Un informe del CES constata la persistencia de
desigualdades en el acceso al empleo y el salario - El reparto de tareas en el
hogar continúa como en 2002
MARÍA R. SAHUQUILLO - Madrid - 02/12/2011
La mujer va rompiendo las barreras que la alejan de la igualdad con el
hombre. Su presencia en el mercado laboral ya es mayoritaria. Su representación
en los puestos directivos de la administración no tiene el carácter residual de
antaño; y el porcentaje de mujeres jóvenes con estudios superiores rebasa al de
hombres jóvenes (45,9% frente a 35,7%). Sin embargo, estos avances no han
logrado derribar otras graves diferencias. La igualdad se ha estancado en
algunas áreas fundamentales: las mujeres cobran menos que los hombres (también
en el paro y las pensiones) y tardan más en conseguir su primer empleo. Además,
las cosas en el hogar no han cambiado. Son ellas quienes más se ocupan del
cuidado de la casa y la familia y quienes deciden optar por la jornada laboral
reducida. Así se desprende de un informe del Consejo Económico y Social (CES)
hecho público ayer, que tampoco traza un futuro halagüeño. La crisis, asegura,
está teniendo un efecto negativo en las políticas de igualdad y las exigencias
de austeridad presupuestaria plantean "serios interrogantes" sobre el
futuro de estas medidas. Estas son algunas de las asignaturas pendientes:
- Conciliación. Siete años después de su anterior informe, este órgano
consultivo del Gobierno -en el que están representados empresarios, sindicatos
y organizaciones ciudadanas- muestra que la conciliación sigue siendo una
cuestión puramente femenina. Un ejemplo de ello es el tiempo que destinan
hombres y mujeres al cuidado del hogar y la familia. En 2002, ellas dedicaban,
de media, 4,5 horas al día al hogar y los hombres 2,06 horas. En 2010, pese a
su impulso en el mercado laboral, la mujer dedicaba 4,25 horas frente a las 2,28
horas del hombre, según datos del INE recogidos por el CES. "Las mujeres
contribuyen en mayor medida al sostén económico de los hogares, pero los
hombres no terminan de asumir su responsabilidad en el ámbito privado, lo que
supone una carga de responsabilidades superior en muchas mujeres y una evidente
desigualdad de género en términos de calidad de vida", alerta el CES. El
desarrollo de políticas de conciliación propuestas no ha tenido, afirman, el
resultado esperado.
- Hogares. El modelo de familia clásico pierde peso. Los hogares
unipersonales y monoparentales han aumentado. Al calor de esos cambios, los
hogares que tienen como cabeza de familia a una mujer son ya dos de cada cinco.
En 2004 eran solo un tercio. Una cifra en la que tiene mucho que ver también la
mayor esperanza de vida de las mujeres (84,9 años frente a los 78,9 de ellos).
Laura Nuño, directora de la Cátedra de Género de la Universidad Rey Juan
Carlos, dice que realmente habría que llamar a estas familias
"monomarentales", porque están fundamentalmente formadas por mujeres.
Así mismo, explica que la crisis tiene un papel importante en este auge de
hogares sustentados por mujeres. "Cuando el varón proveedor no trae un
salario, es ella la que se echa a la calle a buscar lo que sea", dice.
- Cuidados. A pesar del irreversible proceso de incorporación femenina al
mercado laboral, en torno al 48% de las mujeres no trabajan o no buscan empleo
por estar al cuidado de niños, adultos dependientes, o por dedicarse a otras
obligaciones familiares. Entre los hombres, ese porcentaje es del 3,8%. Además,
los permisos y excedencias por cuidado de hijos han sido solicitados, refleja
el CES, en la práctica totalidad por mujeres. "Las mujeres siguen
ocupándose de lo de dentro y de lo de fuera", observa Almudena Fontecha,
secretaria de Igualdad de UGT. "Ha habido muchos cambios, la mujer
participa ya en la vida activa, pero esa incorporación no se ha producido en
términos de igualdad. El mercado de trabajo sigue funcionando como si las
mujeres no estuvieran, y no se fomenta la corresponsabilidad. Para la mujer es
una carrera de obstáculos", dice. Dificultades mayores con la crisis.
"¿Cuál es una de las primeras medidas en caer? El permiso de
paternidad", critica Nuño. Porque en ausencia de servicios públicos, es la
malla de solidaridad familiar quien se ocupa de los cuidados. Y esa malla son
las mujeres.
- Estudios y primer trabajo. Pese a que las mujeres tienden a alcanzar
niveles educativos y rendimientos académicos superiores a los de los varones,
esta ventaja no se refleja en una mejor inserción laboral. Tampoco en mejores
trayectorias laborales. Los hombres encuentran su primer trabajo una media de
cuatro meses antes que las mujeres en casi todas las titulaciones, con la
excepción del área de Derecho, donde son ellas quienes logran su primer trabajo
2,3 meses antes que sus compañeros. Y es que la inserción laboral concurre con
la edad de procreación, algo que para Nuño contribuye a esta realidad
desequilibrada. "Aunque ellas están posponiendo la maternidad [la edad
media para el primer hijo está en los 30 años], para un empresario es menos
complicado contratar a un hombre. Si ellos se casan y tienen hijos se tiende a
pensar que están más atados y asentados; en una mujer siempre existe el
fantasma de lo que ocurrirá en un futuro y de las cargas familiares",
señala.
- Empleo. El trabajo es una de las grandes barreras derribadas. Hoy en día,
las jóvenes han crecido en un entorno en el que lo natural es trabajar. Y la
incorporación de la mujer al mercado laboral es ya irreversible (la tasa de
actividad es ya de 52,3%). Sin embargo, la desigualdad, prevalece en un campo
fundamental: el sueldo. Las mujeres cobran un 16,3% menos que los hombres, una
diferencia que se acentúa hasta alcanzar el 26,3% cuando se considera el promedio
anual (datos de 2006). Un hecho "indiscutible y prevalente", dice el
Consejo Económico y Social. Y que supone un reto pendiente en toda la UE. Este
organismo expone que es complicado desentramar las causas de esta brecha: las
diferentes jornadas, la ocupación, la rama de actividad económica, el nivel
educativo, la antigüedad, el tipo de contrato... "Incluso a iguales
condiciones cobran más ellos", dice Nuño. Y apunta otro factor:
"Ellos suelen tener disponibilidad absoluta y en las mujeres esa disponibilidad
está condicionada por sus cargas familiares. Aunque estas no existan están ahí
para el empresario".
- Carrera. En los hogares, en el caso de tener que optar por renunciar a
los ingresos de alguno de sus miembros, se prima la continuidad de los hombres
en el empleo, analiza el CES. El patrón tradicional y básico de la sociedad
patriarcal apenas ha variado en este punto, que supone un lastre para la
carrera de las mujeres. Y el ejemplo es que hay más hombres casados en puestos
directivos que mujeres casadas (54,3% frente a 45,8%). Este órgano consultivo
pone otro ejemplo extraído de una encuesta del CIS: casi un tercio de las
parejas de los directivos se dedica a las tareas del hogar, mientras que
ninguno de los cónyuges de las directivas está en esta situación.
- Paro. La inequidad en la tasa de paro se ha reducido, sobre todo desde
que empezó la crisis económica. Sin embargo, ese cambio no responde a una
mejora de la situación del empleo de las mujeres, sino a un empeoramiento de la
situación de los hombres, alerta el CES. Además, las mujeres que se han quedado
en paro cobran una prestación por desempleo inferior a la de los hombres -unos
4,5 euros menos al día-.
- Pensiones. Una pensionista percibe al mes una media de 597,21 euros,
mientras que la pensión media de un varón es de 971,92 (datos de 2010). La
segregación laboral por razón de género implica, en el caso de las mujeres,
menores salarios y, por tanto, menos base de cotización y pensiones de
jubilación más bajas. Y es que, explica la secretaria de la Igualdad de UGT, la
posición en el mercado de trabajo condiciona la posición de la futura
pensionista. Así, si se parte de una situación desequilibrada, difícilmente
podrá corregirse. "Hemos generado las pensiones en términos de desigualdad",
dice. Los periodos dedicados al cuidado de los hijos o dependientes
(excedencias, reducciones de jornada) no computan. Algo que el Consejo
Económico y Social propone corregir. También propone incentivar fiscalmente las
pensiones para las amas de casa. "La seguridad social debería tener en
cuenta estas situaciones y se deberían adoptar medidas compensatorias para
corregir ese déficit. No podemos esperar a que la sociedad cambie; lo está
haciendo a costa de las mujeres", concluye Fontecha.
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