El escritor Andrés Pérez Domínguez aborda en ‘El silencio
de tu nombre’ la implicación española en negocios con los alemanes durante la
guerra
Eran espías o nazis protegidos por Franco.Verlos pasear por Madrid en los
cincuenta, por lugares muy concretos de la ciudad – restaurantes y
bares como Chicote, Horche, Lhardy, Pasapoga: o sitios como el
jardín botánico, el Museo del Ferrocarril, la estación de Atocha, las plazas
Mayor o Santa Ana-, no resultaba nada extraño. Alemanes que colaboraron
activamente con Hitler
encontraron cobijo, una vez acabada la II Guerra Mundial, en la España del
dictador. Se convirtieron en hombres y mujeres que vivían sin problemas en un
país empobrecido por los resquicios de la Guerra Civil. La historia de estos
personajes y el periodo que va de las décadas de los treinta a los años
cincuenta del siglo XX siempre les han resultado atractivos al escritor Andrés
Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), una atracción que le llevó a investigar
durante años esa etapa de la historia europea para escribir El violinista de
Mauthausen y ahora la novela El silencio de tu nombre, que acaba de
publicar Plaza&Janés. En ella el autor ahonda en la implicación española en
el Holocausto y los negocios que mantuvieron empresarios afines al régimen con
los nazis.
“El gobierno de Franco dejó que los alemanes sacasen de las minas wolframio,
elemento químico estratégico, para aplicarlo en su maquinaria bélica y
aprovechar sus características para endurecer proyectiles, especialmente los
misiles antitanque, y el armamento”, cuenta Pérez Domínguez. Antes de empezar
la II Guerra Mundial, en España había seis empresas que se dedicaban a la
extracción de ese elemento químico y al finalizar la contienda se
contabilizaron un centenar. El Gobierno consiguió a cambio 87.422 kilos de oro:
de hecho, muchos de los lingotes que llegaban a España tenían grabada la cruz
gamada.
La cantidad que pagó el dictador a los alemanes fue de cerca de 140
millones, 100 de ellos obtenidos de las zonas ocupadas. Parte de este oro se
fundió y desapareció, o al menos no hay datos que certifiquen cuál fue su
destino final. "Los alemanes no podían haber sacado wolframio porque
Franco creó en 1939 una ley por la cual ninguna empresa extranjera podía tener
más del 25% del capital en España. Para sortear los problemas legales, los
alemanes se dedicaron a buscar testaferros españoles que figuraban como
propietarios en las las empresas. Entre éstos destacaba José María Martínez
Ortega, padre de Cristóbal Martínez Bordiú, yerno de Franco", puntualiza
el autor de El silencio de tu nombre.
En esta novela, en la que se entremezclan aventura, intriga y romance, se
refleja con nitidez cómo quedó Europa después de la Segunda Guerra Mundial,
arrasada por la intolerancia y el fanatismo político. El escritor inicia su
historia en 1950 en París cuando Erika Walter, viuda de un agente secreto
alemán, huye a Madrid con importantes documentos que implican a altos cargos
nazis en el exilio. Su amante en la capital francesa, el español Martín
Navarro, ex miembro del PCE, abandona la ciudad y decide seguirla, a pesar de
saber que si la policía le encuentra le meterá en la cárcel. En medio de esta
historia, los amantes se verán envueltos en una trama en la que están
implicados policías, nazis, comunistas y agentes de la CIA..
En El silencio de tu nombre, Pérez Domínguez tenía
interés por contar los negocios que algunos españoles realizaron con los nazis:
“No tuvieron escrúpulos de abastecerse con el dinero saqueado en los países
ocupados por los alemanes y de proporcionales refugio o facilitarles la huida a
terceros países”. De hecho, en España vivieron varios nazis hasta que murieron
ya ancianos. “Era una manera de contar a través de la ficción que este país no
fue neutral durante la Segunda Guerra Mundial. Hubo personas, vinculadas al
poder franquista, que se aprovecharon y beneficiaron del expolio que los
seguidores de Hitler cometieron en los países que fueron ocupando. Me gusta
adentrarme en el pasado de mis personajes y que el lector contemple cómo su
presente está condicionado a los actos que cometieron años atrás”, defiende el
escritor.
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