Por: Ana Alfageme | 07 de marzo de
2014
Victoria Kent e Josefina Carabias, 1931 |
Una periodista, Inés
García-Albi, se adentra en los libros
de otra periodista. Unos textos cautivadores, firmados por Josefina
Carabias, la menuda reportera del Madrid de la República, la primera
mujer corresponsal española, la autora de unas singulares crónicas sobre
fútbol, la subdirectora y columnista de Ya.
Así comenzó la historia de un documental que se estrena en televisión esta
noche (Nosotras que contamos. Josefina Carabias y las pioneras del
periodismo en España, 21.00, La 2, dentro de Imprescindibles) y que,
partiendo de la trayectoria de la cronista de Ahora, el legendario
diario de Manuel Chaves Nogales, narra
los comienzos de la incorporación de las mujeres a las redacciones.
"Los textos de Josefina son divertidísimos y complejos, tenía mucha
chispa, están llenos de doble sentido", cuenta Inés por teléfono desde
Bilbao. De aquel entusiasmo de la periodista, de 47 años, surgió primero una
investigación para un libro del
mismo título (2007) y ahora el documental.
En una hora desfilan la única hija viva de Josefina, Mercedes Rico
Carabias, tan pionera como su madre, pero en la carrera diplomática,
y una veintena de mujeres que siguieron su camino. Desde Margarita Rivière, que le
dio a Inés la idea del proyecto, hasta la decana de las periodistas Pilar Narvión.
"Lo que me da mucha pena es que Pilar haya muerto sin ver el
documental", lamenta Inés. El filme, de una hora de duración, se rodó en
2012, un año antes del fallecimiento de una de las cronistas de la Transición.
Quien no conozca a Carabias descubrirá con la película lo que la muchacha
que escapó del pueblo (nació en Arenas de San Pedro en 1908) odiaba. Lo cuenta
su hija Mercedes. Y su agitada vida en Madrid, donde estudió Derecho y abrazó
el espacio de libertad del corto periodo republicano. Pateó la calle tanto para
encontrarse con Pío Baroja o Valle-Inclán como para cubrir concursos de misses
o emplearse en un hotel y descubrir las condiciones de trabajo del servicio. Y,
sí, entrevistó a Victoria Kent,
el mismo día de 1931 en que fue nombrada directora general de Prisiones.
Josefina tenía 23 años.
Su carrera se vio interrumpida por el exilio (en París nació su primera
hija, la también periodista Carmen Rico-Godoy, ya
fallecida) hasta el oscuro regreso al franquismo con seudónimo. En 1950
recuperó su nombre, luego relató en sus crónicas la vida diaria de Estados
Unidos y posteriormente, desde París, ese relato se volvería político. Regresó
en 1967 como columnista. Murió en 1980, cuando las mujeres, en plena
Transición, habían logrado introducirse en sectores antes masculinos, como la
información política o varios niveles de jefatura.
En la película se trazan trayectorias similares pero más modernas con la
voz íntima de grandes profesionales: desde la más joven, Lucía Méndez, redactora
jefa de El Mundo, hasta quizá la más veterana, Pura Ramos, en
activo con 82 años, entretejen un relato a base de entusiasmo, lucidez y
anécdotas asociadas a la rareza que constituían y al machismo de una sociedad
que retrocedió al caer la República. Ellas venían de provincias con ganas de
comerse el mundo y les ofrecían las páginas de moda o la cesta de la compra.
Pero llegaron a todos los formatos y categorías: enviadas especiales (Carmen Sarmiento o Maruja Torres), corresponsales (Rosa María Calaf
o Paloma
Gómez-Borrero), cronistas deportivas (Mari Carmen
Izquierdo, que en pantalla desmiente el mito de que ella entraba en
los vestuarios de los futbolistas) o columnistas o directivas (Soledad Gallego-Díaz, Pilar Urbano o Covadonga O'Shea). Todas
ellas reflexionan sobre un oficio que, como otros sectores, dista mucho de gozar de igualdad.
Son muchas en las Redacciones, pero pocas en los despachos. Y así lo cuentan.
El techo de cristal es blindado, dice una de ellas. El auténtico cambio,
explica Riviére, será cuando las mujeres, desde los puestos máximos de poder,
introduzcan cambios en la valoración de la información.
"Todas están fantásticas. Llenas de vida y de curiosidad", cuenta
la directora y guionista del documental. Lo simboliza, sobre todo, una
emocionada Pura Ramos. Sonriente como una niña (y con 60 años de oficio a las
espaldas) dice a la cámara: "Me gusta mucho mi profesión. Mucho. Me
encanta".
En un momento del documental, Maruja Torres dice: "Todas nosotras
venimos de un tremendo pavimento de cabezas de mujeres y nos pisamos las unas a
las otras hasta sacar nuestra cabeza. Y así hasta que nos toque ser pasarela de
la siguiente. Somos pasarelas para un mundo espero que mejor". Quizá por
eso, como dice Inés García-Albi, ni una sola rechazó la invitación.
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