EFE - Corinto (Grecia) 08/12/2012 – eldiario.es
Hacinados, sin ropa de abrigo, sin agua caliente, sin calefacción, en pésimas
condiciones higiénicas, mal alimentados, sin apenas acceso a medicinas, en una
situación judicial incierta y sometidos a vejaciones y palizas ocasionales.
Son las condiciones en las que Grecia mantiene a varios miles de
inmigrantes y refugiados indocumentados, en los llamados "centros de
detención para extranjeros", que resultan tan degradantes que los internos
de uno de ellos, el de Corinto, lo llaman irónicamente con el mismo nombre de
la tristemente famosa base estadounidense: Guantánamo.
"Nos mantienen encerrados como animales. No tenemos derechos", se
queja Ali Hasan, un afgano huido de su país y que permanece detenido desde hace
dos meses junto a otras 800 personas en el centro de Corinto, un antiguo
cuartel militar.
Todos proceden de las redadas que ha ordenado el gobierno griego en los últimos
meses en el marco de la operación Zeus Xenios contra la inmigración irregular
en el país heleno, convertido en la principal puerta de entrada de los 'sin
papeles' en Europa.
Según datos de la policía, durante dicha operación se han arrestado a 4.092
extranjeros.
"El supuesto objetivo de detener a todas esas personas es preparar los
documentos necesarios para su repatriación, pero ¿cómo van a hacerlo si en
estos centros ni siquiera hay traductores? El único objetivo es hacerlos
desaparecer de la vista pública", critica el abogado Spyros Kulojeris.
De acuerdo a este letrado, en algunos centros se mantienen encerrados en
las mismas celdas a adultos y a menores, lo que supone una violación de la
Convención sobre los Derechos del Niño de 1989.
El ministro del Interior, Nikos Dendias, aseguró recientemente en el
Parlamento que el centro de Corinto fue elegido por "el excelente estado
de sus dormitorios, salas de convalecencia y comedores".
"Las instalaciones poseen calefacción y agua, y han sido compradas las
mantas y toallas necesarias. El respeto de las reglas de higiene y de seguridad
es primordial para el ministerio", añadió.
Esta semana, al visitar el centro de detención de Corinto junto a una
delegación parlamentaria, Efe pudo comprobar cómo los extranjeros son obligados
a permanecer encerrados por grupos de entre 60 y 80 personas en dormitorios de
unos 120 metros cuadrados.
Las habitaciones están cerradas con barrotes y los refugiados sólo pueden
salir de ellas, al patio, durante un máximo de una hora al día (durante tres
horas según la dirección del centro).
No existe dispensario y la comida -de muy mala calidad según los
inmigrantes y abogados consultados por Efe- se les sirve a través de las rejas
sin que existan mesas para comer.
"Mira lo que nos han dado de desayuno", se queja Hassan, un
bangladeshí que muestra un trozo de pan seco y un vaso de leche diluido en
agua.
Tampoco hay calefacción ni agua caliente, debido, según el director
policial al mando, Vassilios Stavropulos, a la "falta de fondos".
Como todo abrigo, se les ofrece una fina manta y una sábana a pesar de que las
temperaturas han descendido por debajo de los 10 grados centígrados.
La mayoría lleva entre dos y cuatro meses con la misma ropa de verano y sin
más calzado que unas chancletas, ya que en el momento de su detención no se les
permitió recoger sus pertenencias.
En las últimas semanas, tres centros de detención han vivido protestas y
huelgas de hambre para reclamar agua caliente y comida decente.
En el caso del de Corinto, fueron reprimidas con la intervención de
antidisturbios y el uso de gases lacrimógenos dentro de los edificios, según
reconoció Stavropulos alegando que los inmigrantes "iban a comerse" a
los policías.
El relator especial de la ONU para los derechos humanos de los migrantes,
François Crepeau, concluyó esta semana una visita a Grecia en la que denunció
que las condiciones de detención son "espeluznantes" y que los
centros griegos son "lugares donde uno no querría pasar más de una
hora".
Sólo este año, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado en tres
ocasiones a Grecia por violar el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos
Humanos que prohíbe "la tortura" y las "penas o tratos inhumanos
o degradantes" en las condiciones de detención.
Pero el gobierno griego, denuncia Kulojeris, "no se preocupa por los
derechos humanos de estas personas ni por las convenciones
internacionales".
Fauzi muestra un moratón en su pierna: "Es de la última vez que los
policías entraron en nuestra celda a pegarnos mientras rezábamos".
Enfrente, encerrado en otra celda abarrotada, el tunecino
Mohamed se lamenta: "Se supone que esto es Europa, pero he visto cosas
terribles en este lugar".
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