El rodaje de una serie sobre el sabotaje de las
instalaciones nazis de agua pesada en Noruega revive una de las grandes
aventuras de la II Guerra Mundial
JACINTO ANTÓN
Telemark 23 FEB 2014 - 00:53 CET
Los nueve valientes avanzan con decisión entre la nieve cargados de armas,
explosivos y coraje. La luz de la luna recorta la imponente silueta de su
objetivo en esta noche fría y peligrosa. Se detienen un momento para observar
el puente vertiginoso que atraviesa el valle y por el que está cruzando un
vehículo militar alemán ante el ojo atento de los centinelas, que esgrimen
rifles y se cubren con cascos de acero. En las montañas de Telemark, en el
corazón de la Noruega ocupada por los nazis, donde sobrevivir solo está al
alcance de los más osados (¡y los mejores esquiadores!), un puñado de hombres
va a acometer —de nuevo— una de las operaciones de comandos más famosas de la
II Guerra Mundial: el sabotaje de las instalaciones de la compañía industrial
Norsk Hydro en Vemork donde se fabrica el agua pesada, ingrediente
imprescindible para las ambiciones de Hitler de lograr la bomba atómica.
Pero alguien grita "¡corten!" y los saboteadores —noruegos en
uniforme británico para evitar represalias— se yerguen sacudiéndose la nieve.
Jóvenes solícitas con coloridos anoraks les acercan cafés y mantas. Todo un
ejército de técnicos, ocultos hasta entonces, se pone en movimiento para
preparar la siguiente escena. No pierdo la ocasión de abalanzarme sobre el
líder de los comandos y darle un sentido abrazo de parte de todos los que
recordamos y admiramos esa gesta. Tobias Santelmann, que encarna al legendario
Joachim Ronneberg, me mira perplejo, pero luego sonríe; e incluso me deja
sujetar su metralleta Thompson mientras mordisquea un bocadillo. Le señalo que
el sándwich parece más apetitoso que las gachas a base del contenido del
estómago de un reno y sangre que se vieron forzados a comer los verdaderos
saboteadores mientras permanecían emboscados en la montaña durante meses
preparando la operación. Asiente: "El rodaje está siendo duro, pero no
tanto como la aventura original, afortunadamente".
Se rueda estos día en los escenarios reales de la gran misión bélica de
1943 y con más de 400 extras The heavy water war, La guerra del agua
pesada, una espectacular serie para televisión de seis capítulos de 45
minutos cada uno sobre aquel formidable episodio. La producción, noruego
británica y dirigida por Per-Olav Sorensen, narra la historia inmortalizada
previamente en un inolvidable filme de Hollywood de 1965, Los héroes de
Telemark, con dirección de Anthony Mann y con Kirk Douglas y Richard Harris de
protagonistas, pero quiere ser más fiel a los hechos (los personajes
de Douglas y Harris, Rolf Pedersen y Knut Straud, respectivamente, eran
ficticios), y ofrecerlos además en toda la amplitud de su contexto histórico.
Así, la serie tiene la operación de sabotaje en su centro (y la cuenta tal y
como sucedió), y explica, por supuesto, la ejemplar odisea de supervivencia de
los comandos escondidos en los agrestes parajes de Hardangervidda, pero arranca
en 1933 con los intentos del alemán Heisenberg por arrebatar sus secretos al
átomo y se extiende hasta el lanzamiento en 1945 de la primera bomba atómica
sobre Hiroshima.
"Hay todo un trasfondo político y científico que no aparecía en el
filme de Hollywood", explica el productor sobre el terreno Roy Anderson,
mientras a su alrededor se amontonan paracaídas, cascos, bayonetas y otros
elementos de atrezo. Anderson marca distancias con la película de Anthony Mann.
"Esto no es de ninguna manera un remake, ni tenemos miedo de la
comparación; de hecho, para infinidad de jóvenes esta será la primera vez que
les cuenten la historia", recalca. "Estamos mucho más cerca de los
hechos históricos, hemos investigado en profundidad y ofrecemos una visión
muchísimo más completa, narrada con una nueva sensibilidad más actual". La
película de 1965 se inventaba un tiroteo que no existió en realidad y la muerte
de un miembro del comando. Lo cierto es que aquella noche no se efectuó ni un
disparo ni resultó muerto ni herido nadie. Fue una acción limpia, tan bien
planificada y realizada que hasta recibió elogios del general Von Falkenhorst,
el comandante de las fuerzas alemanas en Noruega. Menos gracia les hizo a los
oficiales de la guarnición enviados como castigo por su negligencia al frente
del Este...
Anderson explica que la serie presta especial atención a los dilemas
morales de los personajes y trata de ofrecer matices y distintos puntos de
vista. ¿Quiere decir eso que los héroes son menos héroes?, pregunto inquieto.
"No, no, en absoluto, y el tono épico está garantizado, tranquilo".
En realidad, existió una primera película de 1948 sobre el sabotaje de
aquella noche del 27 al 28 de febrero de 1943, Kampen om
tungtvannet (La batalla del agua pesada), noruega, en
blanco y negro, muy rigurosa y con varios de los personajes —Poulsson,
Kjelstrup, Haukelid, Kayser (esa gran selección de valientes)…— interpretados
por los propios comandos, haciendo de sí mismos. En la película también
aparecía Knut Haugland, el miembro del grupo que luego formó parte —amontonando
aventuras— ¡de la
expedición de la Kon-Tiki! Se da la casualidad de que el
actor que encarnó al propio Haugland en la nueva película de 2012 sobre la
famosa balsa es el citado Tobias Santelmann, que interpreta en The heavy
water war a Ronneberg.
El rodaje, extraordinariamente complicado por el clima (no para de nevar),
ha llenado de soldados alemanes el tranquilo pueblo de Rjukan, vecino a la
fábrica de Vemork, en el que todavía mucha gente recuerda la ocupación nazi.
Los militares se mueven con discreción pero encontrártelos en la calle provoca
la natural alarma, como ver que en el Saheim, la antigua central eléctrica,
reconvertida en Kommandantur, flamea la bandera nazi.
El reclamo de la hazaña de los comandos atrae puñados de turistas cada año
a la zona; hay una exposición (aunque la están renovando) en el museo en que se
ha convertido la antigua fábrica de Vemork, están señalizados algunos de los
puntos principales de la peripecia y se organizan actividades como la Marcha de
los Saboteadores, que resigue anualmente su itinerario y en la que
acostumbraban a participar los viejos supervivientes de la operación. Rjukan
cuenta con un teleférico que arroja vistas del valle escenario de la aventura y
anima a los irredentos soñadores a mezclar Los héroes de Telemark con El
desafío de las águilas.
Cuatro ataques para que Hitler no
lograra la bomba
En realidad hubo cuatro intentos
aliados de detener la producción de agua pesada (D2O, óxido de deuterio, un
subproducto de los procesos químicos para obtener fertilizantes artificiales
que era el objetivo principal de la fábrica de Vemork). El primero, la
operación Freshman, en noviembre de 1942, fue un completo desastre al
estrellarse los dos planeadores cargados de comandos británicos que debían
atacar la planta: en total murieron, en el accidente o fusilados después por
los alemanes —en lo que fue un crimen de guerra—, 33 soldados. El segundo
intento, llevado a cabo por noruegos entrenados por el Special Operations
Executive (SOE) y lanzados en paracaídas en medio de la salvaje naturaleza
noruega invernal (operación Grouse/Gunnerside), es el que culminó la noche del
27 al 28 de febrero de 1943 con el célebre y exitoso ataque a las instalaciones
de Norsk Hydro. El tercero, al revelarse que los alemanes habían sido capaces
de reemprender la producción, fue un masivo ataque aéreo en noviembre de 1943 a
cargo de 160 bombarderos de la US Air Force que causó la muerte de 22 civiles
noruegos y a la postre resultó infructuoso (la serie muestra en tosa su crudeza
el bombardeo). El cuarto (y definitivo) intento fue la colocación de una bomba
por los saboteadores noruegos en el transbordador Hydro que cargaba las
existencias de agua pesada con destino a Alemania, y que se hundió el 20 de
febrero de 1944 en medio del lago Tinnsjo, arrastrando los sueños atómicos de
Hitler pero también a 14 inocentes pasajeros noruegos, entre ellos una niña de
tres años.
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