Por ÁNGELES ESPINOSA
La más alta autoridad religiosa de Arabia Saudí ha dictaminado que levantar
la prohibición de que las mujeres conduzcan dejaría al país “sin vírgenes” en
el plazo de una década. Además, “causaría un aumento de la prostitución, la
pornografía, la homosexualidad y el divorcio”.
Sí, ha leído usted bien.
Literalmente. Incluso acostumbrados a los desafueros de los ultramontanos
religiosos, cuesta dar crédito a esas palabras. Por eso, cuando la prensa británica
empezó a hacerse eco del asunto el pasado viernes,
opté por hablar con un par de amigas saudíes para asegurarme de que no se
trataba de una intoxicación.
“Su lectura me ha hecho sentir sucia y
cosificada. Es una verdadera pena que haya sido tomado lo suficientemente en
serio como para enviárselo a los miembros de la Shura”, me confía Eman al
Nafjan, autora del blog Saudi Woman.
El informe, que el Consejo Supremo de Fetuas (Majlis al-Ifta’ al-A’ala)
presenta como un “estudio científico”, no sólo circulaba desde hace días sino
que ha sido distribuido entre los 150 miembros del Consejo Consultivo. Esa cámara
de designación real (sin facultades legislativas) lleva tiempo planteándose
debatir la prohibición de que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí, un asunto
que singulariza al país como uno de los más retrógrados y desfasados del mundo.
Varios de sus miembros han hablado en público a favor de acabar con ese
anacronismo, algo que reclama la parte más liberal de la sociedad, en especial
las nuevas generaciones. Así ha quedado claro en la campaña que decenas de mujeres
lanzaron el pasado verano cuando, a riesgo de ser detenidas, se pusieron al
volante en varias ciudades del país. Y hubo detenciones, e incluso una sonora
condena a 10 latigazos a la activista Shaima Jastaina, que quedó anulada con un
perdón real.
O eso creíamos hasta ayer mismo, cuando una antigua profesora de Jastaina
en Houston (EEUU), donde vivió con su marido entre 2000 y 2009, ha dado a
conocer en un artículo en
‘The Atlantic’ que la burocracia siguió su curso. De acuerdo con
el relato de Nivien Saleh, la mujer recibió el pasado 12 de noviembre una
comunicación judicial en la que se le informa de que será azotada, si no gana
el recurso que tiene presentado y cuya vista está prevista para dentro de unos
días. Al principio, Jastaina trató de resolver el asunto de forma discreta,
pero a la vista de que no lograba resultados, decidió pidió ayuda a Saleh para
contar su situación.
La lucha interna entre retrógrados y modernizadores que se adivina tras ese
caso parece confirmar que el 'informe' de los clérigos es una respuesta de
aquellos ante los gestos aperturistas del rey Abdalá. El pasado septiembre, el
monarca decretó que las mujeres tenían los mismos derechos políticos que los
hombres (en Arabia Saudí, pocos) y que por lo tanto a partir de las próximas
elecciones municipales en 2015 podrán elegir y ser elegidas. Esa decisión llenó
de optimismo a muchas saudíes que pensaron que tal vez el derecho a conducir
sería el próximo paso.
Los ulemas saudíes, que siguen una interpretación extremista y puritana del
islam, contraatacan ahora con este escrito. Su autor, un tal Kamal Subhi,
antiguo profesor de la Universidad Rey Fahd, señala que en otros países islámicos
donde las mujeres conducen puede verse ya el “declive moral”. Como ejemplo,
describe que estaba sentado en una cafetería de un país árabe (que no
identifica) y que todas las mujeres le miraban. “Una de ellas me hizo un gesto
que dejaba claro que estaba disponible. Esto es lo que pasa cuando se permite
conducir a las mujeres”, concluye Subhi.
“No es la primera vez que un estudio de esta clase, carente de toda
objetividad y metodología científica, se publica para demostrar que los
derechos de las mujeres son una plaga para la moralidad pública”, desestima la
escritora y feminista saudí Iman al Qhatani. Asegura que “los y las jóvenes
están criticando el texto en Twitter y ya no hacen caso de ese sinsentido como
antes”.
Tal vez tenga razón. Pero la mera existencia del dictamen
constituye un insulto a la inteligencia. Mientras las autoridades acepten
impasibles que alguien pueda difundir despropósitos similares, hay escasas
esperanzas de que las saudíes puedan conducir.
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