A partir de 1979, y durante cuatro años, ETA
Político-militar y el más temido terrorista internacional colaboraron en varios
atentados en Europa. La alianza se quebró porque Carlos actuó en Francia.
Personas que participaron en los contactos descubren detalles inéditos de ese
nexo
LUIS R.
AIZPEOLEA País Vasco 29 JUL 2012 -
00:00 CET
Sería en el otoño de 1977 cuando Sabin Achalandabaso paseaba por la
localidad francesa de San Juan de Luz y, al detenerse en un semáforo, observó
que un hombre le hacía señas con las cejas desde la acera de enfrente.
Achalandabaso, que había sido delegado de ETA Político-militar en Argelia,
podía haber hecho cualquier cosa (darse media vuelta, por ejemplo), pero optó
por acercarse a ese hombre con aspecto de funcionario, y preguntarle a la cara:
“¿Te tengo que conocer de algo?”.
—Deberías conocerme porque te llevo siguiendo un año —respondió el
misterioso hombre con una sonrisa—. ¿Nos podemos tomar un café?
Achalandabaso asintió.
Tomaron asiento en una cafetería próxima. Su interlocutor se identificó
como funcionario de la DST, el contraespionaje francés. La conversación fue
breve. Tras explicarle que la policía francesa conocía la existencia de
relaciones entre ETA y el terrorista internacional de origen venezolano Ilich Ramírez
Sánchez, alias Carlos (1949), le propuso que le contara todo
lo que supiera de ello. A cambio, se comprometía a darle pistas sobre la
desaparición un año antes, en el País Vasco francés, del dirigente de ETA
Político-militar, Eduardo Moreno
Bergareche, Pertur. Esa desaparición, cuya autoría y
desenlace ya entonces suscitaba, y todavía hoy, muchos interrogantes entre sus
compañeros: eran muchos los que dudaban de la versión, según la cual le habían
secuestrado disidentes de ETA Político-militar que se integraron en ETA Militar
en 1977, los conocidos como berezis (comandos especiales).
Achalandabaso rechazó la propuesta.
Al día siguiente recibió una notificación oficial de la prefectura francesa
por la que le retiraba el permiso de residencia en Francia. Personas que
participaron en esos contactos revelan a El PAÍS detalles no conocidos hasta
ahora.
La contundente reacción de la prefectura no era baladí. La policía francesa
perseguía con auténtico celo a Carlos desde que el 27 de junio de 1975
asesinara en la parisina calle Toulliers a dos funcionarios de la DST francesa
y a un libanés cuando trataban de detenerlo. Carlos, vinculado entonces al Frente Popular de Liberación de Palestina
(FPLP), tenía su base en Yemen del Sur.
Por entonces, Carlos era una figura del terrorismo internacional. No solo
le buscaban los franceses. Había muchos Gobiernos occidentales interesados en
su captura, sobre todo desde que el 21 de diciembre de 1975 lideró un comando
que asaltó la sede de la OPEP
en Viena para tomar como rehenes a 42 personas, entre ellos a los ministros del
petróleo de los países miembros del cartel petrolero. Esa fue una acción muy
arriesgada, que terminó con la muerte de tres de los secuestrados, entre ellos
el representante libio. Esta última muerte fue un error, que le costó caro a
Carlos porque había cometido ese acto terrorista por encargo del líder libio
Gadafi, quien no perdonó este error. Como quiera que Libia era el refugio de
Carlos, éste tuvo que cambiar de domicilio y pasar una temporada en Argelia
antes de montar su base de operaciones en Yemen del Sur.
Y fue en Argelia donde Carlos y ETA contactaron. Algo que sabían los
franceses.
En los campos de entrenamiento de la Academia de policía de Argel residían
entonces militantes de varias organizaciones revolucionarias, sobre todo
palestinas y movimientos de liberación africanos. Entre las organizaciones
revolucionarias europeas había representaciones del MPAIAC (el movimiento revolucionario canario
que lideraba Antonio Cubillo y que disponía de una emisora en territorio
africano) y de ETA Político-militar, que acababan de ser autorizadas por el
régimen de Boumedian para utilizar sus campos de entrenamiento, como represalia
al Gobierno español por ceder el Sáhara a Marruecos. Muchos de los más
cualificados militantes de ETA que destacaron por su actividad terrorista en
los años setenta y ochenta en España pasaron por esos campos de entrenamiento.
Allí, Carlos conectó con la representación de ETA Político-militar. El
terrorista internacional más popular, que sentía querencia hacia el País Vasco
(casi 30 años después manifestó en el juicio celebrado en París que sus
orígenes eran “negros, indios y vascos”), invitó a los militantes polimilis
a su campo de entrenamiento de Yemen del Sur. Accedieron tres.
Aquel era un campo de entrenamiento mucho más precario que los que cedía
Argelia, recuerda uno de los polimilis. A los tres polimilis que
acudieron al campo de Yemen del sur les quedó como recuerdo haber coincidido
con el comando de seis terroristas de las Células Revolucionarias alemanas y
del FPLP, que participó pocos meses después, el 27 de junio de 1976, en el
secuestro de la aeronave de Air France, con 248 pasajeros, que hacía el
recorrido Tel Aviv-París.
Aquel secuestro culminó en Entebee (Uganda), el 4 de julio de 1976, con la
intervención de 100 comandos israelíes que atacaron a los terroristas y a los
soldados ugandeses. El balance fue brutal. Todos los terroristas fueron
asesinados, así como 45 soldados ugandeses, tres rehenes y el oficial israelí
que comandó la operación, Nathan Netanyahu, hermano del hoy primer ministro
israelí, Benjamín. Previamente al asalto, los terroristas liberaron a los
pasajeros no judíos, la mitad, aproximadamente.
Por tanto, en 1977 no había existido más relación entre ETA y Carlos que la
estancia de tres militantes en el campo de entrenamiento de Yemen del Sur. Pero
la policía francesa quería conocer cualquier detalle del terrorista y de sus
centros de entrenamiento.
Fue a partir de 1979 cuando la relación entre ETA y Carlos se hizo más
estrecha. Y en esa nueva relación representó un papel fundamental un hombre muy
peculiar, el ciudadano belga de origen flamenco, Luc Edgar Groven (1950),
conocido como Lucas o Albert, que llegó a ser responsable internacional de ETA
Político-militar.
Groven era todo un personaje. Procedía de la izquierda radical como otros
muchos extranjeros que durante el franquismo habían colaborado con ETA, tras el
renombre internacional que esta organización alcanzó después del proceso de
Burgos de 1970 y tras el atentado mortal contra el presidente del Gobierno franquista,
el almirante Carrero Blanco, en 1973. Groven, además de actuar como responsable
internacional de ETA Político-militar desde finales de los años setenta,
trabajaba también para el IRA irlandés. Sus relaciones le permitían mantener
contacto con otras organizaciones armadas de la época y visitar los campamentos
palestinos en Oriente Medio.
Groven conoció a Magdalena Kopp,
compañera de Carlos, y a Johannes Weinrik, militantes de las Células
Revolucionarias alemanas. Fue en Berlín en 1979. Weinrik y Kamal al Issawi, Ali,
se convirtieron en los dos colaboradores habituales de Carlos en sus campañas
terroristas.
Porque Carlos había evolucionado en su actividad terrorista. Ya no era un
mero hombre del FPLP palestino. Era un mercenario que trabajaba para el país
que le pagaba, en la órbita de los enemigos de Estados Unidos, Israel y sus
aliados. Entre sus clientes habituales figuraban Irak, Libia, Rumanía y Siria.
Carlos estaba controlado por la Stasi, la inteligencia de la República
Democrática Alemana, que era lo mismo que decir el KGB soviético. Se movía
habitualmente por Budapest, la capital de Hungría. Allí estaba su oficina
central.
Y fue en Budapest donde mantuvieron el primer contacto Carlos y Groven, al
que solía acompañar algún otro dirigente de ETA Político-militar. Carlos se
comprometió a proveer de armas y explosivos a ETA Político-militar a cambio de
que esta organización le facilitara automóviles para cometer atentados en
Europa. Fue un periodo de colaboración no muy largo porque ETA Político-militar
terminó disolviéndose en septiembre de 1982. Desde febrero de 1981, tras el
intento de golpe de Estado frustrado del 23-F, había iniciado un proceso de
final de la violencia con una tregua. Pero hasta entonces, y durante dos años,
Carlos y Groven, contrario al proceso de final de la violencia, llegaron a
reunirse hasta cinco veces en Budapest.
El primer atentado de Carlos en el que se conoce que participó ETA Político-militar
se produjo el 21 de febrero en 1981. Fue el atentado cometido en Múnich contra
los locales de Radio Libre Europa, emisora financiada por Estados Unidos para
realizar propaganda contra el bloque soviético.
Carlos recibió el encargo de la Rumanía de Nicolae Ceausescu. Los
militantes polimilis consiguieron el automóvil que utilizaron los
terroristas de Carlos para destruir la emisora de radio. La explosión reventó
los locales de Radio Libre Europa, pero no causó víctimas. La operación
fracasó, al no lograr el objetivo de destruir las emisiones rumanas, sino las
checas.
Groven también consiguió el vehículo en el que fueron detenidos, el 16 de
febrero de 1982, Magdalena Kopp, la compañera de Carlos, y Bruno Breguet, Luca,
otro colaborador del terrorista venezolano, cerca de la sede de la revista Al
Watan Al Arabi, en la calle Marbeuf, de París, contra la que intentaron
atentar. Breguet intentó disparar contra un policía que les pidió los papeles,
pero se le encasquilló la pistola. Fueron detenidos. La policía encontró en el
interior del vehículo dos bombonas de gas llenas, cinco kilos de penthrit
y planos.
Dos meses después, el 22 de abril, primer día del juicio de Magdalena Kopp
y de Breguet, se produjo un atentado contra dicha publicación que costó la vida
a una persona e hirió a 63.
Aquel atentado fue un encargo de Siria. ETA Político-militar siempre negó
la participación en dicho acto terrorista y argumentó que su norma era no
atentar en territorio francés, dónde residían muchos de sus miembros. Francia
aún no había decidido actuar con resolución contra el santuario de ETA
en su territorio, y los polimilis, a cambio, evitaban crear problemas a
la policía gala. Pero Carlos, tras la detención de su novia, inició una intensa
campaña terrorista en Francia para tratar de lograr su liberación. Entre 1982 y
1985, Carlos asesinó en Francia a 11 personas e hirió a cerca de 150.
Algunos de los atentados en Francia fueron muy graves. Hizo estallar una
bomba en un tren que cubría la ruta Toulouse-París el 29 de marzo de 1982, con
un balance de cinco muertos. Puso una bomba en la estación de tren marsellesa
de Saint Charles, con dos muertos. Y otra contra el tren de alta velocidad a
Tain, con tres muertos. Todo ello, además de la explosión en la revista Al
Watan Al Arabi.
Magdalena Kopp fue condenada a cuatro años de prisión. Pero el tribunal le
redujo siete meses la condena por buena conducta, siendo expulsada a la
República Federal Alemana. En un mes se trasladó a Siria y en 1985 se casó con
Carlos. En 1990, con motivo de la guerra del Golfo, abandonan Siria, al aliarse
este país con Estado Unidos contra Irak, y se trasladan a Libia. Allí duran
poco tiempo, y Kopp terminó su periplo en Venezuela antes de trasladarse a
vivir a Alemania, ya separada de Carlos, donde hoy reside con su hija en su
ciudad natal, Neu-Ulm.
La colaboración entre Carlos y ETA Político-militar tuvo su contrapartida
para los etarras. La organización vasca recabó la colaboración del terrorista
Carlos con motivo del secuestro del padre del cantante Julio Iglesias. Lo
secuestró el 30 de diciembre de 1981 y fue liberado por los geos 20 días
después, el 19 de enero de 1982 en Trasmoz (Zaragoza).
Durante mucho tiempo hubo gran confusión acerca de este secuestro. Todavía
hay quienes están convencidos de que fue obra de delincuentes internacionales.
El motivo de la confusión radica en que ETA Político-militar nunca reivindicó
el secuestro porque se encontraba en tregua desde el 28 de febrero de 1981. La
realidad, según han confirmado fuentes cercanas a esta organización, es que se
trató de una operación de mera supervivencia económica. ETA Político-militar
necesitaba dinero y le venía bien la creencia de que el secuestro había sido
obra de unos delincuentes. Pretendía reeditar el éxito que tuvo, en enero de
1981, con el secuestro del industrial alcireño, Luis Suñer, que le reportó unos
350 millones de pesetas (algo más de dos millones de euros) tras liberarlo en
abril de ese mismo año.
Para contribuir a la confusión, ETA recabó la ayuda de Carlos, a quien le
pidió que cobrase el rescate del secuestro del padre de Julio Iglesias en
Líbano. La colaboración la negociaron Carlos y Luc Groven en Budapest. ETA
pidió 2.000 millones de pesetas a la familia Iglesias como precio por el
rescate. La operación se frustró por la actuación de los geos en Trasmoz
(Zaragoza).
Curiosamente, la detención del comando, del que formaban parte militantes
desconocidos de ETA Político-militar, fue fruto de una casualidad, alimentada
por una indiscreción. Un militante residente en Irún (Gipúzkoa) comentó a
miembros de su cuadrilla, pertenecientes a ETA Militar, para darse importancia,
que el secuestro del padre de Julio Iglesias pertenecía a su organización. Una
redada oportuna de la policía entre los milis de la zona propició la detención
del polimili, y de ahí las pistas que condujeron a la policía a Trasmoz
(Zaragoza).
El ministro del Interior, Juan José Rosón, del Gobierno de UCD, que
negociaba con Mario Onaindia y Juan María Bandrés la disolución de ETA
Político-militar, temió que el secuestro del padre de Julio Iglesias supusiera
la ruptura de la tregua de los polimilis. Pidió explicaciones a sus
interlocutores y la banda terrorista contestó que aquella era una operación de
abastecimiento económico y que no suponía la ruptura de la tregua.
Ocho meses después, en septiembre de 1982, ETA Político-militar se
disolvió, pero un grupo de sus militantes se escindió, los octavos, que con el
tiempo se integraron en ETA Militar. Entre ellos, además de Groven, figuraban
Arnaldo Otegi, hoy dirigente de la izquierda abertzale, y Javier López
Peña, Thierry, uno de los últimos jefes de ETA Militar, detenido en 2008
en Burdeos (Francia).
Durante 1980 y 1982 hubo varias operaciones de envío de armas de Carlos a
ETA Político-militar, en cumplimiento de su compromiso alcanzado con Groven. El
primer viaje se produjo el 4 de noviembre de 1980 y se realizó en una autocaravana
Toyota adquirida con dinero de los polimilis.
En mayo de 1982, la DST francesa interceptó un cargamento de armas y
explosivos de Carlos a los polimilis. El transportista era otro fichaje
de Carlos, un anarquista francés, Patrick Chabrol, al que acompañaba su
compañera bretona, que recogió la mercancía en Bucarest (Rumanía) y de regreso
a Francia notó que le seguían. Fue detenido al sur de Burdeos por la policía
gala.
La DST puso a ETA Político-militar ante un dilema: o revelaba los
itinerarios de los viajes, con la pretensión de conocer la tan perseguida ruta
de Carlos, o pasaba el asunto a la policía judicial. La dirección de ETA
Político-militar, asustada por las consecuencias tan graves para su
organización de una intervención de la policía judicial francesa, decidió
colaborar. De este modo, las autoridades francesas conocieron el itinerario del
tráfico de armas de Carlos. Empezaba en Yemen del sur y pasaba por Moscú,
Berlín y Budapest. De la capital de Hungría pasaba a Rumanía, Yugoslavia,
Italia y Francia.
ETA Político-militar está convencida, según uno de los dirigentes que
conoció a Carlos, de que la DST fue informada de la operación por los servicios
secretos de la Rumanía de Ceausescu, en un momento en el que el terrorista
venezolano empezaba a sufrir el acoso de los países que le protegían. “Carlos
era un fanfarrón y actuaba por su cuenta. Llegó un momento en el que comenzó a
ser incómodo para las organizaciones y los países que le protegían. Hay que
contar, además, con los cambios de alianzas de los países que le amparaban.
Pronto perdió el apoyo del FPLP. Pero también lo perdió de Libia, de Siria”,
señala un polimili que trató a Carlos.
Con la caída del bloque comunista, en 1989, Carlos perdió su último refugio
y acabó fijando su residencia en Sudán: en la capital, Jartum, fue entregado
por su misma escolta a la policía francesa el 15 de agosto de 1994. Las
autoridades sudanesas habían pactado su entrega con el Gobierno galo y su
entonces ministro del Interior, Pandraud. Carlos fue trasladado a París.
Tras la operación fallida del último cargamento de armas, Luc Groven rompió
su relación con Carlos, al comprender el riesgo que significaba para su
seguridad y para la de la organización vasca. Para entonces, ETA Político-militar
ya estaba rota, por la decisión de disolverse. Groven se pasó a los escindidos,
a los que no aceptaron el final de la violencia, los denominados octavos.
La DST temió que los octavos mantuvieran los contactos con Carlos.
Eso explica por qué, años después, en enero de 1984, la policía francesa detuvo
a la cúpula de los octavos y los expulsó a Panamá y Cabo Verde. Entre
ellos estaba su líder, Txutxo Abrisketa, que viajó a Cuba, donde hoy reside.
Aquella operación policial francesa sorprendió entonces, en 1984, porque no
tenía precedentes y porque no afectó para nada a ETA Militar. Y es que ETA
Militar rehusó mantener contactos con Carlos. Su responsable internacional en
aquellos años, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, lo rechazó. No se fiaba
del famoso terrorista internacional, ni de sus relaciones con el bloque
comunista. Josu Ternera prefirió intensificar las relaciones con los
movimientos de liberación latinoamericanos, más afines a sus planteamientos
nacionalistas.
Groven también terminó mal. Pero no en la cárcel, como Carlos. No se apuntó
a la decisión de ETA Político-militar de acabar con la violencia en septiembre
de 1982, escenificada en una sonada rueda de prensa en Biarritz, con los ya
exetarras, presentándose a cara descubierta. Lo hizo un tiempo más tarde a
través de la llamada vía Azkárraga. El entonces senador del PNV, Joseba
Azkárraga, recogió a algunos disidentes de ETA Político-militar, octavos,
reinsertados con posterioridad. Uno de ellos fue Groven. En agosto de 1985
cruzó la frontera española, acompañado de su pareja, Itziar Hernández
Zubizarreta, y de Azkárraga, y se instaló en el País Vasco con todas las
garantías legales.
Llegó a ser eurodiputado en 1997. Murió en Bilbao años después. Trabajaba
en el Consorcio de Aguas de la capital vizcaína. El 14 de agosto de 2011
apareció muerto en su domicilio por causas naturales, pocos meses antes del
segundo juicio de Carlos en París, al que debía comparecer como testigo.
Enfrentarse a su pasado, del que hacía años que se había arrepentido, le
horrorizaba, manifiestan quienes le conocieron.
En realidad, Groven y los polimilis empezaron a desconfiar de Carlos
por su comportamiento tras la detención de su novia, Magdalena Kopp, en 1982.
“Montó toda una campaña personalista para reivindicar a su novia. Le movía su
orgullo herido más que la lucha por una causa. No era un revolucionario. Era un
aventurero que vivía a todo tren”, recuerda un expolimili que trató con
Carlos.
También recuerda cómo “actuaba como un niño mimado”. “Se notaba que procedía
de una familia de la alta burguesía. Solía aparecer majestuoso, tocado con un
gorro ruso”, señala el expolimili. De hecho, un primo de Carlos, el
ingeniero Rafael Sánchez Carreño, es el influyente ministro de Energía y
Petróleo del Gobierno venezolano de Hugo Chávez. El presidente venezolano apoya
expresamente a Carlos y ha intentado, sin éxito, su repatriación a Venezuela.
Francia se ha negado, al considerarlo “un terrorista y no un revolucionario”.
Una anécdota ilustra la personalidad de Carlos. Usaba un coche
espectacular. Un día, mientras circulaba por las calles de Budapest, un
automóvil comenzó a obstaculizarle. El polimili que le acompañaba le
dijo a Carlos con ironía:
—Ahí tienes a alguien que se rebela frente al poder.
Carlos se puso histérico y respondió:
—¡Es un contrarrevolucionario!
“Para Carlos, el mundo entero se dividía entre revolucionarios y
contrarrevolucionarios. Todo era pura retórica porque nunca se hablaba de
política con él”, añade el ex
El segundo juicio contra Carlos, iniciado en París en noviembre de 2011 y
centrado en sus atentados en territorio galo entre 1982 y 1983, que costaron la
vida a 11 personas, sirvió para que afloraran las relaciones entre el
terrorista internacional y ETA Político-militar. La desaparición de los regímenes
comunistas propició que se conocieran secretos de la Stasi y de la Securitate
rumana. Esa información acabó en manos de jueces franceses y alemanes.
Durante el juicio, Carlos volvió a representar su papel altanero y
fantasioso, defendido por su nueva esposa, su abogada, Isabelle Coutant Peyre,
de 60 años, tres menos que él. El 15 de diciembre de 2011 fue condenado a
cadena perpetua. Una cadena perpetua que se une a la que le fue impuesta en
1997 por el asesinato de dos policías franceses y un civil libanés en 1975, y
con el condicionante de que necesitará un plazo mínimo de 18 años en prisión
para poder solicitar cualquier beneficio procesal.
El juicio contra Carlos, que tiene en su haber un centenar de asesinatos,
simboliza el fin de una época, la de un planeta en llamas entre los años
sesenta y noventa, con unos movimientos revolucionarios extendidos a escala
internacional que tenían, en muchos casos, su epicentro en los países del
bloque soviético. La profesionalización de Carlos, su salto de la militancia
del FPLP al trabajo mercenario, fue también la muestra de su definitiva
degeneración política.
El destino del botín del secuestro
de Suñer
ETA Político-militar entregó una parte importante
del botín logrado con el secuestro del industrial alcireño Luis Suñer en 1981,
unos 350 millones de las antiguas pesetas, al Frente Farabundo Martí, de El
Salvador, con el que financió la sangrienta ofensiva de Morazan, la primera en
importancia que esta guerrilla latinoamericana protagonizó en la guerra civil
que asoló el país en los años ochenta. La guerrilla fracasó en aquella ofensiva
y un millar de campesinos murieron en sus enfrentamientos con el Ejército.
ETA Político-militar mantuvo secuestrado entre enero
y abril de 1981 a Suñer, empresario valenciano, dueño de Cartonajes Suñer y
Avidesa, y una de las mayores fortunas españolas de aquel momento. Tras cobrar
el botín, un dirigente de ETA Político-militar, Txutxo Abrisketa, entregó al
líder del Frente Farabundo Martí salvadoreño, Joaquín Villalobos, una parte importante
del rescate en un encuentro celebrado en París.
ETA Político-militar, cuya actividad cesó en
septiembre de 1982, no limitó sus alianzas internacionales al terrorista
Carlos. Mantuvo relaciones con numerosas organizaciones revolucionarias
internacionales, sobre todo los movimientos de liberación latinoamericanos,
como el Frente Sandinista de Nicaragua y el Frente Farabundo Martí de El
Salvador. También los mantuvo antes con los tupamaros uruguayos o con los del
MIR chileno.
Algunos militantes polimilis lucharon con los
guerrilleros salvadoreños contra el Ejército durante la guerra civil de aquel
país. También algunos militantes de ETA Militar, como Francisco Arriarán, que
se casó con una guerrillera salvadoreña y murió en el curso de un ataque del Ejército
salvadoreño contra la guerrilla. A Arriarán, que tenía amputada una pierna al
resultar herido en un combate precedente, se le rompió la muleta cuando huía de
una incursión por sorpresa del Ejército. Murió acribillado a balazos. También
ETA Político-militar mantuvo relaciones con el Movimiento de las Fuerzas
Armadas portugués, tras la revolución de los claveles del 25 de abril de 1974
contra la dictadura salazarista. Portugal se convirtió en lugar de encuentro de
numerosos movimientos revolucionarios internacionales.
El principal líder del Movimiento de las Fuerzas
Armadas, el teniente coronel Otelo Saraiva de Carvalho, entregó a
representantes de ETA Político-militar instalados en Portugal todos los
archivos de la PIDE (la temida policía política del dictador luso Oliveira
Salazar, que colaboraba con la de Franco) en los que existían referencias a
ETA.
Saraiva de Carvalho mantuvo las relaciones con ETA,
y en 1980, cuando se constituyeron las Fuerzas Populares del 25 de Abril, que
tenían como referente político al líder de la revolución de los
claveles,establecieron relaciones de colaboración con los polimilis. Las
Fuerzas Populares del 25 de Abril, integradas por militares revolucionarios
desencantados por la deriva de la revolución de los claveles y que realizaron
algunos atentados y atracos, tenían un brazo político, las Fuerzas de Unidad
Popular, siguiendo un esquema similar al de los polimilis y Euskadiko Ezkerra.
Ambas experiencias acabaron pronto.
Otelo Saraiva de Carvalho fue juzgado y condenado en 1984. Pero hubo una
importante movilización popular en Portugal, que reivindicó su papel como
artífice de la revolución de los claveles, con lo que pronto fue puesto en
libertad. A su vez, ETA Político-militar se disolvió en 1982.
Ningún comentario:
Publicar un comentario