Pekín inaugura el museo más grande del mundo dedicado íntegramente al
pensamiento del autor de 'El capital'
DAVID BRUNAT Corresponsal en Pekín 12/12/2011
China
necesita una buena dosis de marxismo. Así lo cree su Gobierno, que en el último
año ha emprendido una campaña para difundir una idea: el futuro de la segunda
economía mundial pasa por abrazar la "verdad irrefutable" (presidente
chino dixit) de la doctrina de Karl Marx. Y para que todo el mundo pueda
empaparse de espíritu socialista, nada mejor que inaugurar un museo, el más
grande del mundo sobre la causa, en el centro de Pekín.
El lugar
elegido para establecer el templo marxista es la Oficina de Traducción y
Compilación Central de China (CCTB, siglas en inglés), una rama del Comité
Central del Partido Comunista que emplea la mejor parte de sus 300 empleados en
la traducción de los clásicos marxistas y en la investigación de la historia
del socialismo mundial. Sus sótanos guardan celosamente decenas de miles de
documentos relacionados con esta doctrina. Originales, primeras ediciones,
cartas de Marx y su esposa, correspondencia entre intelectuales... Pero ninguna
de estas joyas está expuesta en el museo. "Debemos mantenerlas a 20 grados
para su conservación", se excusa uno de los empleados.
El museo,
dividido en ocho secciones, ofrece manuscritos de intelectuales chinos,
periódicos centenarios, valiosas ediciones de El capital y otras obras
cumbre de la disciplina. Y, cómo no, una amplia hagiografía de Mao y la Nueva
China surgida tras la revolución de 1949.
La vía
oriental
En un mundo
cada vez más ajeno a las ideologías, Pekín trata de recuperar los valores del
pasado (marxismo y confucianismo principalmente) para convencer a los suyos de
que el "marxismo con características chinas" es la clave del milagro
económico y que, en consecuencia, nadie como el PC para asegurar el progreso
económico y la armonía social de la patria. Gracias a esta particular mezcla de
socialismo, confucianismo y economía de mercado, el régimen consigue explicar
de un plumazo cómo puede un país comunista albergar uno de los capitalismos más
salvajes del mundo y por qué es necesario coartar ciertas libertades
democráticas en favor del bien común. En resumen, se trata de readaptar los
fundamentos del régimen al nuevo siglo.
"Nuestro
objetivo es formar en los valores marxistas. Especialmente a los jóvenes",
explica el secretario general del CCTB, Yang Jinhai. Cuesta imaginar a hordas
de veinteañeros pekineses abalanzándose a las puertas de este museo, como sí
hacen en las tiendas de Apple, pero Yang tiene fe. "A muchos jóvenes les
gusta investigar las ideas de la China moderna y tienen gran interés en el
mundo espiritual".
El
museo ensalza las figuras que introdujeron el marxismo en la época imperial y
los que lucharon por propagarlo en el siglo XX. Hoy nadie da la vida por
propagarlo, pero sí ingentes horas de trabajo. "China lidera las
investigaciones marxistas", desvela Yang antes de puntualizar:
"Nuestro marxismo no es como el de la URSS. No debemos cometer sus errores".
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