Hace hoy 20 años, Fraga acabó en las urnas con la primera experiencia de gobierno de coalición en Galicia, el tripartito presidido por González Laxe
DANIEL SALGADO - El País - 17/12/2009
"Nuestro Gobierno intentó, sobre todo, coordinar e integrar Galicia. Después llegó Fraga, que se dedicó más bien a desintegrar el país". Quien habla, Fernando González Laxe, se convirtió el 28 de septiembre de 1987, con 35 años, en el presidente más joven de los gobiernos españoles en democracia. "Junto a Aznar, entonces jefe del Ejecutivo de Castilla y León", recuerda. Y lo hizo gracias a los votos de su partido, el socialista, los de Coalición Galega (CG) y los del Partido Nacionalista Galego (PNG), que en una moción de censura apearon de la cabeza de la Xunta al conservador Xerardo Fernández Albor.
En aquel primer Gobierno no de derechas participaron las tres formaciones que apoyaron a Laxe en el Parlamento. Fue el movimiento de escaño de Xosé Luís Barreiro, vicepresidente de Albor y después del tripartito como coaga, el que facilitó una nueva mayoría al tiempo que cernió la sombra de la falta de legitimidad sobre la coalición.
"No existía la suficiente cultura política entre la gente, que no comprendía la perfecta normalidad democrática de una moción de censura", recuerda Pablo González Mariñas (A Coruña, 1944), entonces militante del PNG, conselleiro de Presidencia y portavoz gubernamental. Para el ex presidente, hoy al frente de Puertos del Estado en el Ministerio de Fomento, tampoco existen dudas: "El gallego no es un sistema presidencialista, es el Parlamento el que escoge al presidente y aquello fue totalmente normal".
El balance que realiza González Laxe de aquellos mil días de gobierno resulta inequívocamente positivo. "Galicia comenzó a situarse en el exterior", explica, y cita la fundación Galicia-Europa y la potenciación de los centros gallegos en el exterior. "También nos volcamos en la tecnología y creamos las universidades de Vigo y A Coruña", añade, antes de rememorar una idea fuerza repetida en aquella época: la Galicia policéntrica estructurada alrededor de las siete ciudades.
Al tripartito, que sólo contaba 34 de los 71 asientos de Fonseca (entonces sede parlamentaria), lo sostuvo en numerosas votaciones el único diputado del Bloque Nacionalista, Xosé Manuel Beiras. Y una cohesión interna que, quizás por contraste con el bipartito de Touriño y Quintana, los protagonistas de la experiencia se empeñan en resaltar. "Se trabajó como un solo Gobierno y no como tres partidos", afirma Laxe, "y el presidente asistía a los actos de todos los conselleiros; no recurrimos al voto en ningún Consello".
Así se comporta tambien la memoria de Xosé Luís Barreiro (Forcarei, 1949). "La coalición funcionó en lo político y en lo personal; éramos amigos", argumenta, "y se fundamentó en supuestos más sólidos que el bipartito". Pero no todo sumó. "El discurso era coherente, aunque nos centramos en la gestión y hubo déficit de política". Y si algún político no pecaba de déficit de política ése era Manuel Fraga, quien, previo y maquiavélico pacto con su rival Felipe González, se presentaba a las elecciones gallegas. La mayoría obtenida aquel 17 de diciembre de hace dos décadas resultó escasa pero absoluta.
"Se utilizaron extrañas maniobras para derrotar a la coalición", asegura Barreiro, a quien le preocupa la falta de análisis del período. "Existe un discurso enormemente falseado sobre el tripartito", continúa, "en la prensa, en el PP e incluso en sectores del PSOE". Y al politólogo le causa desazón la ausencia de pensamiento porque así la derecha ratifica lo "circunstancial" de las alternativas a su condición de "dueño electoral de Galicia".
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