Canta el gallo, son las 4 de la madrugada, todavía no ha salido el sol,
pero en muchas comunidades de Guatemala, Paula, Concepción, Raquel, Dalila, María,
Guadalupe y muchas otras mujeres rurales se levantan para vivir otro día más.
28/03/2013 – eldiario.es
Calientan café y preparan tortillas para que la familia coma algo antes de
salir al campo a trabajar. Ellas también tienen la responsabilidad de ver cómo
aportan a la economía familiar, como muchas mujeres en el mundo. En el mejor de
los casos, quizás hoy tendrán que tapiscar o limpiar la milpa en la tierra que
cultivan. Probablemente no sean propietarias de esa tierra, quizás es tierra de
la familia, del esposo o alquilada. O quizá hoy las contraten para trabajar de
jornaleras por unas horas en alguna finca recogiendo café, palma africana, piña
o banana, recibiendo un pago por su trabajo que no le alcanzará ni para cubrir
la alimentación de su familia este día… O quizá hoy no tengan la oportunidad ni
de acceder a un jornal de trabajo, como les sucede a las mujeres de las
familias desalojadas en el Valle del Polochic.
Paulina Juc y Concepción Tiul son dos de las muchas mujeres del Valle del
Polochic que fueron desalojadas violentamente junto a sus familias hace ya 2 años
por las fuerzas de seguridad del Estado de Guatemala y de una empresa privada
que reclamaba la propiedad de las tierras donde ellas residían y cultivaban sus
alimentos. Perdieron todo: su hogar, su tierra, su ropa, sus recuerdos
materiales; los cuerpos de seguridad no les dieron tiempo para sacar las cosas,
lo quemaron todo.
Pero no lograron quemarles lo más valioso que ellas tienen: la voluntad de
seguir luchando por sus derechos.
En Guatemala muchas mujeres rurales, indígenas, campesinas y artesanas se
levantan cada día al cantar el gallo, realizan las tareas del hogar, tratan de
llevar un salario a casa, se encargan de la educación de sus hijos, atienden a
la familia. Su jornada diaria acaba cuando todos ya se han ido a dormir.
Entonces apenas les quedan unas horas para descansar antes de que inicie el
nuevo día.
Pero además, salen a la calle a reclamar su derecho a ser propietarias de
la tierra. Reclaman su derecho a ser escuchadas y tomadas en cuenta por la
sociedad, el gobierno y los medios de comunicación. Exigen su derecho a una
vida digna y libre de cualquier tipo de violencia. Exigen su derecho a que se
les reconozca y respete como ciudadanas y sujetas políticas y económicas.
Hace unos días Paulina Juc nos decía: “Yo no me voy a rendir. Seguiré
luchando por la tierra. Tengo que dar ejemplo a mis hijos. Sé que es un derecho
que tengo como persona y sé muy bien que es el recurso más importante como
medio de vida ya que comemos y bebemos de la madre tierra. También es la mejor
herencia que puedo dejar a mis hijos porque les dará seguridad para que jamás
vivan ellos esta situación que actualmente estamos viviendo. Espero tener
fuerzas en 2013 para seguir luchando por nuestra tierra y exigiendo al
presidente Pérez Molina que cumpla de una vez su promesa”.
Yo tampoco me voy a rendir. Seguiré luchando por los
derechos de ellas, de nosotras, de todas.
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