Hallado un diario del polígrafo ourensano sobre el golpe
fascista en Lugo
Es 2 de agosto de 1936. El golpista comandante Manso es enterrado en Lugo.
Entre la multitud presente, un obrero levanta el puño y entona la consigna UHP
(“Uníos, hermanos proletarios”). En el acto recibe dos tiros de pistola que
acaban con su vida.
El relato, de crudeza telegráfica, figura en un diario personal hasta ahora
desconocido: el que el polígrafo ourensano Xosé Ramón e Fernández-Oxea, alias
Ben-Cho-Shey, escribió en la ciudad amurallada entre el 19 de julio de 1936
—día siguiente al alzamiento— y el 21 de agosto del mismo año. Ben-Cho-Shey
está en Lugo como inspector de educación, pero además es presidente provincial
del Partido Galeguista, cargo que en el nuevo contexto resulta letal en potencia.
El diario en el que durante cinco semanas consigna las infamias de los
sublevados, sin escatimar críticas, podría haberle costado caro.
Xoán Ramiro Cuba, investigador de la Diputación de Lugo, ignora cómo
preservó Fernández-Oxea esa y otra documentación comprometedora. Lleva un par
de meses buceando en el archivo personal de Ben-Cho-Shey, albergado en la
biblioteca de la Diputación de Ourense, para preparar una exposición sobre sus
años lucenses. Dentro de una caja de diarios, “en un cuaderno perteneciente a
un diario de 1918”, encontró las páginas datadas en el verano del 36.
“Totalmente inédito”, recalca.
El diario pasó así a un primer plano dentro del Año Ben-Cho-Shey diseñado
por el Área de Cultura de la Diputación de Lugo. Cuba trabaja ahora en la transcripción
y notas al texto para preparar “cuanto antes” una edición comentada,
“contextualizando los muchos nombres que aparecen”. En letra pulcra y legible,
Fernández-Oxea da fe de los sucesos políticos de esos días de plomo: el asalto
a la Casa del Pueblo de la calle Quiroga Ballesteros; la llegada como
prisioneros de los carabineros de Ribadeo, leales a la República. Las
anotaciones no tienen desperdicio. 5 de agosto: “Llegan mis padres y Teresa,
que vienen asustados de las bestialidades que cometen los fascistas en
Ourense”. En otro momento: “Hoy he sabido que hay orden de detención contra mí,
Fole y Piñeiro”.
A su llegada a Lugo, en 1935, Ben-Cho-Shey había sucedido al fallecido Reinaldo
Gómez al frente del Partido Galeguista en la provincia, con Ánxel Fole como
secretario. Esta adscripción le cuesta en 1937 una suspensión de empleo y
sueldo de tres meses. Le siguen el destierro a Cáceres y más tarde a Toledo. El
contenido de su domicilio de Lugo —libros, documentos, incluso muebles—
encontró un alojamiento provisional en casa de su amigo Uxío Campo, padre de la
escritora Marica Campo, en Val do Mao (O Incio). En años posteriores,
Ben-Cho-Shey visitaría varias veces esa casa —“al menos tres”, apunta Cuba— y
otros lugares de Galicia, donde no se priva de contactar con miembros del
partido. Pero no volvería a residir en Galicia. Después de la guerra se instala
en Madrid, la ciudad donde estudió Magisterio e hizo parte del servicio militar,
hasta su fallecimiento en 1988.
El archivo personal del polígrafo que atesora la Diputación de Ourense
incluye gran cantidad de documentos políticos, otros diarios —volvió a
escribirlos entre 1939 y 1943—, recortes de sus artículos, cuadernos de notas,
fotografías y unas 5.000 cartas de todas las épocas de su vida. Un patrimonio
que el propio intelectual comenzó a depositar en la institución provincial en
los setenta y cuyo traslado se completaría tras su muerte.
Es el legado de un intelectual de obra poliédrica que abarca dialectología,
heráldica, arqueología, etnografía, historia del arte e incluso creación
literaria. De todo ello dejó constancia en Lugo, con investigaciones sobre
escudos nobiliarios, patrimonio prerromano o iglesias románicas de la Ribeira
Sacra. Pero Cuba, en particular, se está quemando las pestañas con el material
inédito. Atrapado por la correspondencia —casi toda cartas recibidas; apenas
hacía copias de las enviadas— que Ben-Cho-Shey mantuvo con correligionarios
políticos, científicos, familiares y amigos o centros gallegos de América.
Cartas que permiten reconstruir no solo una biografía personal, sino contextos
como el del Partido Galeguista en Lugo durante el prólogo e inicio de la
guerra. Correspondencia que tampoco ha sido editada.
Y los diarios, por supuesto: los de la inmediata posguerra son otra mina.
En abril de 1940, Ben-Cho-Shey reseña que “ayer hubo en Valencia una
concentración de 200.000 camisas, entre nuevas, viejas y remendadas”. Siempre
“muchísimo humor y retranca, incluso en las cosas dramáticas”, subraya Ramiro
Cuba. Aunque “hay días que me invade la desesperación”, anota el polígrafo
aquel mismo abril. Por esa época, Ramón Piñeiro cumple condena en Madrid y la
esposa de Fernández-Oxea, la andaluza Isabel Algarra, lo visita haciéndose
pasar por su prima. Cuba caracteriza al ourensano como un hombre bueno
machadiano, “que le hacía favores a todos, se relacionaba con todos, se
carteaba con gente de todas las ideologías”. “Fole decía que era el mejor
hombre que había conocido en su vida”, añade.
El equipo del Año Ben-Cho-Shey de Lugo pretende honrar su memoria al
máximo. Está prevista una exposición biográfica, mesas redondas y una ruta
guiada por sus pasajes lucenses. Se ha perdido la pista, en cambio, de su
familia madrileña. “Tuvo una hija que, según las noticias que tengo, ha
muerto”, explica Cuba. “Y esta tuvo un hijo al que no conseguimos localizar”. El
tema no es baladí, porque está pendiente de aclarar si la edición del diario
hay que negociarla con sus descendientes o con la Diputación de Ourense.
El coordinador del Año Ben-Cho-Shey lamenta el cierto
olvido, “incluso con dificultades económicas”, que vivió el homenajeado en sus
últimos años en Madrid. Probablemente ese olvido inspira su último sarcasmo, el
epitafio grabado en su lápida del cementerio ourensano de San Francisco, donde
pide que se omitan las honras post-mortem, porque las cosas “o se hacen a su
tiempo, o no se hacen”.
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