Casi 5.000 gallegos fueron asesinados por la represión franquista entre
1936 y 1939. Familiares de víctimas de la dictadura presentan denuncias ante el
consulado argentino por la desaparición y asesinato de sus seres queridos.
ALEJANDRO TORRÚS Madrid 15/03/2014
En Galicia
no hubo Guerra Civil entre 1936 y 1939. Pero sí un exterminio sistemático de la
población fiel a la República. En tan sólo tres años fueron asesinados 4.699
ciudadanos gallegos. Siete de cada diez (3.233) fueron ejecutados en los
llamados paseos franquistas. El resto, 1.466, fueron asesinados mediante
la ejecución de una sentencia a muerte, según los datos
del proyecto Nomes e Voces. Un auténtico exterminio en una zona
donde la Guerra no duró más de unos días.
"Lo que
pasó en Galicia es una prueba de que el golpe tenía una intención exterminadora,
pues no era para nada necesario. (...) En Galicia no hubo matanzas de curas y
hacendados. Lo que sí hubo fue muchas muertes controladas, instigadas o
toleradas por las autoridades militares", explica Federico Cocho,
autor de Guerra civil. Que pasou en Galicia e en España (Xerais) en una
entrevista a El Mundo.
Con Galicia
bajo el control del bando franquista desde los primeros momentos del golpe
militar, "los perpetradores y sus seguidores a nivel local comienzan a
demostrar que éste lleva aparejada una inusitada violencia", según recoge
el informe de Nomes
e Voces. Así, en los primeros meses de la Guerra Civil fueron
asesinados en Galicia los cuatro gobernadores civiles, los alcaldes de cinco de
las siete ciudades gallegas y los 26 de las poblaciones más importantes. Fueron
ejecutadas también las máximas autoridades militares gallegas que se opusieron
al golpe, los civiles más activos en la defensa de la legalidad y aquellos con
cierta relevancia social en determinadas comunidades como maestros, médicos,
farmacéuticos y abogados. En total, 4.699 ciudadanos asesinados.
Ejemplos de
casi todos ellos se encuentran entre las denuncias que esta semana han
presentado una decena de familiares de hombres y mujeres de desaparecidos
durante la dictadura, vinculados a la Asociación para la Recuperación de la
Memoria Histórica (ARMH),
ante el cónsul de la República Argentina en Vigo, Roberto Gudiño dentro
de la llamada Querella
argentina.
El abuelo y
el tío abuelo de Esther García, una de las denunciantes, formaban parte
de aquellos gallegos que no esperaban la "inusitada violencia"
desplegada por los seguidores del golpe contra ellos. Manuel Díaz González,
médico de O Incio (Lugo) y primer alcalde de la República en dicha localidad, y
su hermano José Díaz, elegido en las últimas elecciones nuevo alcalde del
municipio, creyeron que a pesar del golpe militar no debían huir de la
localidad porque de nada se les podía imputar. Estaban equivocados. "Los
falangistas de O Incio empezaron con las amenazas a la familia. Nadie daba
crédito de lo que estaba pasando. Un día apareció muerto el perro de mi tío y
ya decidieron los hermanos que tenían que escapar", cuenta a Público Esther
García, que explica que finalmente los dos hermanos fueron capturados y
trasladados a la prisión de Monforte de Lemos, donde ofrecieron a Manuel partir
al frente como médico de los nacionales: "Yo no soy veterinario, no curo
animales", contestó Manuel, según relata Esther.
A partir de
ese momento comenzó el particular infierno de Manuel. Fue sacado de la cárcel
en un paseo nocturno aunque consiguió escapar herido refugiándose en
casa de un "amigo suyo de derechas", el famacéutico de Sarria Antonio
Peña. "Allí fue apresado por la conocida cuadrilla de falangistas de
Layosa. Le fueron atadas las manos a una soga prendida de la cola de un caballo
y fue arrastrado durante varios kilómetros hasta llegar a la entrada de
O Incio. Al llegar allí, aún con vida y consciente, fue asesinado. Luego le
amputaron un dedo para robarle la alianza", prosigue Esther.
Era el 11 de
septiembre de 1936. En los primeros cinco meses de 1936 fueron asesinados en
Galicia un promedio de 14,25 personas por día, mientras que a finales de 1939
la cifra de ejecuciones había descendido a 0,7 al día. Un día después, el 12 de
septiembre, aparecieron en la cuneta de la carretera N-634, en un lugar
conocido como voltas de Prado, cinco cadáveres. Uno de ellos tenía seis dedos en
una mano. Así identificaron los vecinos a Bruno Martínez, tío abuelo de
Miguel Freire, investigador de la ARMH que ha denunciado este caso ante la
Justicia argentina.
"Estaban
acusados de haber hecho frente a las tropas sublevadas, es decir, de oponerse
al alzamiento nacional. (...) No eran ni sindicalistas exaltados, ni agitadores
políticos, sólo habían tenido la mala suerte de haber participado en
asociaciones sindicales y políticas", cuenta Miguel a Público,
que añade que "la represión y el terror continuó cebándose en las
familias de estas personas, que tuvieron que padecer acoso y humillaciones, el
incendio y saqueo de sus casas y las burlas e insultos cuando los primeros de
noviembre llevaban flores a las sepulturas donde se habían enterrado a sus
familiares asesinados".
En octubre
de este 1936 fue también asesinado Julio Sanz Martín,
enfermero-practicante en la Marina. Su nieta, Elvira Sanz, lo denuncia ante la
Justicia argentina. "Mi abuelo tenía 34 años. El 22 de octubre de 1936
fueron unos hombres a su casa, donde vivía con su mujer y sus dos hijos, y
dijeron que se lo llevaban a un juicio. Al día siguiente, el 23 octubre,
apareció el cadáver en una cuneta de San Juan de Ouces. Su muerte quedó anotada
en el Registro Civil causada por una "hemorragia intensa".
El único
motivo por el cual Julio Sanz pudo ser asesinado es "publicar algunos
artículos sobre reivindicaciones laborales" en diversas revistas y
"estar afiliado a Izquierda Republicana". Como Julio, la represión en
el estamento militar en Galicia afectó a 140 marinos ejecutados, así como al
almirante Antonio Azarola Gresillón; el general de división Enrique Salcedo y
el gobernador militar de Galicia Rogelio Caridad Pita.
Objetivo:
destruir la sociedad
El asesinato
selectivo o indiscriminado no fue la única vía de represión. Con el objetivo de
destruir una sociedad civil, plural y organizada fueron condenados a cadena
perpetua 1.597 ciudadanos
y 1.981 fueron sentenciados a diferentes penas de prisión
inferiores. En total, 28.234 víctimas gallegos sufrieron algún tipo de
persecución judicial por las nuevas autoridades militares. "Es imposible
la cuantificación o estimación sobre otras formas de coerción o violencia:
desde los encarcelamientos y torturas hasta las rapas y purgas de mujeres
que se perpetran con idéntica escenificación en todo el territorio gallego y, a
diferencia de las otras tipologías represivas, estaban diseñadas para su
exhibición pública", señala la investigación de Nomes e Voces.
Así,
en la Galicia de la Guerra Civil pueden ser perseguidos y exterminados desde un
líder comunista local a un simpatizante de un sindicato que busca mejorar sus
condiciones económicas pasando por la "burguesía progresista que a través
del socialismo, el republicanismo o el galeguismo aspiran a consolidar el
liberalismo democrático". "No se trata, pues, de un ataque a una
posible revolución de tipo soviético —sin ninguna base documental—, sino de
acabar con un sistema en el que cobra el protagonismo principal la
participación ciudadana en un escenario tendente a la modernidad y el
progreso", concluye la investigación de Nomes e Voces.
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