La actriz Francisca Gavilán presenta en Huelva ‘Violeta se fue a los cielos’
ANTONIO GANDIAGA Sevilla 24/11/2011
“Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, (…) destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y tañe la corneta”. Es una de las citas de la cantante, pintora, bordadora y ceramista Violeta Parra (1917-1967) que se incluyen en Violeta se fue a los cielos, película biográfica de la que ha sido una de las figuras más representativas de la música folclórica latinoamericana. Dirigido por Andrés Wood, el filme parece inspirado por esas palabras, ya que se aleja de otras biografías musicales al optar por un montaje poético.
Aunque el elemento que permite que la película, presentada ayer en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, funcione, es la interpretación de Francisca Gavilán, que reconoce estar ante el trabajo más importante de su vida. Durante diez meses, aprendió con Ángel Parra, el hijo de Violeta y autor del libro en el que se basa el proyecto, a tocar la guitarra y cantar como ella. Su dedicación fue total. “Tenía los dedos doloridos de practicar. Trabajaba en Violeta todo el día. Mi marido decía: ¡Me están cambiando a la Pancha por Violeta!”, nos cuenta la intérprete, cuya voz ha sido finalmente la que se ha incluido en la banda sonora.
El carácter de Violeta Parra es un misterio que la película resuelve presentándola como una mujer indomable. Gavilán la ha llegado a conocer bien: “En Chile se dice que era una comehombres, una cochina, que tenía un genio de mil demonios… Era mucho más que eso, era una mujer tremendamente intensa y frágil”.
Violeta Parra se suicidó antes de cumplir los 50. Por el camino, perdió a una hija y vio cómo su gran amor la abandonaba. “También la devastó que nadie entrara a la carpa folclórica que montó. Sentía que todo lo que hizo no alcanzó a decir lo que sentía acá”, explica la actriz, señalándose el estómago. Una de sus últimas composiciones fue curiosamente Gracias a la vida, el que ha sobrevivido como su gran himno. “Tiene sentido que agradeciera antes de morir. Ella también fue muy feliz, era capaz de reírse de sí misma”.
Lo que ha quedado en un segundo plano en la película es la vertiente más política de la polifacética artista, cuya obra tenía un marcado carácter combativo. Gavilán aporta una anécdota al respecto: “Presentó sus canciones para una campaña de Allende y se las rechazaron por ser demasiado rojas”.
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