Blas Infante, considerado el 'padre de la patria andaluza', fue fusilado
por fuerzas falangistas en la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936. La
familia nunca pudo recuperar sus restos mortales que, se supone, descansan en
la fosa común del cementerio de Sevilla con cerca de 3.000 cadáveres sin
identificar.
Por ALEJANDRO TORRÚS 20/02/2014 publico.es
La madrugada
del 10 al 11 de agosto de 1936 un pelotón fascista trasladó en un camión a Blas
Infante desde la improvisada cárcel situada en el antiguo cine Jáuregui del
centro de Sevilla hasta el kilómetro cuatro de la carretera que unía Carmona
con la capital andaluza. Los falangistas pusieron a Infante y otro número de
presos imposible de determinar en una fila en la oscuridad de la noche. En un
segundo sonaron los disparos y los cuerpos de los cinco presos cayeron al suelo
sin vida. Antes, cuenta la leyenda, Infante gritó dos veces "¡Viva
Andalucía libre!". Los fascistas celebraban con sangre inocente el golpe
de Estado fallido del general Sanjurjo ocurrido el 10 de agosto de 1932.
Infante, con su vida y muerte, plantaba la semilla para una Andalucía más
libre, más justa y autogobernada.
"A
Infante lo mataron sin sentencia de muerte, sin juicio. Sin nada. Como a otros
tantos miles de personas. Junto a él fueron asesinados, además de otras
personas anónimas, varias personalidades importantes de la Sevilla de la época
como José González Fernández de Labandera, alcalde de Sevilla en 1932, Manuel
Barrios, diputados socialista y Fermín Zayas, dirigente masón de Sevilla",
explica a Público el historiador Francisco Espinosa.
La cuenta
atrás de Infante había comenzado ocho días atrás. Un grupo de falangistas fue a
detenerlo a su casa, bautizada como Dar Al-farah o la casa de la alegría, de
Coria del Río, municipio sevillano situado a orillas del río Guadalquivir.
Sería la última vez que Infante vería a su familia. Desde allí fue traslado al
Ayuntamiento de la localidad, primero, y después a la sede principal de Falange
en Sevilla. Finalmente, fue trasladado a la improvisada cárcel emplazada en lo
que era un cine antes del golpe de Estado. Fueron sus últimos ocho días de
vida. Fue el final del Blas Infante hombre y el comienzo del Blas Infante mito.
Su pensamiento, su tenacidad y su pasión por Andalucía le han hecho ser
considerado como padre de la patria andaluza.
Lo que
sucedió después con los restos de Blas Infante es imposible de conocer. Por la
tónica general de cómo funcionaban las sacas fascistas se puede intuir que o bien
sus restos fueron llevados por ese mismo camión a una fosa común o, por el
contrario, que sus restos fueron dejados en el lugar de su fusilamiento. El
historiador Manuel Ruiz asegura que, probablemente, sus restos serían recogidos
a la mañana siguiente por un nuevo camión que iría recorriendo los caminos y
recogiendo los cadáveres que encontraría a su paso. "Como si fuera el
camión de la basura", asegura el historiador Ruiz.
La hipótesis
con más fuerza es que sus restos fueron trasladados a la fosa común del
cementerio de San Fernando de Sevilla. En esta fosa común ingresaron, según una
investigación del historiador Francisco Espinosa, entre el 22 y 23 de julio de
1936 y los primeros meses de 1937, 3.028 cadáveres. Solamente en su primer día
de funcionamiento fueron almacenados en esta fosa los restos mortales de 123
víctimas de la represión franquista.
2.000 pesetas de multa después de muerto
Cuatro años
después de su muerte, Blas Infante sería juzgado por un Tribunal de
Responsabilidades Políticas, que dictó, el 4 de mayo de 1940, una sentencia
‘post mórtem' que justificaba su fusilamiento por su actividad política
andalucista en aplicación del bando de guerra e imponía a la viuda, que quedaba
a cargos de los cuatro hijos de la pareja, una multa de 2.000 pesetas.
"Formó
parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931
y en los años sucesivos hasta 1936, se significó como propagandista para la
constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz y (...) falleció
el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de
Guerra", rezaba la sentencia que incluía la sanción de 2.000 pesetas a
pagar por la viuda.
Para que
esta condena sea declarada nula, su nieto Estanislao Naranjo Infante continúa
luchando. A finales de 2010 presentó un recurso en el Tribunal Supremo para
reclamar la revisión del juicio y la anulación de la sentencia.
Aún no haobtenido respuesta alguna. Cabe recordar que con la aprobación de la
Ley de Memoria Histórica, en 2007, los veredictos judiciales de los
juzgados franquistas fueron automáticamente declarados ilegítimos, pero no
nulos, consideración de mayor alcance jurídico. No obstante, el caso de
Infante reviste una mayor complicación ya que no es una condena a muerte por un
Tribunal de la dictadura sino por la jurisdicción creada en 1940 por el
franquismo para saquear a los perdedores de la guerra.
Estanislao
recuerda hoy a su abuelo como "un gigante". "Un hombre capaz de
hacer todo lo que se propusiera y hacerlo bien", asegura. Estanislao
recuerda que desde niño tuvo la figura de su abuelo bien presente. Sus visitas
a la casa de la alegría de su abuelo constituyen un recuerdo imborrable.
"La casa es una preciosidad. Para cualquier niño aquella casa es muy
sorprendente y entonces mi familia ya me hablaba de mi abuelo y me decían que
la casa la había hecho él y de lo extraordinario que era. Desde pequeño me han
enseñado a aprender, respetar y conservar la figura de mi abuelo", señala.
La
admiración de Estanislao por su abuelo fue evolucionando con el paso de los
años. De admirar la figura familiar pasó a admirar el pensamiento, la obra y la
vida de Infante. "Mi abuelo ha hecho bien todo lo que se ha propuesto.
Tenía un saber enciclopédico. Era, por así decirlo, un hombre
renacentista", explica Naranjo. No obstante, el nieto de Infante reconoce
sentirse algo "irritado" con el uso que muchas veces se hace de la
figura de su abuelo.
"Es
cierto que cuando a un hombre lo convierten en 'padre de la patria' es lógico
que todo el mundo intente sacar un rédito partidista, sobre todo, cuando uno
tiene una obra tan extensa como la de mi abuelo. Es como cuando Aznar citaba a
Azaña", explica Naranjo, que reconoce cierto temor de que la figura de su
abuelo pase de ser historia a ser mito y del mito pase a la fábula sin que
nadie conozca el verdadero pensamiento de Infante y la profundidad de su lucha.
"Lo importante, más allá de estatuas y nombres a calles, es que se
mantenga su pensamiento y se siga discutiendo sobre su obra. Es la mejor manera
de mantenerlo vivo", asegura.
¿Quién fue Infante?
La
definición de un hombre como Infante, asegura el historiador y especialista en
la figura de Blas Infante, Manuel Ruiz, es "prácticamente imposible".
"Infante tenía una personalidad poliédrica, heterodoxa. Era un libre
pensador, imposible de encuadrar en una doctrina clásica, que estaba muy
comprometido con los jornaleros andaluces y la explotación a la que estaban
sometidos", afirma Ruiz, que señala que la obra de Infante está dirigida
principalmente al impulso de un "movimiento político de base ciudadana y
social para buscar la renovación y transformación de la realidad de Andalucía
y, consecuentemente de toda España".
"Todo
lo que quiere para Andalucía lo quiere para España. Sus ideas pasaban por un
proyecto federal de Estado con una nueva redistribución de competencias",
reflexiona Ruiz, que continúa con la descripción de Infante: "No estamos
ante un hombre de leyes, aunque fue notario: no fue un historiador, aunque hizo
sus indagaciones; no fue editor, aunque impulsó publicaciones; no fue lingüista
ni arabista, aunque se preocupó por el andaluz y enseñó árabe; no fue sólo
flamencólogo, aunque elaboró y publicó su propia teoría sobre el origen del
flamenco; no fue literato ni escritor, aunque tuvo sus escarceos como autor de
cuentos con una gran carga proyectiva de sus vivencias personales y
sociales".
Lecciones de Infante para el mundo del siglo XXI
La obra de
Infante, aún cuando hay que entenderla dentro del contexto en el que fue
escrita, deja algunas enseñanzas válidas para la España y la Andalucía del
siglo XXI. Así Ruiz señala nueve enseñanzas de Infante válidas para el mundo
actual.
1.
Llama a defender la identidad andaluza como pueblo en un mundo globalizado cada
vez más deshumanizado y sometido a las reglas del mercado
2.
El enriquecimiento de las personas debe ser fruto del trabajo y no de la mera
especulación
3.
Invita a sentirse orgullosos de todos los habitantes de Andalucía, desde los
Tartesos, a la Bética visigoda pasando por el Al-Andalus musulmán
4.
Denuncia la intolerancia de las religiones y de las falsas políticas
electorales que hacen de la vida pública un oficio cuando no un negocio
5.
Ayuda a descubrir la cultura andaluza a través del flamenco
6.
Enseña a mirar por el medio ambiente y a tratar los animales con el respeto
debido a todo ser vivo, denunciando que la cultura no debe ser ni arte ni
espectáculo
7.
Anticipa el diálogo entre culturas y civilizaciones abogando por un concepto de
ciudadanía multicultural en donde las fronteras unen más que separan
8.
Requiere a los andaluces unidad y solidaridad para superar el subdesarrollo a
través de un autogobierno que potencie un nacionalismo humanista, pacífico,
solidario y cívico
9. Reclama el orgullo de ser andaluces a la
hora de construir una nueva España cooperativa y una nueva Humanidad
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