción que marcó la
desamortización de bosques de los se vendió su madera. Un archivo fotográfico
casi desconocido muestra cómo se repobló de árboles esa España talada. Cómo
barrancos pedregosos se transformaron en espesos bosques, ramblas desérticas en
vergeles y sierras resecas se cubrieron de manto verde. Es la fototeca del Instituto Nacional de Investigaciones
Agrarias (INIA), organismo dependiente del Ministerio de Economía,
que cuenta con cerca de 21.000 imágenes, más 3.000 sin catalogar.
El impulsor de este proyecto que comenzó hace unos 15 años fue el hoy
presidente de la Sociedad
Española de Ciencias Forestales (SECE), Gregorio Montero: "La
fototeca surgió de forma voluntaria, empezamos a reunir fotos viejas que venían
en las revistas científicas. Después fuimos por las provincias pidiendo
imágenes, hasta en los colegios. Los archivos que tenemos proceden sobre todo
de instituciones pero también hay de particulares", dice este cacereño de
Cabezabellosa nacido en 1946. "Nuestro objetivo es recoger el cambio del
paisaje del país, una memoria histórica del patrimonio forestal".
En esas fotos en blanco y negro no solo se ven distintas especies de
bosques, también hay campesinos arando, no con tractores, sino con ganado;
paisanos con boina y alpargatas empleados en trabajos manuales de repoblación,
hombres ocupados en tareas para corregir aludes y ramblas y levantar diques,
mujeres trabajando en pequeñas fábricas, carros tirados por burros que acarrean
madera…
Montero, ingeniero de montes, ha reunido esta colección con la ayuda de
solo dos personas, Roberto Vallejo y Ricardo-Ruiz Peinado. Su deseo ahora es disponer
de personal para escanear las 3.000 instantáneas que aún no están accesibles en
Internet.
El retrato que tejen esas fotos de la masa forestal española muestra los
efectos esquilmadores que provocó la prevalencia del poderoso Concejo de la
Mesta, la España ganadera. Además del pastoreo, fueron terribles para los
montes "la tala de árboles para acciones bélicas y la minería",
apunta Luis Gil, miembro de la Real Academia de Ingeniería.
De las minas subraya que "para lograr una tonelada de carbón se necesitan
cuatro de madera". En los litorales la excusa fue "la pez para
calafatear los barcos", mientras que en otras zonas de España fueron los
hornos para fabricar cerámica los que eliminaron el arbolado.
El hito del trienio liberal
En ese recorrido histórico por la España talada hay un hito. Entre 1820-23,
en el trienio liberal, se aprobó, apunta Montero, "la desamortización de
bienes aristocráticos que propició la venta de muchos bosques". Gil
recuerda la corrupción que envolvió este proceso. Los oligarcas se encargaban
con sus influencias de que el precio de salida en la subasta fuera bajo.
"Los que compraban, podían por ley desembolsar solo una parte, el 30%. Entonces
talaban ese bosque, vendían la madera, que era muy apreciada, sacaban el dinero
del país y después se declaraban en bancarrota. Así no tenían que pagar el
resto".
A esta burla a la legalidad, le sucedió en 1836 la conocida desamortización
de Mendizábal, que sacó a la venta bienes eclesiásticos. "Entonces se
produjo una auténtica destrucción de los montes, que está registrada, de cuatro
a siete millones de hectáreas", explica Montero, que fue cabrero de niño.
"Los liberales pensaban que todo el patrimonio debía estar en el mercado,
mientras que los conservadores eran más estatalistas". Las miles de fotos
del archivo muestran a fines del XIX un paisaje desolador, yermo, de sierras
peladas sin una sombra para protegerse del calor.
Este afán talador empezó a cambiar a principios del siglo XX, cuando se
aprobaron varios planes de reforestación que registra la fototeca del INIA:
1926, 1935 —suspendido por la Guerra Civil— y 1938, en plena contienda.
"En la zona franquista se aprobó una ley que se había intentado poner en
marcha en la II República. Se le cambió el nombre y en marzo de 1941 echó a
andar el Plan de Repoblación Forestal", añade Montero. "Franco vio
claro que en un país con tanta población rural y hambre había que crear trabajo
en el campo". Este experto calcula que durante la dictadura franquista
(1939-1975) se repoblaron unos 4,5 millones de hectáreas, "y en general
con criterios acertados".
A este plan del franquismo le siguieron el nacimiento del
movimiento conservacionista, el éxodo rural y el abandono de la actividad
ganadera. Hoy España tiene "un 54% de superficie forestal (unos 27,5
millones de hectáreas) y es el tercer país con más masa arbolada en Europa
después de Suecia y Finlandia", concluye Montero. Cifras que quedan muy
lejos del erial en blanco y negro retratado en este archivo histórico y una
demostración de que bosques como el pinsapar gaditano de Grazalema no siempre
fue así de frondoso.
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