La crítica estadounidense ha considerado que esta historia sobre un joven
qatarí que aterriza en EEUU en 1999 es la definitiva para explicar los
atentados de las Torres Gemelas y la crisis posterior. Su autor es Teddy Wayne,
un neoyorkino crítico con la política capitalista e imperialista de su país,
que ha formado parte del movimiento Occupy Wall Street
PAULA CORROTO Madrid 17/12/2011
La crítica
estadounidense llevaba años buscando la gran novela sobre el 11-S. Hasta la
fecha se habían barajado todo tipo de nombres, desde Jonathan Franzen a Don
DeLillo pasando por John Updike. Sin éxito. Hasta ahora. Porque ya hay un
escritor que capitaliza todas las páginas literarias de los periódicos y
revistas especializadas: Teddy Wayne. Un neoyorquino de 32 años de edad, gafapasta,
con mirada inteligente y que ha acaparado todos los premios en 2011 en EEUU.
Su primera
novela, Kapitoil (publicada por Blackie Books en España), una curiosa mezcla
entre kapital y oil (petróleo), reúne por fin las características que buscaban
los críticos: está ambientada en Nueva York en 1999, su protagonista es qatarí,
musulmán, trabaja en el sector de las finanzas en la planta 88 del World Trade
Center y rápidamente se hace rico con un programa informático que realiza una
macabra cabriola moral: cuantos más atentados se cometan en Oriente Próximo,
más ganancias se obtienen gracias a los precios del petróleo. "Kapitoil es
tan bueno, tan inimaginablemente bueno, que ha matado el género [del 11-S]. Con
esto se acabó", sentenció el escritor Anis Shivani en The Huffington Post
tras la publicación del libro en EEUU en 2010.
Esta novela
va más allá de los atentados. De hecho, en ella no hay ni aviones, ni torres
derrumbándose ni neoyorquinos cruzando el puente de Brooklyn despavoridos. La
historia se abre con una cita de Karl Marx y su genialidad radica en el ámbito
de la ética, desaparecida por completo a finales de los noventa en pos de un
enriquecimiento veloz. Son los años en los que en Nueva York relucían las
empresas punto.com, los trajes con corbata y las noches de juerga en los bares
de diseño. Y eso es lo que se exportaba al resto del mundo. "Yo quería
escribir una novela que, aunque estuviera ambientada en una época pre-11-S,
pudiera ser leída también como una alegoría del mundo pos-11-S.
Hay varios
elementos en la historia que pueden ser comparados con la política exterior de
EEUU. Para mí es más interesante escribir sobre política desde un ángulo
oblicuo", comenta el escritor a Público por correo electrónico.
Porque de
esos polvos llegó la paranoia del presidente George W. Bush, cuya política
Wayne considera un error: "Al Qaeda no atacó EEUU porque les molestara
nuestra libertad, como decía Bush, sino por nuestro apoyo a Israel, nuestra
política económica imperialista y creo que, incluso, nuestra cultura".
En el
protagonista de Kapitoil, Karim Issar, está reunida toda esa alegoría de la que
habla Wayne. Este outsider (qatarí y musulmán), como también le gusta sentirse
al propio escritor, es, a comienzos de la novela, un joven que llega a la gran
ciudad a comerse el mundo. No sabe mucho inglés, pero es un cerebro con los
ordenadores y las ecuaciones matemáticas. El arquetipo que el mundo necesitaba
en aquellos momentos. "La voz de Karim me fue inspirada por un trabajo que
tuve editando ensayos sobre aplicaciones de escuelas de negocios en internet.
La mayoría de sus autores eran japoneses, chinos y surcoreanos, cuyo inglés
procedía del mundo de las finanzas y la tecnología. Pensé que ahí había un
argumento para una novela y creé a Karim: un hombre joven, cuyo lenguaje y
pensamiento deriva del capitalismo y los ordenadores, pero que se esfuerza por
ser más humano", explica Wayne.
El juego de
suma cero
Issar es el
que guía al lector por ese mundo inmoral deslumbrado por el color de los
dólares. Nada más pisar Nueva York entra de lleno en las fauces de la ciudad y
se deja llevar. Crea el superprograma Kapitoil de suma cero, es decir, saca
algo bueno de una situación mala. En este caso, de los atentados que se
producen en Oriente Próximo: la negatividad de la violencia se ve compensada
positivamente por el programa, que predice el precio que va a alcanzar el
petróleo. E Issar es incapaz de ver las consecuencias morales de este instrumento.
"Es que él lo racionaliza todo diciendo que la violencia ocurrirá en
cualquier forma y su programa, simplemente, lo capitaliza. Lo que pasa es que
más tarde se dará cuenta de que todo el capitalismo es un juego de suma cero y
siempre que una persona gana, significa que otra pierde", sostiene el
escritor.
En este
razonamiento está, para Wayne, las verdaderas causas de la crisis económica que
estalló en 2008: "Fue motivada por la codicia humana y las facilidades
económicas que se dieron para que fluyera esta codicia. Es decir, una economía
sin ningún tipo de regulación, que permitió el desenfreno sin que nadie hiciera
los controles apropiados", argumenta.
El proceso
de maduración personal de Karim Issar hace de Kapitoil una especie de
Bildungsroman (novelas de formación). Issar podría ser un Holden Caulfield
vagando por Nueva York, el personaje de El guardián entre el centeno, creado
por J. D. Salinger, uno de los autores favoritos de la adolescencia de Wayne
junto a Nabokov y Hemingway. "Me gustan las historias con protagonistas
humildes, dedicados con tenacidad a alcanzar un objetivo que para ellos es
importante", afirma el escritor, quien sostiene que lo más difícil de este
tipo de narrativa es encontrar un tono fresco que evite los clichés del género.
"En este tipo de novelas el personaje tendrá un despertar sexual, porque
eso forma parte de crecer, pero hay que conseguir escribir sobre eso de una
forma que parezca nueva", apostilla.
Novelas de
la Depresión
Excepto este
crecimiento tan universal y perenne en la historia del ser humano, el mundo de
1999 que retrata la novela hoy prácticamente ha desaparecido en Nueva York.
Wayne es consciente de ello: "Sí, esa ciudad ya no existe. Era la época del
boom de las empresas punto.com, pero desde 2008, la ciudad es mucho más insulsa
y dócil. Y desde luego, con el movimiento Occupy Wall Street (OWS), todo ha
cambiado considerablemente", afirma.
El autor
reconoce que formó parte de las protestas de OWS cuando comenzaron a finales de
septiembre de este año. Para él, las manifestaciones fueron un soplo de aire
fresco necesario. "Han convertido la desigualdad económica en tema de
portada y eso es algo que se necesitaba desde hace bastante tiempo",
señala. Además, no ve extraño que en poco tiempo surjan novelas que retraten
estas protestas y la situación económica actual, como ya ha sucedido en el cine
con el documental Inside Job o el filme Margin Call. "Creo que ya hay
novelas que tratan explícitamente sobre el dinero de una manera que no ocurría
hace diez años. Y pronto habrá más libros influidos por Occupy Wall Street. Lo
que ocurre es que, al mismo tiempo tienes más y más películas escapistas diseñadas
para personas que ignoran lo que está ocurriendo alrededor de ellos",
apunta.
Para
el autor es algo tan inevitable como los jóvenes que quieren hacerse ricos con
25 años: "Están menos excitados con los bancos, pero hay muchos que
quieren ser el próximo Mark Zuckerberg [creador de Facebook] o crear la gran
aplicación para el iPhone". Él podría ser uno de ellos, aunque lo ha
logrado con algo tan raro como un libro.
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