Los islamistas matan a pedradas a una pareja que convivía
sin casarse
Milicias ciudadanas inician la ‘liberación’ del área
ocupada por los tuaregs
A los primeros golpes, la mujer se desvaneció; el hombre gritó una vez
antes de callarse para siempre. Así describe un testigo la muerte por
lapidación de una pareja con dos hijos —el más pequeño, de seis meses— cuyo
único pecado fue vivir juntos sin casarse. Se trata del primer caso de condena
a muerte a pedradas desde que grupos armados radicales —tuaregs e islamistas— tomaron el norte
de Malí hace cuatro meses.
El suceso ocurrió el domingo en Aguelhok, ante una turba de 200 personas
cuidadosamente escogidas por los organizadores de la lapidación. “Yo estaba
presente en el lugar. Los islamistas llevaron hasta el centro de Aguelhok a la
pareja no casada (...), los metieron en dos agujeros [excavados en la tierra] y
los verdugos los lapidaron hasta la muerte”, declaró a la agencia France Presse
uno de los testigos bajo la condición de anonimato. Otro informó de que la
pareja deja dos hijos y que vivían todos juntos a las afueras de Aguelhok, “en
la sabana”.
La ciudad de Aguelhok está bajo control del grupo armado
islamista Ansar Din (Defensores del islam), aliado de Al Qaeda en el
Magreb Islámico y uno de los objetivos de la milicia ciudadana Ganda Izo.
Integran esta unos 2.000 voluntarios, parte de los cuales han comenzado a
avanzar hacia el norte de Malí y establecido una base en Bambara Moude, a 95
kilómetros de Tombuctú, y otra en Douentza, a 300 de Gao, en zonas controladas
por Ansar Din y por el Movimiento por la Unicidad de la Yihad en África del
Oeste (Muyao), otro de los grupos radicales que operan en la zona.
Se trata del primer paso de lo que los milicianos denominan la “liberación
del norte”, cuyo objetivo es eliminar todo rastro de los tuaregs del Movimiento
Nacional de Liberación del Azawad
(MNLA), que el 17 de enero iniciaron una rebelión con el apoyo de islamistas
radicales que expulsó al Ejército maliense de las tres provincias del norte:
Gao, Kidal y Tombuctú.
Los Ganda Izo se hacen llamar grupos de autodefensa y son herederos de la
milicia Ganda Koye, surgida en los años noventa en el norte del país para hacer
frente a los independentistas tuaregs. Integradas por combatientes de todas las
etnias de Malí, pero sobre todo songhais, peules y ciudadanos de origen árabe,
las milicias Ganda Izo, Ganda Koye, el Frente de Liberación del Norte (FLN) y
Bou Yan Ba Hawi no parecen dispuestas a confiar en una reacción del Ejército
regular y no quieren ni oír hablar de la presencia de una fuerza internacional
en suelo maliense.
En el campamento juvenil de Soufouroulaye, a pocos kilómetros de Mopti, hay
no menos de mil jóvenes. Y cada día llegan más. Es el corazón de Ganda Izo
—“hijos de la tierra”, en lengua shongay—, la milicia que ha dado el primer
paso enviando unos 200 efectivos al norte del país. El calor es horroroso, pero
la moral está por las nubes. “Ya estamos allí y vamos a dar la sangre por
nuestra tierra, hasta la última gota, hasta el último cartucho”, asegura el
capitán Dadis Meiga. Las armas y la comida para la tropa escasean, pero cada
día dedican horas a la instrucción militar, gracias a la presencia de
exsoldados entre ellos.
Los miembros de Ganda Izo que se encuentran en Douentza ya han tenido que
batirse en una primera escaramuza con el MNLA. El comandante Hamidou Diallo
asegura: los tuaregs “nos atacaron desde dos pick ups [camionetas] y
respondimos abriendo fuego”.
El avance de este grupo de autodefensa se ha hecho con el “visto bueno” de
los islamistas. “No hemos firmado ningún acuerdo con Muyao o Ansar Din, pero en
este momento compartimos un mismo enemigo, el MNLA”, asegura Diallo. Los
milicianos están convencidos de que los salafistas no son, en este momento, el
verdadero rival a batir, y sí los tuaregs.
El comandante de Ganda Izo Mahamadou Ousseyne Diallo, ataviado con ropa
militar y un turbante azul, hace formar a los milicianos bajo el sol. Y les
dirige unas palabras: “Estamos aquí, venidos de todos los rincones de Malí,
para liberar nuestra tierra”, les grita. Desean continuar avanzando en el norte
para “vengar la afrenta”. Se refieren a la expulsión del Ejército a finales de
marzo pasado. “¿Cómo pudieron irse así, sin enfrentarse a los rebeldes, dejando
a nuestras familias expuestas a robos, pillajes, saqueos y violaciones? Esto ha
sido una traición”, asegura.
Otros grupos de autodefensa que se entrenan en Mopti son Ganda Koye y el
Frente para la Liberación del Norte (FLN), mientras que en Bamako destaca la
presencia de Bou Yan Ba Hawi (BYBH), que en lengua songhay significa “es mejor
morir con dignidad que vivir con vergüenza”. Según Mohamed Dioudara,
responsable de BYBH, “las armas que necesitamos están a punto de llegar. Pronto
iremos al norte, con o sin el Ejército de Malí. Lo que no podemos permitir como
malienses es que vengan soldados de otros países a resolver nuestros problemas,
esto tenemos que arreglarlo nosotros”.
Mientras tanto, la clase política continúa negociando la
formación de un Gobierno de unidad nacional a instancias de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste
(Cedeao). El país se halla en punto muerto después de que el avance de la
rebelión tuareg desencadenara un golpe de Estado militar y la caída del presidente
Amadou Toumani Touré y de que su sustituto, el presidente interino Dioncounda
Traoré, abandonara el país a finales de mayo tras ser brutalmente agredido en
el palacio presidencial por una masa de manifestantes.
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