La protagonista de 'La maleta de Marta' recibió 16
puñaladas de su exmarido
A Marta Anguita le cuesta elegir entre los platos de la carta. “Estoy
intentando adelgazar, porque últimamente me ha dado ansiedad y he comido
demasiado”, confiesa. “¡Aunque siempre acabo diciendo que un día es un día!”,
exclama entre risas. Solo una vez perdió el apetito esta mujer: hace 13 años,
tras sobrevivir a un atropello intencionado y 16 puñaladas de su exmarido. “Lo
peor no es recuperarse de las puñaladas. Lo peor llega después, cuando sales
del hospital y te dejan sola en casa, en una silla de ruedas y con dos hijas de
12 y 15 años. Ahí te das cuenta de que la pesadilla no ha hecho más que
empezar”, recuerda.
“Estuve cuatro años totalmente ida, abusando del alcohol, intentando asumir
lo que me había pasado”, explica. “Hasta que un día, empujada sobre todo por
mis hijas, decidí que tenía que empezar a recomponerme”. Y lo hizo. Hasta el
punto de aceptar convertirse en protagonista de un documental sobre violencia
de género, La maleta de
Marta, dirigido por el austriaco Günter Schwaiger. A cara
descubierta, sin miedo, a pesar de que vive oculta desde 2007, cuando su
exmarido empezó a disfrutar de permisos penitenciarios y fue a buscarla nada
más salir de la cárcel. “El miedo lo tengo salga o no salga en la película. Me
lo dijo la policía: si me quiere matar, me va a matar”.
La frase queda flotando mientras intentamos decidir qué comer. Nos hemos
citado en la Cantina de la Cineteca del Matadero de Madrid, donde la cinta se
estrena el próximo jueves, y la variedad de platos de cocina creativa nos
abruma. La periodista pide finalmente uno de atún y Anguita, por no seguir
pensando, escoge lo mismo.
“Lo que más rabia me da es que a él le han dado la libertad y a mí me la han
quitado. No tengo protección y no puedo ampararme en la ley de violencia de
género porque mi agresión ocurrió antes de que se aprobara y no es
retroactiva”, lamenta.
Marta Anguita nunca denunció a su marido antes de la agresión porque nunca
le había pegado. “Lo mío era maltrato psicológico, y eso en el año 2000 ni se
sabía lo que era. Pero yo tenía claro, aunque pocos me creían, que podía dar el
salto en cualquier momento”.
Su familia, terrateniente en Jaén, fue la primera que no la apoyó. “Eso es
el dolor más grande que yo he tenido. Que no me apoyara mi propia familia,
porque me veía como una mancha. ‘Qué escandalazo has armado’, me dijo mi madre
cuando fue a verme al hospital”.
Tampoco ha encontrado empatía en las instituciones cuando ha ido a pedir
asistencia. “He visto mucha hipocresía. Te dicen que sí, que te van a ayudar,
pero luego nunca llega la ayuda”, asegura. “Me río muchísimo cuando oigo a los
políticos hablar sobre todas las cosas que hacen contra la violencia de género.
La verdad es que solo hacen algo cuando van a salir en la prensa. Un ejemplo:
hace años que llamé a la directora general de Violencia de Género de Andalucía
y no me hizo ni caso. Ahora, cuando se ha enterado de que salgo en un
documental, me ha llamado para saber qué necesito”.
Llegan los postres. La camarera ofrece varias opciones,
pero en este caso no hay duda: dos mousses de chocolate. Un día es un
día.
Ningún comentario:
Publicar un comentario