El fundador del festival prepara un libro sobre un evento
que hoy cumple 33 años
MANUEL
DARRIBA Guitiriz 2 AGO 2012 - 20:53
CET
Milladoiro nos oitenta |
Pardiñas ya tiene quien le escriba. La Feira e Festa da Música e da Arte,
que este primer fin de semana de agosto sacude un pequeño barrio de Guitiriz,
cumple 33 años como uno de los festivales más queridos de Galicia. Suficiente
historia como para que el fundador y alma máter, el cura Alfonso Blanco,
haya decidido revisitarla en forma de libro. “Sin fecha prevista de edición”,
aclara. “Empecé en la trigésima convocatoria y llevo unas 80 páginas,
hilvanando recuerdos año a año”. El título y el final están abiertos: Treinta
festivales más… los que queden hasta imprimir la obra.
Parece claro que el libro será un punto y seguido, vista la vitalidad de la
cita. Este año, por primera vez, hay aperitivo de rock esta noche —de pago— con
los navarros Barricada como reclamo. El cartel principal, el de mañana sábado,
brilla con el vasco Kepa Junquera y el vallisoletano Eliseo Parra, dos iconos de
la música de raíz. En la vertiente más festiva, los gallegos Quempallou y
Cuchufellos. Es el clásico cóctel de consagrados y emergentes que funciona a la
perfección desde el primer festival. La filosofía que inspiró su creación sigue
intacta: “Grupos que provoquen la participación. Queremos que la gente cante y
baile”, apunta Blanco.
Al escribir la biografía de Pardiñas, este cura activista y combativo
—nacido en Ponteceso, en plena Costa da Morte—, escribe la suya propia. Llegó a
Guitiriz en 1976, con 26 años y estudios universitarios en Salamanca, a tiempo
para participar en el bullicio de la Transición. De aquel magma social brotó la
asociación cultural Xermolos, promovida por él e integrada en sus inicios por
una veintena de chicos. En 1980 deciden aprovechar el Santo Domingo de Pardiñas
para intentar “concienciar a la gente de que era posible otro tipo de fiesta”.
Con música tradicional, exposición de artesanos y artistas, feria del libro...
Los nombres de aquel primer cartel ya son Historia: Saraibas, Xoán Rubia, María
Manuela.
Durante 14 años, la Feira e Festa da Música e da Arte ocupó los sábados y
la fiesta del barrio en su sentido clásico, con misa y orquestas, se mantuvo en
domingo. En la edición decimoquinta, año 1994, el festival copa ya todo el fin
de semana. La simbiosis cuajó y se mantiene a día de hoy: las familias siguen
acudiendo al campo, el domingo es día de meriendas y no falta la misa con
concierto de coral. Lo que en origen concibiera el indiano Domingo Cabarcos,
que construyó en los cincuenta el edificio del balneario y la iglesia y le dio
una fiesta propia al barrio, había mutado sin expulsar a los vecinos.
La comparación con Ortigueira es inevitable. Pero Blanco lo aclara: “Las
ideas las tomé de Europa, trabajaba en verano en el extranjero e incluso viví
en una comuna hippie en Bruselas”. A diferencia de Ortigueira, dice, ellos
quisieron “abrir el festival a todas las artes. Y en música valoramos también a
los cantautores”. “Nunca aspiramos a hacer algo masivo”, puntualiza, aunque la
realidad más bien lo corrige: en 2011, Pardiñas recibió a más de 20.000
asistentes. Su radio de atracción desborda con mucho la propia comarca de Terra
Cha.
El cura fundador recuerda que en los ochenta, a medida que crecía el
público foráneo y aparecían los campistas, “en la gente surgió el miedo a lo
ajeno, les llamaba la atención ver a los hippies con sus perros”. Pero, al
margen de la inevitable basura y destrozos puntuales —hay cientos de tiendas en
varios kilómetros a la redonda—, la fiesta nunca registró accidentes serios. Y
los mozos del lugar pronto se apuntaron al hippismo de los visitantes. “Los
días del festival, toda la juventud de Guitiriz duerme en tienda de campaña.
Algunos hacen incluso cabañas de dos pisos”, cuenta Alfonso.
En el apartado artístico, la progresión fue igual de arrolladora. Lo más
granado del folk gallego ha pasado al menos una vez por Pardiñas. A partir de
1988, empezaron a llegar grupos internacionales: Wolfstone, Tanahill Weavers…
Aunque, más que el desfile de estrellas de la música, Alfonso prefiere destacar
que en 1994 incorporaron “la primera feria de instrumentos tradicionales del
Estado español”, un punto de encuentro para investigadores y músicos que se
convirtió “en el espacio más visitado del festival”. En 2009, Pardiñas fue
declarada Festa de Interese Turístico Galego.
La maquinaria festiva ya está lista para el fin de
semana. La organización monta dos bares y 150 voluntarios resolverán la
logística. Tanta energía desatada bien merece un libro. El de Alfonso contará
también con textos de Manuel María, un asiduo en vida, y del apóstol bravú,
Xurxo Souto. En Pardiñas, la fiesta continúa.
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