La autora australiana rinde homenaje a quienes
vislumbraron el peligro de Hitler
WINSTON
MANRIQUE SABOGAL Nueva York 9 ENE 2013 - 00:37
CET
En todas las personas puede esconderse un héroe en potencia. Y un traidor
también. Pero hasta no estar en una encrucijada que desemboca en un camino que
se bifurca nadie sabe realmente qué ruta tomará. En la Alemania nazi afloraron
unos y otros, héroes y traidores, senderos bifurcados que llevaron a muchos de
ellos a diferentes partes del mundo. Incluida la Melbourne australiana donde
vivió una temporada Ruth Blatt. Su historia es la que cobra vida en la
exploración literaria que hace Anna Funder
(1966) en Todo lo que soy (Lumen), su exitoso debut novelístico que le
ha dado varios premios, entre ellos Mejor Libro de Australia 2012.
La novela se plantea todo eso, cuenta Funder: “Lo difícil que es saber cómo
reaccionaría una persona ante situaciones difíciles. Tomar decisiones y optar
por cuestiones que nunca antes se había planteado y que en teoría son una cosa
pero que son las circunstancias particulares las que definen la última
palabra”. No es fácil, insiste pensativa la escritora australiana en el
consulado de su país en Nueva York.
Ella conoció de primera mano la historia de Ruth Blatt, quien fuera su
profesora de alemán y luego amiga. Ella fue quien le contó cómo algunas
personas vislumbraron el desastre con la llegada de Adolf Hitler al poder de
Alemania en 1933 y trataron de advertir del peligro, pero esa misma amenaza los
llevó a refugiarse en Londres desde donde intentaron hacer resistencia en
secreto. Pero hasta allí los alcanzó el peligro. Una traición dinamitó la
unidad y las intenciones y Ruth terminó en la cárcel.
Sobre esos pliegues de los valores, emociones, sentimientos, ideales,
sacrificios y cuestiones éticas basadas en hechos reales, con la voz de Ruth
Blatt de fondo, levanta Anna Funder sus 473 páginas. La vulnerabilidad de los
pilares sobre los que se levantan los principios. La fragilidad de las
lealtades cuya rotura resonará toda la vida. “Mi ironía defensiva, mi caparazón
de mordacidad ganado a pulso no son nada. Me duele pensar en mi vulnerabilidad
de otros tiempos”, recuerda la narradora de la novela cuando empieza su periplo
por el pasado.
Varios años le llevó a Funder crear esta novela. Aunque ya tenía
experiencia en sumergirse en temas históricos alemanes. Su anterior libro fue Stasiland.
Historias tras el muro de Berlín (Roca) donde analizó los métodos de
control de la República Democrática Alemana sobre sus ciudadanos. Del horror a
que puede conducir un sistema como ese a través de una agencia como la Stasi
tan potente que superó numéricamente al propio ejército. La historia de Ruth y
otros personajes que aparecen en Todo lo que soy, asegura Funder, “se
produce en cualquier parte donde hay conflictos políticos extremos, como en la
misma España de Franco. Son ejemplos de la representación de los riesgos y las
decisiones humanas que trae unión y desunión”. Aspectos que Funder conoce muy
bien, más allá de sus investigaciones sobre el nazismo y la Alemania de la
Stasi, porque es abogada especializada en asuntos internacionales y sabe del
duelo constante entre el corazón, la razón y las ambiciones.
Tras un periodo largo aferrada a la verdad rigurosa y terrenal, Funder dice
que la clave de su paso a la ficción está en que siempre tuvo claro hacer
creíble la historia de Ruth. “Quise exagerar un poco sin perder credibilidad,
escribir algo verosímil y llevar a los lectores a ser testigos de la época”.
Mulleres alemás celebran o triunfo nazi nas eleccións de 1933 |
Conocedora a fondo del pasado reciente más crítico de la humanidad y del
presente laberíntico en diferentes puntos del planeta, Anna Funder, no cree
posible que el mundo vuelva a vivir un periodo parecido al del nazismo. “El
siglo XX fue el siglo de la explosión de las ideas, hoy no es así. Hoy en día
el ciberespacio y las redes sociales divulgan múltiples ideas y la gente tiene
acceso a más información y a contrastar lo que se dice. El mundo ha adquirido
más conocimiento y sabiduría”. Pero sobre la actualidad ensombrecida por la
crisis y la floración de héroes y traidores titubea: “Llevo nueve meses en
Estados Unidos y veo cosas en Europa, y se dice que la democracia ha fallado,
pero no es así. No sé qué ha fallado, no soy economista, no sé por qué estamos
así, y la verdad es que no sé qué ha fallado en esta democracia”.
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