EFE. 07.12.2012 - 12.15h
La periodista e investigadora Mónica G. Álvarez ha elegido a
diecinueve de las más de 3.500 mujeres que ejercieron como vigilantes en los
campos de concentración del nazismo y ha plasmado sus historias en el libro Guardianas
nazis. El lado femenino del mal (edaf).
A estas guardianas, a las que califica como maquiavélicas, despiadadas,
crueles y asesinas, se les atribuye "el 75%" de los crímenes del
Holocausto. Ordenaban extirpar la piel humana para fabricar lámparas,
flagelaban y propinaban patadas en la cara y en el abdomen, usaban la fusta,
acuchillaban, inoculaban enfermedades a los reclusos, etc, explica la
autora.
Estas guardianas que participaron en el horror de la maquinaria nazi,
entre 1939 y 1945 en los campos de Birkenau, Buchenwald, Ravensbruck o
Auschwitz, procedían de familias trabajadoras y humildes, y algunas
católicas. Muchas de ellas, de procedencia alemana o austríaca, no tenían
estudios y "esa falta de educación las hizo manipulables y que sintiesen
fascinación por el Partido Nazi", afirma.
Mónica G. Álvarez inició la investigación "por casualidad"
indagando en la vida de Ilse Koch, conocida como "la zorra de
Buchenwald", una sádica sin "límites", entre cuyas fechorías
destaca "la extirpación de la piel humana tatuada para la creación de todo
tipo de lámparas que "colgaban del salón de su casa".
Una crueldad
en la que fue determinante su marido, Karl Koch, comandante de Buchenwald, donde
se inyectaban enfermedades letales a las víctimas o se llevaban a cabo
esterilizaciones sin anestesia. Koch "la enseñó a practicar diversos
suplicios y vejaciones", puntualiza la autora, que destaca la apariencia
seductora de una vigilante que llevó junto a su marido una vida de "lujos,
excesos, orgías sexuales, depravaciones y asesinatos".
Los nazis, apunta
la autora, "mezclaban violencia y sexo para aumentar su nivel de
poder ante quienes consideraban su enemigos: los judíos, polacos, gitanos, todo
aquel que fuera diferente a su raza". Atribuye así las conductas crueles a
"una maldad innata, al gen del mal" sumado a la actuación de
"Hitler y sus secuaces del III Reich, que fueron quienes manipularon a
estas mujeres".
Arcángeles y apóstoles
La periodista ha elegido a diecinueve de esas guardianas -siete
responsables (arcángeles) y doce auxiliares (apóstoles)- por la "crueldad,
sadismo y perversión de sus acciones malévolas".
Prologado José
Cabrera Forneiro, este psiquiatra y doctor en Medicina Legal mantiene que
se trataba de personas sin "criterios morales" y que
"simplemente por vanidad, egoísmo, celos, ambición y otras muchas razones
'no psiquiátricas', hicieron del mal una herramienta perversa de proyección de
sus pobres vidas".
Para sustentar su investigación, que le ocupó dos años,
Mónica G. Alvarez acudió a archivos de Estados Unidos o Alemania, se entrevistó
con historiadores europeos y estadounidenses y consultó las actas de los
juicios contra estas vigilantes, muchas condenadas a cadena perpetua mientras
que otras quedaron en libertad y se refugiaron en distintos países de Europa.
Mónica G. Álvarez subraya que ha contado con la ayuda desinteresada de
muchas personas y que el apoyo de quienes la aprecian la impulsó a
continuar en los momentos en que pensó en "tirar la toalla" por lo
"duro" y "trágico" del trabajo.
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