Bill Carter, director de ‘Miss Sarajevo’, recuerda
el sitio de la capital bosnia
El aleteo de mariposa que inició su terremoto vital fue la muerte de su
novia en 1991 en un accidente de coche. “Decidí viajar por Europa y acabé en
Split. Me enrolé en la ONG The Serious Toad Trip y así entré en Sarajevo”. Bill Carter, californiano de 46 años,
empieza así un extraño cuento de hadas del siglo XX. Habla pausado, pero con
tono contundente. Sin tener grandes motivaciones periodísticas acabó dando
cuenta del último gran sitio a una ciudad. “Me llamó la atención cómo intentaban
mantener el día a día sus habitantes, con francotiradores a 100 metros, con
muertos diarios [en cuatro años fueron asesinadas 11.541 personas]. Me quedé”.
Se quedó, y empezó a grabar, a grabar, a grabar. De aquel material salió Miss Sarajevo,
el documental de 1995 con el que Carter se hizo famoso mundialmente, y para el
que Bono compuso la canción homónima.
Carter habla durante media hora de su vida en la capital de Bosnia —de la
que fue nombrado ciudadano honorario en 2009—, recuerda picnics en los
patios de las casas, niños y adolescentes encerrados en casas durante días,
pide un cuaderno para dibujar la ciudad y enseñar sus distintos alojamientos,
describe el concurso de belleza que bautizó el filme. “Allí, encerrados en un
garaje, viendo a las chicas pasear en bañador… ¿Qué calificativo aplicar? Fue
una buena idea porque nos dio una dosis de normalidad”. La ganadora hizo
carrera como modelo en Ámsterdam, y ahora vive de nuevo en su ciudad natal. A
la segunda clasificada Carter se la reencontró en la proyección del documental
en un Sarajevo liberado. El californiano, devenido en activista, escritor y
periodista, recuerda aquellos años porque ha participado en el festival Ráfagas
en A Coruña, que rememora las dos décadas de inicio del sitio. Junto
a Carter viajó a Galicia Alma Catal, la niña que protagoniza el final del
documental, intentando explicar desde sus 12 años el absurdo de aquella guerra.
Ahora es profesora de inglés en una escuela primaria de Isak Samokovlija, a 20
metros de distancia del lugar donde se rodó la secuencia, y gracias al
activista va a estudiar ahora en una Universidad estadounidense. Miss
Sarajevo, a pesar de la ingente cantidad de premios, nunca se estrenó
comercialmente en España.
A Carter no le importa hablar de Bono, porque solo tiene palabras buenas
para él. “Me colé en un concierto de U2 en Verona, para hacerle una entrevista.
Flipó con que llegara hasta su camerino, porque incluso él tenía que enseñar la
acreditación. Tras grabarle le conté la situación. Y se puso a la obra. Quería
entrar en la ciudad, lo que era imposible, así que en vez de traer U2 a
Sarajevo metimos Sarajevo en toda su gira Zoo Tv Tour vía satélite”.
Mantienen el contacto. “Es asombroso. Cada vez que ha nacido uno de mis hijos,
ha enviado flores y regalos al hospital, sin yo decirle nada”. Finalmente, tras
componer la canción para el documental, U2 actuó en la capital bosnia en 1997.
De aquellas vivencias surgió un libro, Fool rush in, del que posee los
derechos cinematográficos Andrucha Waddington (director de Lope); se
rumorea podría protagonizarla Orlando Bloom como Bill Carter. “Sarajevo es una
vergüenza para Europa, pero yo no puedo hablar mucho... que soy
estadounidense”.
El californiano siguió con su vida, escribió otros
libros, vivió otras aventuras. La última tiene que ver con el cobre. En octubre
publicó Boom, bust, boom: a story about copper, the metal that runs the
world, sobre la contaminación y los intereses que provocan ese metal,
presente en casi cualquier aparato. Mientras vivía en Bisbee (Arizona), un
pueblo minero, Carter descubrió lo contaminado que estaba el patio de su casa y
cómo afectaba eso a la gente. “Es paradójico, porque es indispensable en
nuestra vida y en cambio nos está matando”. ¿Es una lucha contra el cobre? “No,
pero es curioso cómo las mismas familias que poseen el negocio de este metal
son las dueñas de grandes fortunas estadounidenses. Lo que hay es un gran
desconocimiento y quiero que la gente lo sepa”. Y en eso anda, abriendo los
ojos. Como hizo con Sarajevo.
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