sábado, 30 de novembro de 2013

La brecha por la memoria histórica revive en un documental


La Seminci estrena una polémica película sobre las colonias franquistas
Llanos del Caudillo es la aldea que centra la investigación del filme
¿Por qué en Alemania, Italia o Portugal se borraron por respeto las huellas públicas del fascismo y en España no? ¿Por qué en España, a diferencia de Argentina o Chile, los crímenes de la dictadura siguen impunes? ¿Por qué la memoria histórica de España sigue lastrada por la propaganda de los vencedores? ¿Y por qué, en un lugar de La Mancha, hay un pueblo que se llama Llanos del Caudillo? ¿Es que a nadie le escandaliza? Estas son solo algunas las preguntas que plantea el documental Los colonos del caudillo,que ayer se presentó en la Seminci de Valladolid rodeado de cierta polémica ya que sus directores, el alemán Dietmar Post y la española Lucía Palacios, han denunciado el intento de censura previa por parte de uno de los protagonistas del filme, cuyo nombre prefieren no revelar.
En ese lugar de La Mancha, concretamente en ese paisaje llano que conduce a Ciudad Real, comienza el relato visual de una investigación que bucea en el nacimiento y destino de una de las 300 colonias que se construyeron al albor del franquismo. Un microcosmos elegido por la pareja de cineastas para contar una historia que va de 1955 a nuestros días. La película, cuya financiación se completó gracias a una red de micromecenazgo que contó con la colaboración del artista alemán Daniel Ritcher (quien donó una serie de cuatro serigrafías inspiradas en el rostro de Franco para financiar la posproducción), busca las raíces de aquel brote verde fascista que ha sobrevivido al paso del tiempo y que es desconocido para una gran mayoría. Lugares utópicos creados por el franquismo a la sombra del sistema de la Città nuove, de Mussolini. En ellos, según reza una cita de entonces, nacería “el nuevo hombre fascista: el hombre antiurbano y antiobrero, apegado a la tierra, temeroso de Dios y devoto al régimen, del cual es deudor de todo, casa, tierra y trabajo, bajo el control del partido”.
La película discurre alrededor de los testimonios de vecinos del pueblo, hijos y nietos de colonos; el primer alcalde falangista y el primer maestro; los historiadores Isidro Sánchez y Esther Almarcha; el ingeniero del Instituto Nacional de Colonización Carlos Delgado o el experto en las colonias Cristóbal Gómez. Pero los dos protagonistas de mayor peso histórico son el expresidente del Gobierno socialista Felipe González y el exministro franquista José Utrera Molina, suegro del actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y gobernador civil de las provincias de Ciudad Real entre 1956 y 1962. Tanto González como Utrera Molina hablan sobre su papel e interpretación de aquel pasado y sobre la (hoy sepultada) Ley de la Memoria Histórica.
Una memoria más en carne viva que nunca. Según los cineastas, una carta remitida desde el bufete de abogados de un hijo de un “importante” personaje del filme les amenaza con un secuestro por vía judicial de la obra al no poder controlar la imagen que vierte de él. La carta amenaza con prohibir la exhibición del filme por daños y perjuicios a su imagen pública.
Los colonos del caudillo se proyectó anoche en la sección de la Seminci Tiempos de historia. “Nosotros vimos la película y nos gustó, por la factura, la temática y su interés general”, apunta Denis O’Keeffe, programadora del festival. “Es una película valiente, pero no hay polémica”, añade Javier Angulo, director del certamen. “Nosotros no hemos recibido ninguna comunicación. Así que nuestra postura es de absoluta prudencia”.
“Para nosotros es más que una amenaza, es un ataque a la libertad de expresión y por eso hemos respondido con contundencia a través de nuestro abogado. Bajo ninguna circunstancia retiraríamos la película del festival, sería ir en contra de lo que significa un Estado de derecho y una democracia. Significaría una censura previa y películas como la nuestra, que se basan en la libre expresión y la pluralidad de ideas, así no se podrían hacer”. “Cualquiera que vea la película, y la familia de este señor está invitada, verá que hay respeto hacia nuestros protagonistas, también hacia los que se declaran abiertamente franquistas. Somos documentalistas, no hemos manipulado ningún testimonio. Lo entrevistamos en 2008 durante tres horas, pero el resto del material, que quizá es lo que ahora tanto les asusta, no vamos a utilizarlo en su contra”.
El filme, que se cierra con una espeluznante concentración falangista en la plaza de París de Madrid, es un intento de poner luz sobre el agujero negro de la memoria histórica. Pozo en el que indaga un filme que se topa de bruces con una realidad a la que intenta dar respuesta: en una votación entre los niños de la escuela de Llanos del Caudillo, hoy un pueblo socialista, la mayoría de los pequeños vota a favor de mantener el homenaje al caudillo. “Él es, por así decirlo, el que nos ha dado vida”, dice una niña.

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