12 marzo 2014 20minutos.es
Creo haberos hablado ya, durante estos meses, de varios proyectos europeos,
unos más jóvenes, otros de larga tradición europeísta, que a su
modo completan el fresco de los que es Europa, su inquieta sociedad civil y su
historia reciente. Hoy vuelvo a la tarea con Radio Europa Libre, que no solo sigue
emitiendo después de más de medio siglo, sino que estos días, con la crisis ucraniana, ha vuelto a cobrar
relevancia.
Radio Europea Libre os sonará, seguramente, a Guerra Fría. Y así es.
Fue la emisora de radio, que financiada con fondos de la CIA y el Gobierno de
EE UU, llevó la propaganda anticomunista (¡y la perversa música
occidental!) al otro lado del Telón de Acero, tanto a la URSS como a sus países
satélites. Como tal, Radio Europa Libre es parte de la historia de la Europa
dividida en dos bloques, pero a diferencia de hitos vergonzosos como el
Muro de Berlín, sigue existiendo, aunque en parte reinventada.
Su principal misión, como ellos mismos fundamentan hoy, es la de “promover
los valores democráticos” a través de la información periodística en países
donde no existe aún libertad de prensa o donde esta sigue siendo un derecho con
frecuencia cercenado. “El primer requisito de la democracia es una ciudadanía
bien informada“, dicen. Yo no tengo nada que objetar, es más, estoy de
acuerdo, aunque a algunos esto les suene a vil imperialismo yanqui.
Radio Europa Libre, o Radio Libertad, contribuyó ya en las décadas de
los 70 y 80 –por supuesto mucho más que el Papa Juan
Pablo II y que Margaret Thatcher– al fin del comunismo en
Polonia y en la República Checa. Este peculiar medio de comunicación, que sufrió
atentados con bomba y demasiadas críticas injustas del propio occidente,
está asociado ya para siempre a personalidades ilustres como las de Lech Walesa o Vaclav Havel.
Hoy, pese a las apariencias, el mundo es bien
diferente, pero Radio Europa Libre sigue emitiendo; lo hace para 21 países,
entre ellos Afganistán, Pakistán, Irán o Irak. Como se puede apreciar,
sus prioridades –que también son las de la Secretaría de Estado de EE UU, que
sigue financiándola– han variado geográfica y culturalmente.
La radio sigue presente en algunos de los países del
antiguo bloque soviético –basta leer el despliegue mediático sobre Ucrania–, pero ha
ampliado su radio de acción a oriente próximo y Asia central. En Europa
misma sigue presente en regiones de pasado reciente turbulento como Kosovo,
Macedonia, Serbia y Bosnia. La CIA no me paga por ello, pero os animo a que le
echéis un vistazo.
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