Pertenecía a una familia rica que lo perdió todo, cuando
la niña tenía 4 años, al escapar del genocidio armenio de 1915.
Se establecieron en Estambul, donde Maryam Şahinyan gestionó
e hizo retratos en el estudio Foto Galtasaray entre 1935 y 1985.
Dejó 200.000 negativos que trazan una historia étnica,
social, religiosa y económica de la capital de Turquía. Una antología se exhibe
en Ámsterdam.
La historia de Maryam
Şahinyan (1911-1996) es una de esas peripecias humanas con carácter
epopéyico que consuela, reafirma el crédito en los seres humanos y convierte la
fotografía
en un camino ejemplar. Nacida en mal momento, en vísperas de la despiadada I Guerra Mundial, y peor lugar, en la zona de
la Anatolia Central de Turquía,
pertenecía a una familia de origen armenio que tuvo que escapar con urgencia
del primer genocidio sistemático moderno, la matanza
de entre un 1,5 y 2,5 millones de personas por razones étnicas.
Refugiados en Estambul, donde la crueldad racial de
los hipernacionalistas turcos contra los armenios no se había desatado, Şahinyan
gestionó durante cincuenta años, entre 1935 y 1985, el estudio Foto Galatasaray. En sus modestas
instalaciones, que cambiaron de localización tres veces, y con una vieja cámara
de placas de cristal, Şahinyan trazó una de
las historias visuales más detalladas y poéticas de la capital turca.
Uno de los pocos archivos íntegros
Cuando decidió retirarse, a los 74 años, había
retratado en silencio y sin grandes pretensiones artísticas la deriva étnica,
social, religiosa, política y económica de la vibrante capital de Turquía
durante momentos decisivos. La fotógrafa, la primera mujer que se dedicó
profesionalmente al oficio en el país, dejó un legado de 200.000 negativos que son considerados como
el archivo de imágenes más importante de Turquía desde un punto de vista
demográfico, cultural y social; el único inventario íntegro de uno de los
muchos estudios de fotos que trabajaban en la ciudad, y uno de los pocos
ejemplos intocados que se conservan de archivos de placas de cristal
fotosensible.
La exposición Foto Galatasaray - de fotostudio van Maryam Şahinyan
(Foto Galatasaray, el fotoestudio de Maryam Şahinyan), en cartel en el
centro de fotografía FOAM de Ámsterdam (Holanda) hasta el 12 de mayo, muestra
una selección de la obra de esta mujer culta —hablaba francés, italiano,
armenio y turco— que vivió entregada al trabajo en el estudio —no se casó, no tuvo
hijos...— y mantuvo la integridad artística frente a la intolerancia que más de
una vez tuvo que sortear por razones de sexo, aunque la condición de mujer
también la ayudó a conseguir clientas, que se sentían más cómodas frente a una
mujer que ante un hombre. La llamaban "la fotógrafa favorita de las
mujeres".
Recién casados, boxeadores en pose...
Foto Galtasaray ofrecía retratos familiares o
destinados al recuerdo o la promoción personal —desde la pareja recién casada
hasta dos boxeadores en pose, pasando por retratos de pasaporte, signores
italianos de visita de negocios o religiosos de distintas órdenes—, pero Şahinyan
no cayó en el efectismo de otros. Nunca utilizó, por ejemplo, los forillos con
decorados artificiosos como fondo de las fotos y, aunque la luz es directa y
sin uso dramático de las sombras, intentó que sus imágenes aprovechasen el
glamour, la candidez y la tensión que emanaban de los personajes. Tampoco
aceptó la llegada del color y los avances técnicos y siguió usando la cámara de
gran formato y los negativos en blanco y negro que revelaba y pasaba a papel
ella misma.
El archivo, señalan desde el museo, "prueba la
necesidad y gran importancia de una representación cultural en el ajetreo de la
vida diaria" de la gran urbe turca. Las fotos que hizo en silencio Şahinyan
abarcan períodos políticos decisivos, como la guerra entre Turquía y Chipre de
1974, añaden, "reflejan los cambios demográficos derivados de la geopolítica,
entre ellos la disminución de las poblaciones griega, judía y armenia;
los cambios en vestimenta, accesorios y peinados, las diferencias
generacionales creadas por adaptación a la ciudad y los prototipos de género".
Nieta de Agop Şahinyan Paşa, parlamentario otomano,
y nacida con los privilegios sociales derivados de esa condición, la futura fotógrafa
pertenecía a una familia con grandes posesiones en Anatolia —una treintena
de aldeas con sus tierras les pertenecían en propiedad—. Tras buscar
refugio en Estambul contra la persecución étnica, vivieron modestamente. Su
padre se asoció en 1933 con dos fotógrafos balcánicos que gestionaban un
estudio de fotografía. Maryam se hizo cargo de las instalaciones dos años después
tras aprender los rudimentos del oficio.
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