El Gobierno reconoce ahora que la niña asesinada en 1960
por una bomba en la estación de Amara es la primera víctima del terrorismo e
indemniza a su madre con 250.000 euros
JESÚS DUVA 11/12/2011
Bautizo de Begoña |
Esta niña inauguró así una trágica lista en la que
hasta hoy figuran los nombres de más de un millar largo de personas, asesinadas
por ETA, los Comandos Autónomos Anticapitalistas, los GRAPO, los GAL, el
terrorismo islamista, diversos grupos de ultraderecha y otras organizaciones y
grupúsculos ya desaparecidos.
La pequeña Begoña falleció el 27 de junio de 1960
como consecuencia de la deflagración de una maleta incendiaria depositada en
uno de los armaritos de la consigna de la estación de Amara, en San Sebastián.
El atentado, que tuvo escasa repercusión social, solo mereció en los periódicos
de la época una breve nota del Ministerio de la Gobernación en la que daba
cuenta de la explosión de cinco artefactos: uno en un furgón del tren correo
Barcelona-Madrid, entre los municipios zaragozanos de Quinto y Pina de Ebro, y
los otros cuatro en otras tantas consignas de Barcelona, Madrid y San Sebastián
(una en la estación del Norte y otra en la de Amara).
El de Amara fue el más grave de una cadena de
atentados inusual hasta entonces bajo la férrea dictadura del general Francisco
Franco. Además de Begoña, que sufrió quemaduras en el 90% de su cuerpo, también
resultaron heridos por el mismo artefacto el estudiante Valeriano Bakaikoa
Azurmendi, de 15 años, que regresaba a San Sebastián tras pasar unos días de
vacaciones con unos familiares de Rentería; la encargada de la consigna,
Soledad Arruti, de 60 años; Pascual Ibáñez Martín, de 29; Francisco Sánchez
Bravo, de 42, y María García Moras, de 49.
Durante medio siglo, Juan Urroz, un vasco-navarro
empleado en la fábrica de electrodomésticos Moulinex, y su esposa Jesusa
Ibarrola deglutieron su pena y su dolor con discreción, sin ayuda y en
silencio. Un silencio que Jesusa rompió por primera vez en enero del año
pasado, cuando siendo ya octogenaria aceptó hablar con EL PAÍS.
"Nosotros estuvimos convencidos de que la bomba
de Amara la puso alguien de ETA. Y mucha gente también lo pensaba. Pero era
algo de lo que nadie hablaba. En aquellos años nadie hablaba de esas
cosas", han dicho Jon y Begoña, hermanos de la niña asesinada. ETA, que en
aquellas fechas solo tenía un año de existencia, jamás ha reivindicado la
autoría de aquel artefacto incendiario. Hay estudiosos que imputan el bombazo
de Amara, al igual que otros que hubo en la misma época, al Directorio
Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), de ideología anarquista.
Ninguna autoridad contactó nunca con los Urroz,
excepto en el acto protocolario del funeral, para ofrecerles ayuda. Ellos
tampoco reclamaron nada a nadie. Únicamente contrataron hace unos años a un
abogado para que moviera el asunto, pero no consiguieron nada, se acabaron
cansando y desistieron de todo.
Sin embargo, al poco de publicarse esta historia
olvidada, la Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo conectó con
la familia Urroz. Les ofreció las indemnizaciones previstas por la legislación.
"Hablaron con nosotros y yo sé que a mi madre le solicitaron una serie de
documentos para poder acogerse a este tipo de beneficios", cuenta Jon
Urroz.
El pasado septiembre, el Parlamento aprobó la Ley de
Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo. El artículo
7 de esa ley establece que será de aplicación a los hechos terroristas que se
hubieran cometido desde el 1 de enero de 1960, con la intención de así poder
incluir entre los damnificados a la familia de Begoña Urroz. Hasta entonces se
estaba aplicado una ley de 1999 a la que podían acogerse los afectados por el
terrorismo a partir del 7 de junio de 1968, fecha en la que murió tiroteado el
guardia civil José Pardines, considerado la primera víctima de ETA.
El expediente abierto por el caso Begoña Urroz
ha supuesto varios meses de tramitación. Finalmente, José Manuel Rodríguez
Uribes, director general de Apoyo a Víctimas del Terrorismo, ha firmado esta
misma semana la concesión de una indemnización de 250.000 euros. Al Gobierno le
resulta indiferente qué organización colocó la bomba que mató a la chiquilla.
Le basta con saber que, a la luz de las investigaciones policiales, está claro
que fue víctima de un atentado de este tipo, orillando si su autoría
corresponde a ETA, al DRIL o a otro grupo desconocido.
"Yo no sé nada de que Interior haya aprobado la
indemnización. Creo que a mi madre tampoco le han comunicado nada. Pero si es
como usted asegura, supongo que no tardarán mucho en decírnoslo", declaró
Jon Urroz el pasado viernes. "El dinero es secundario. Lo que nosotros
habríamos deseado es que no se hubiera llegado a esta situación y que mi
hermana no hubiera fallecido", añadió.
El importe de la compensación será percibido por
Jesusa Ibarrola, la octogenaria madre de la niña, residente en Lasarte
(Guipúzcoa), que recientemente ha sufrido varios infartos. Su esposo falleció
en 2008. "A nosotros no nos hace falta el dinero. No sé qué hará mi madre.
Ella es muy religiosa y está volcada en actos de beneficencia. Yo le tengo oído
que si le daban algo, ella donaría todo o parte para organizaciones caritativas
vinculadas a la Iglesia", explica Jon Urroz.
El 27 de junio, la fecha en que fue asesinada la
niña, ha quedado instituido como Día de Homenaje a las Víctimas del Terrorismo.
Desde el año pasado, el Congreso de los Diputados celebra esa efeméride con una
sesión solemne con el objetivo de "perpetuar el recuerdo de las víctimas
en la memoria colectiva de los españoles".
El año pasado se celebró por primera
vez este tributo, que estuvo presidido por los Reyes. Don Juan Carlos pronunció
un discurso en el que, entre otras cosas, dijo: "Todo nuestro cariño,
respeto y solidaridad hacia las víctimas y sus allegados para hacerles sentir
-hoy y siempre- nuestra cercanía a sus corazones. Para decirles que toda España
está y estará en todo momento con ellas". Durante 50 años, la familia
Urroz no sintió ese cariño ni esa solidaridad, sino soledad. -
En febrero de 2010 el caradura de Duva escribió en "El País" que esa niña fue víctima de ETA y que el DRIL fue una organización de confusa existencia. Ahora la versión oficial de noviembre de 2011 "orilla" el problema de la autoría de la bomba de Amara del 27-6-1960. La famila Urroz ya sabemos cuánto ha cobrado por hacer el paripé de plañir que a su niña la mató la ETA: 250000 euros. Duva sabrá cuánto ha cobrado él. La resistencia armada antifranquista no etarra de comienzos de la década de 1960 mató como mínimo a 2 personas más: un marinero portugués en el transatlántico "Santa María" en 1961 (víctima del DRIL, como Begoña Urroz) y un carterista en Madrid en 1962 (víctima de la DI). ¿A sus familiares les van a embolsar un cuarto de millón de euros? Porque ahora resulta que la resistencia antifranquista es "terrorismo". Así nos va. Firmado: Juan I.
ResponderEliminarY a un guardia civil a tiros en Orbaiceta (Navarra) el 9-8-61. Unos maquis en nombre de la III República.
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