El catedrático sevillano Bartolomé Clavero expulsa sus demonios familiares
en un libro autocrítico titulado 'El árbol y la raíz'. Sostiene que la Justicia
española "practica una prevaricación sistemática"
RAFAEL GUERRERO Sevilla 29/06/2013 publico.es
Los
herederos de la casta privilegiada del franquismo no suelen ver con buenos ojos
todo lo que suene a memoria histórica. Por algo será, aunque hay excepciones,
como la del catedrático sevillano de Historia del Derecho Bartolomé Clavero,
hijo de un destacado jerarca del franquismo, que acaba de publicar 'El
árbol y la raíz. Memoria histórica familiar', un libro profundamente
autocrítico donde airea sus demonios familiares sin complejos.
El autor
realiza un análisis íntimo e introspectivo sobre su experiencia vital personal
como miembro de una familia de la casta privilegiada del franquismo, ya que su
padre fue gobernador civil en la postguerra de Tenerife y de Segovia y acabó
siendo notario del pueblo sevillano de Cazalla de la Sierra.
Bartolomé
Clavero arremete contra el negacionismo y la contramemoria de la casta
franquista, contra los profesores fascistas de la Universidad de Sevilla donde
se educó, contra los alcaldes corruptos que se enriquecieron, contra los curas
golpistas provocadores sin olvidar a algunos pederastas, contra los
chaqueteros pseudodemócratas y contra alguno de sus hermanos al que pone como
ejemplo de "desmemoria histórica". Y lo dice abiertamente, con
nombres y apellidos, en lo que él mismo considera un "descargo de
conciencia".
"¿Ha de
respetarse, por presunción irrefutable de inocencia, a quienes seguimos
patrimonialmente beneficiándonos de aquella sangre y de aquel dolor?".
Clavero se hace esa pregunta en el libro y anota una reflexión: "Hablo
desde las perspectiva de los descendientes de vencedores, de quienes tenemos
contraídas responsabilidades aunque no tengamos personalmente responsabilidad.
Las hemos heredado con el patrimonio".
Alineado de
manera radical con la recuperación de la memoria histórica, Clavero
reconoce que entre la mayor parte de su amplia familia numerosa no ha sentado
nada bien la publicación de su libro, especialmente a su hermano Javier
-"ejemplo de desmemoria y negacionismo"- pese a que en los años 90
este llegara a ser director general en uno de los Gobiernos de Felipe González.
Uno de los privilegios inherentes a la cuna franquista era ser alumno de pago
del colegio sevillano de Portacoeli: "Los Jesuitas parecían menos
fascistas, pero el ambiente franquista era palpable. Allí vi al primer
cura que se presentó voluntario a Queipo para confesar a los condenados después
de que otra orden religiosa se retirara al constatar en las confesiones que la
gente no entendía por qué los iban a fusilar y vi cómo un cura notoriamente
pederasta no era expulsado, sino destinado a trabajar con los alumnos
gratuitos".
Pese a que
en ningún caso la Ley de Memoria Histórica prevé resarcimiento económico
para las víctimas, Bartolomé Clavero, como jurista, tiene claro que es un
tema abierto y desarrolla su argumento: "Es una perversión entender que el
Estado es responsable de todo, aunque tenga una responsabilidad tremenda por
ser sucesor del franquista. Si al Estado actual lo hacemos responsable de todo,
resulta que las propias víctimas tienen que pagar las reparaciones que ellas
mismas merecen, porque si el Estado paga, lo hace a través de los impuestos de
la ciudadanía. Al final serían las víctimas las que se estarían pagando la
reparación, si algún día se llegase a reparar todo lo que fue el inmenso
latrocinio de la dictadura franquista". Y añade sin limitarse a la
responsabilidad pública: "Alemania es un ejemplo donde empresas privadas
que colaboraron con Hitler tuvieron que indemnizar a las víctimas del
nazismo".
La
responsabilidad civil del expolio de la dictadura franquista se saldó en la
Transición de manera restringida a algunas organizaciones políticas y
sindicales históricas. "Se negoció una compensación muy por debajo del
valor de los bienes incautados, pero no hubo una devolución por la vía de la
justicia. Pero el gran expolio no fue sólo a estas organizaciones, sino también
a personas, a familias y a fundaciones privadas".
"Prevaricación
sistemática"
Este
jurista, que es el único representante español en el Foro de la ONU sobre
asuntos indígenas, arremete contra la justicia española por "practicar una
prevaricación sistemática" bajo el argumento de la prescripción de los
delitos y de que los hijos de quienes recibieron los bienes son ahora
titulares de buena fe. "No se pueden esgrimir tales argumentos cuando no
ha habido una situación normal de acceso a la justicia para que pudieran
reclamar las víctimas sus derechos". En este punto, Bartolomé Clavero
retoma su descargo de conciencia con una interpretación generosa y poco común:
"Por eso los que hemos heredado patrimonios y nos hemos beneficiado de la
posición familiar resultante de la dictadura franquista no debemos estar
exentos de esas responsabilidades".
Pese a la
lógica de sus argumentos, el profesor Clavero no cree que llegue el día en que
los herederos de los beneficiarios franquistas de los bienes injustamente
expropiados y confiscados tengan que devolver algún día las casas o las fincas
a los herederos de sus legítimos y originarios propietarios. Y pone como
ejemplo la actuación de la justicia en defensa del honor y la honorabilidad
de "los delatores y de los que prestaron testimonios falsarios que dieron
pie a fusilamientos". "La justicia ha dado la razón a sus hijos en la
defensa de un derecho indefendible", sostiene este catedrático de Historia
del Derecho, al tiempo que critica que "haya condenado a investigadores solventes
y haya ordenado la destrucción de obras como una página de Internet con muchos
datos, todo ello en defensa de ese llamado honor de quienes fueron como mínimo
ladrones y como máximo asesinos".
Bartolomé
Clavero no pasa por alto en su libro "la estratigrafía peculiar que creó
el franquismo" en Sevilla, donde más bien cabría hablar de queipismo
dada la fuerte impronta del general también conocido como 'virrey de
Andalucía'. La Basílica de la Macarena -donde reposan sus restos-, las
cofradías y las iglesias de San Gonzalo -por él- y de Santa Genoveva -por su
esposa-, las cofradías de postguerra llamadas de la Paz y la Victoria, o la
reciente retirada del
nombre de Pilar Bardem a una calle para sustituirla por el de
Nuestra Señora de las Mercedes -por la madre del general- hacen de Sevilla una
ciudad que no acaba de desprenderse de la memoria del general golpista que
traicionó a la República Gonzalo Queipo de Llano. Por si fuera poco, el
profesor Clavero añade un dato significativo más: la muy reciente rotulación de
una nueva y céntrica calle con el nombre de Jesús de la Victoria. "Este
nombre fue un invento de Queipo de Llano para celebrar la victoria fascista,
pero también ocurre que estamos en tal momento de desmemoria que no tengo
constancia de que la oposición municipal de izquierdas haya puesto el grito en
el cielo porque se le ponga una calle a la victoria franquista a estas alturas
del año 2013", concluye.
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