El agonizante régimen de Franco, con Juan Carlos a la cabeza, accedió a la
estrategia de Rabat para ocupar el Sáhara a cambio de una "salida
elegante". El todavía príncipe quiso desvincularse de las negociaciones
por sus "consecuencias negativas"
SERGIO LEÓN Madrid 14/04/2013 08:00 Actualizado: 14/04/2013 12:52
"España
está comprometida con la autodeterminación del Sáhara". La declaración de
intenciones es de agosto de 1973. Por entonces, al ya agotado régimen de Franco
le sobraba la colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de
guerrillas y la administración franquista intentaba cargar con su
responsabilidad a la ONU para abandonar lo que se había convertido en un
problema y para que su imagen no quedara demasiado dañada ante las ambiciones
territoriales de otros países.
¿Qué pasó
durante los siguientes dos años? Desde las declaraciones de
Laureano López Rodó, el entonces ministro de Exteriores español,
hasta que Rabat asumiera la ocupación, se sucedieron miles de conversaciones
para negociar la suerte del pueblo saharaui. Los Cables de Kissinger
recopilados por Wikileaks recogen la enorme actividad diplomática
entre los países interesados a hacerse con un trozo del pastel.
Los
embajadores estadounidenses detallaron las intenciones de unos y de otros
mientras España bullía ante el ocaso de la dictadura y el inicio de la
Transición. La Marcha Verde de noviembre de 1975 impulsó e impuso a
Marruecos como nuevo dueño, aunque, desde hacía meses, el Spanish Sahara era
ya un asunto que copaba los informes de los representantes estadounidenses de
Rabat y Madrid.
El rey
Hassan II tomó la decisión de enviar a 350.000 civiles marroquíes y 20.000
soldados al recibir el varapalo de La Haya. En 1974 España anunció que no
tardaría en realizar un referéndum entre la población saharaui sobre su
independencia. El reino alauí, que sabía que tenía las de perder ante el
plebiscito, apeló al Tribunal Internacional de Justicia. El principal
órgano judicial de Naciones Unidas dictaminó el 16 de octubre del 75 que,
aunque existían vínculos jurídicos entre Marruecos y el territorio del Sáhara
Occidental, éstos no establecían ningún vínculo de soberanía. Hassan II
entendió lo que le convino. "No nos queda más remedio que recuperar
nuestro Sáhara", anunció.
Conversaciones
secretas
De aquella
consulta popular sobre la autonomía de los saharauis no se supo más. Y hasta
hoy. Mientras la administración franquista seguía defendiendo en público el
derecho de autodeterminación reconocido por Naciones Unidas, mandaba a un
representante para iniciar las conversaciones secretas con Rabat. La
estrategia marroquí para iniciar su conquista de la región había dado comienzo.
España tenía las de perder, pero nada más lejos de la realidad. El régimen no
sólo conocía los planes marroquíes, sino que los acordó con ellos. Un cable enviado
desde la embajada en Marruecos el 23 de octubre dejó a las claras
los términos del pacto que alcanzaron Hassan II y el enviado español José Solis,
ministro del Movimiento.
El
documento, dirigido al Departamento de Estado de Henry Kissinger, resume una
conversación de Hassan II con los representantes estadounidenses en la que
detalla la reunión. El monarca se mostró optimista ya que "tres cuartas
partes del problema habían quedado resueltas tras el acuerdo alcanzado con
Solis". El pacto estableció que la Marcha Verde, como gran idea del rey
alauí, seguiría adelante. "El concepto es mío. La organización es mía.
Voy a dar la orden de cruzar la frontera. Sólo la gente lo puede cancelar y si
lo hacen puede que yo también coja mis maletas y me mude a mi casa de
Madrid", avisó el monarca.
Como
contrapartida, Marruecos y España quedaron en buscar al régimen una salida
"elegante" del Sáhara que le permitiera "guardar las
apariencias". La idea consistía en utilizar a Naciones Unidas para
legitimar la ocupación marroquí a través de un referéndum
"controlado". Para ello contarían con la ayuda de Mauritania y, esperaban,
la de EEUU. Las siguientes conversaciones servirían, según el
cable, para trabajar y definir esta fórmula. Asimismo, Solis aprovechó el
encuentro para anunciar que España renunciaba a un Sáhara independiente y,
además, y para tranquilidad de Washington, dejaría de considerar a Argelia,
aliada de la Unión Soviética, como "parte interesada".
Con Franco
en su lecho de muerte, fue el todavía príncipe Juan Carlos quien lideró las
negociaciones. Aunque, en un principio, el aspirante a la corona no quiso saber
nada del tema, según relató el
jefe de la legación estadounidense en Madrid en septiembre del 75:
"Juan Carlos no tiene ninguna intención de involucrarse en este problema,
que sólo le podría traer consecuencias negativas". Wells Stabler explicó
en el documento que el Borbón se negó a ser el interlocutor español en una
reunión en Nueva York propuesta por Hassan II. Pretendía que el dictador
"no desapareciera de escena" antes de que el asunto del Sáhara
quedara resuelto.
El monarca
español asumió la jefatura de Estado el 31 de octubre del 75 después de negarse
a hacerlo una semana antes. Ese mismo día convocó un Consejo de Ministros y se
puso manos a la obra. Sus contactos con su homólogo marroquí fueron constantes,
como constató el
embajador de EEUU en Rabat. Hasta entonces, según transmitió
Stabler, "el Gobierno seguía vacilante" ante la falta de
liderazgo y, sobre todo, el aumento de las presiones marroquíes. Rabat envió el
primer grupo de "marchadores verdes" al Sáhara el 30 de
octubre, y no el 6 de noviembre, fecha oficial del inicio de la Marcha
Verde, para bloquear una posible intervención de Argelia contra la invasión.
En ese
momento "sólo unos pocos altos oficiales españoles" participaban en
las negociaciones, según informó
desde Madrid el legado en uno de sus telegramas. Entre ellos ya no
estaría Pedro Cortina. El ministro de Exteriores, en el cargo desde enero del
74 a diciembre del 75, aseguró ante el embajador que la política española
original sobre el Sáhara, la del referéndum, no había
cambiado. En otro informe, Stabler comentó que, entre lo confuso de
la situación, "lo único claro es que [la opinión de Cortina] ha quedado
totalmente descartada".
El 25 de
octubre, en un encuentro con Solis a su regreso de Rabat, el ministro del
Movimiento Nacional dio cuenta de su
reunión con Hassan II, una reunión que calificó de "realista,
positiva, dura y fructífera". En el documento, Stabler destacó que la
mayor preocupación de España era, por encima de todo, evitar entrar en una
guerra colonial con Marruecos: "Sería una tragedia que los soldados
españoles en el Sáhara se vean envueltos en una confrontación abierta".
Asimismo, el hombre de Franco dejó claro que por nada del mundo el régimen
quería perturbar sus relaciones con Rabat. "España desea salir del Sáhara
[...] Solis dijo que está a favor de un acuerdo por el que la región se
convierta en una provincia autónoma de Marruecos". Cuatro meses después se
hizo realidad.
El
2 de noviembre del 75 Juan Carlos viajó al Sáhara para, en teoría, dar su apoyo
a las tropas allí destinadas. Marruecos dio por cumplidos sus objetivos y el 9
de ese mismo mes retiró la Marcha Verde. Durante todos esos días ningún
legionario o soldado español movió un dedo. El 14 España firmaba los Acuerdos
de Madrid y se constituía una administración tripartita junto a Marruecos y
Mauritania. Duró hasta el 26 de febrero del año siguiente, cuando España
finalmente abandonó a los saharauis, que empezarían a pasar de la ocupación
española al dominio militar marroquí.
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