Los cerca de 30.000 refugiados que viven en el campamento de Dajla esperan
desmontar algún día sus jaimas y regresar a un país desconocido para muchos
Gabriela Sánchez- Tindouf
(Argelia) 20/10/2013 – eldiario.es
Muna regresa da escola acompañada pola súa nai |
Muna nació hace 9 años en un lugar creado en 1975 con la esperanza de la
desaparición de la vida que alberga, de la retirada de las miles de jaimas y
casas de adobe extendidas a lo largo del sofocante espacio desértico cedido por
Argelia, enemigo histórico de Marruecos, estado que ocupó de forma ilegal la
antigua colonia española del Sáhara Occidental. Aquí, en Dajla, le dicen que
debe esperar hasta volver algún día a su desconocida tierra. Como también le
enseñaron a Chibla, su tía, de 28 años, quien tampoco ha pisado nunca el país
del que tanto hablan. Viven por y para regresar, se quedan para irse.
Balla sí vivió en Sáhara Occidental como también sufrió el exilio y aguanta
ahora la espera. Las marcas físicas de la huida se esconden entre una de sus
muchas melfas, las largas telas que lucen las mujeres saharahuis con elegancia.
Nos las muestra: su muñeca y su espalda mantienen las señales de las quemaduras
producidas en 1976 durante los bombardeos de fósforo blanco y napalm sobre los
campamentos de Tifariti, Guelta Zemur y Umdreiga, obligando a la población a
partir hacia un lugar seguro, dejar su país, llegar a la nada y comenzar a
construir una especie de vida en formato temporal. Dos de sus hijos, uno de 8 y
otro de 13, murieron en el camino.
Ahora lo recuerda resignada, sentada en una colorida e impoluta jaima junto
a tres de sus ocho hijos y cuatro de sus nietos. Acostumbrada a vivir en un
asentamiento "provisional", como la mayoría de los saharuis, continúa
apareciendo la rabia encorsetada de la marcha obligada. "Antes, en el Sáhara
teníamos duchas normales", se apresura a decir, mientras enseña a los
visitantes que acoge durante el FiSahara el método empleado para lavarse en los
campamentos: un antiguo bote de plástico de Nocilla ayuda a repartir el agua
por el cuerpo y evitar derroches, en un lugar donde cada semana llega una
cantidad limitada a cada jaima a través de unas largas mangueras amarillas que
atraviesan cada daira -barrio- y llenan un pequeño tanque que deben saber
distribuir. Aunque, según el delegado del Sáhara en España, en el campamento de
Dajla "no existen problemas de abastecimiento", es un recurso
limitado. "Nos han enseñado que debemos esperar por todo, hasta el por el
agua. Si no nos la traen nos morimos de sed. Esto ha de cambiar, tenemos que ser
autosuficientes", criticaba una de las portavoces de la Unión Nacional de
Mujeres Saharuis.
Pendientes de los recortes españoles
Su subsistencia depende de la ayuda internacional y, en gran parte, de una
política de cooperación española cada vez más mermada. Tijeretazos aquí,
efectos claros allí. "La mayoría de la ayuda de España llega
descentralizada, a través de las diferentes comunidades autónomas, cuya reducción
ha alcanzado el 60%", explica a eldiario.es el ministro de Cooperación
saharaui, Brahim Mottar. Unos recortes que pesan en la educación, la salud o la
alimentación de las miles de personas que viven en los campos de refugiados.
"En dos años no hemos podido rehabilitar ninguna escuela", añade.
Las tasas de desnutrición son elevadas entre los niños menores de 5 años,
según ACNUR. El 7,9% de estos padecen desnutrición aguda global -un 1,3%,
graves- y el 27,9% del mismo grupo la sufren de forma crónica, como desglosa la
última encuesta nutricional del Programa Mundial de Alimentos y el Alto
Comisionado. "La única proteína animal que está asegurada es una lata de
caballa por persona. No hay hierro, no hay calcio... y, ¿qué pasa? La anemia se
dispara", continúa el ministro. La anemia en embarazadas alcanza ya el
56%, según sus cifras.
La salud no queda airosa de la crisis española. Desde hace dos años, los
refugiados saharauis con hipertensión y diabetes carecen de medicinas dentro de
los campamentos, según Mottar. Deben comprar su tratamiento en Tindouf, a unos
150 kilómetros y 4 horas en coche de Dajla, si tienen recursos para ello.
"Hace dos años estaban garantizados, venían de España, sobre todo de la Comunidad
de Madrid". Muchos de los afectados acaban recurriendo a la medicina
tradicional.
Cada wilaya -campo de refugiados- cuenta con un dispensario -el
equivalente a un centro de salud muy limitado- y con un hospital. En el
Hospital de Dajla no se realizan operaciones ni partos por cesárea. "Si un
parto se complica y es necesaria, la mujer debe ser trasladada a Rabuni -a dos
horas de distancia en coche-", explica el único médico del centro, Mohamed
Salem.
Mientras los saharauis sobreviven un día más en estas circunstancias, el
discurso de las autoridades de la República Árabe Saharaui Democrática habla de
intereses. "No hay caridad en todo esto, sino intereses. Esos que nos
llevaron a esta situación, pero también podrían terminarla", afirma un
representante del Frente Polisario. "Con la posición del Gobierno de
Francia hay perspectivas de mejora: lo que ha podido sacar de Marruecos, ya lo
ha sacado", sentencia con una afirmación que choca con el reciente veto
francés que impidió el control de los
derechos humanos por parte de la ONU en las zonas ocupadas por el
estado alauí, junto con la negativa de Rusia y España. La RASD pide paciencia y
casi confianza en los intereses que les perpetuaron en un éxodo interminable.
Una paciencia que empieza a agotarse sobre todo entre los movimientos juveniles
saharauis, que comienzan a presionar al Frente Polisario.
Cada vez es mayor la primera generación saharaui que nació exiliada. Cada
vez son más los refugiados que desconocen la tierra por la que resisten.
Personas que sobreviven en la escasez del desierto por un país que extrañan sin
haberlo pisado. Muchos estudian en el exterior y vuelven, a la espera de que
algo ocurra mientras nunca pasa nada. Dajla existe para dejar de existir, pero
todo parece permanecer.
Nota: Esta cobertura de eldiario.es en el Sáhara es
posible por la invitación de FiSahara. La organización del festival corrió con
los gastos del viaje.
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