Un documental muestra el valor de la pintura de la
artista cántabra
"Es un intento de hacer justicia". Así describe Gloria Crespo
MacLennan el documental que presenta hoy en el centro cultural
Matadero de Madrid (20.30) sobre la dura vida y la ignorada obra de
la pintora María Blanchard,
26, Rue du Départ - Érase una vez en París. Crespo, licenciada en Bellas
Artes, descubrió hace tiempo que una paisana suya nacida en Cabezón de la Sal
en 1881 había sido "la gran olvidada de las vanguardias y la mujer más
relevante del cubismo" cuando esta vanguardia descollaba en París.
Crespo comenzó a indagar en la biografía de esa "gran desconocida, en
la que había muchas lagunas". Descubrió a una mujer que por su físico
(nació jorobada), quiso estar en segundo plano y rehuyó siempre las fotos
—"solo había cinco de ella pero encontré cuatro más"— , lo que acabó
perjudicando su carrera artística. Crespo se topó durante los seis años de
investigación con una mujer moderna: "No había impostura ni en su vida ni
en su obra".
"He entrevistado a historiadores del arte, a los descendientes de
María Blanchard y a la única persona que la conoció y sigue viva", añade
esta editora gráfica que finalmente rodó su documental, de 56 minutos de
duración, en Cantabria, París y Madrid. En la capital francesa, a la que una
valiente Blanchard llegó en 1916, Crespo descubrió que la cántabra había
expuesto su obra en la célebre muestra del salón D'Antin, en 1916, en la que
Picasso enseñó por primera vez Las señoritas de Aviñón y en la que
también participaron Matisse y Modigliani. El genio malagueño junto a Juan Gris
y Diego Rivera fueron algunos de sus compañeros de vivencias e inquietudes de
una artista que se inició en el fauvismo para llegar al cubismo, en el que se
consolidó. Tras finalizar la Primera Guerra Mundial "el mundo del arte se
retrajo y en esa línea ella volvió a una pintura más figurativa". De ese
último periodo es La comulgante, elogiado cuadro que ayudó a mejorar su
reconocimiento.
La película de Crespo retrata a una mujer "excéntrica, alegre,
irónica, temperamental", maltratada por la vida, que tuvo "un éxito
relativo pero que hacía malos negocios con los marchantes a pesar de exponer en
la galería más puntera de París". La desgracia le persiguió más allá de su
muerte, ocurrida en París en 1932. "Surgieron desavenencias entre su
familia, que llegó a esconder sus cuadros, y los marchantes". Lo que unido
a un periodo tras la Segunda Guerra Mundial de parálisis en el mercado del arte
arrumbó los óleos de Blanchard.
El año 2012, el que conmemora el 80 aniversario de su
muerte, ha sido el de su recuperación. Al tributo de Gloria Crespo en forma de
documental se han sumado dos exposiciones, una en la fundación Botín y otra en
el museo Reina
Sofía (esta última estará hasta el 25 de febrero) para redibujar la
figura de una mujer a la que no se había prestado apenas atención y que
"vivió sin el más mínimo sentido de lo pragmático".
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