Ferrol homenajea a Antonio Azarola, militar republicano y defensor de los
astilleros
LORENA BUSTABAD - Ferrol - 05/02/2011
La Guerra Civil truncó el homenaje que el pueblo ferrolano quiso rendir
al contralmirante Azarola por su encendida defensa de los astilleros de la ría.
En 1936, desde el Ministerio de Marina, frenó una reconversión naval y salvó de
la ruina a centenares de familias de la comarca. "Ferrol está en deuda de
gratitud con Antonio Azarola", se dijo entonces. Setenta y cinco años
después, la ciudad cumplió su promesa y saldó su deuda con el militar
republicano, asesinado a tiros días después del alzamiento. El Ayuntamiento
evocó ayer a Antonio Azarola Gresillón (Tafalla, 1874 - Ferrol, 1936) para
regalarle una plaza con vistas a los diques a los que dedicó toda su vida.
Fue un acto sencillo, celebrado a media tarde frente a Capitanía Marítima,
al que asistieron medio centenar de personas, entre los que se contaban una
decena de nietos y bisnietos de Azarola, "emocionados y muy
agradecidos" a la corporación que rescató del olvido institucional la
figura de su "abuelo robado". "Estamos haciendo justicia",
manifestó el alcalde, Vicente Irisarri, orgulloso de oficiar un acto "que
justifica toda la legislatura". El regidor socialista, escoltado por
ediles de IU y del BNG, descubrió la placa que rebautiza, con el nombre de
Azarola, un espacio antes dedicado al militar franquista Pedro Fernández.
Azarola nació en un pueblo sin mar de Navarra. Fue marino vocacional,
militar, almirante del Arsenal ferrolano y ministro de Marina en la II República.
En Ferrol vivió y murió fusilado a las seis de la mañana contra los muros del
Cuartel de Dolores el 4 de agosto de 1936. "Le ofrecieron sublevarse
antes, durante y después", cuenta Miguel García, investigador y militar en
la reserva. Su lealtad al Gobierno legítimo desde la plaza ferrolana le valió
la ira de los militares sublevados, comandados por un general Franco ansioso
por controlar su ciudad natal. Azarola fue arrestado por sus subordinados, que
lo acusaron de abrir las puertas del arsenal a los comunistas para brindarles
armas. Lo ejecutaron tras un Consejo de Guerra sumarísimo en el que se negó a
respaldar "a los sediciosos". "No manchéis vuestras manos con la
sangre de un justo", espetó al tribunal que lo juzgó.
Además de un valeroso militar -condecorado con los mayores honores en
Francia, Grecia y Rumanía-, Azarola fue también una pieza fundamental de la
historia local. Suyo fue un proyecto de traída de aguas a la ciudad a
principios del siglo XX, y se destacó como protector de los astilleros de
Ferrol y Fene frente a los intentos de adelgazar brutalmente su plantilla. Trazó
un riguroso plan de escuadra para fomentar la construcción naval, que defendió
a capa y espada ante el Congreso el 8 de enero del 36. Tal fue su vehemencia y
rigor que convenció a los diputados más escépticos.
La idea de dedicar una espacio público a Azarola partió de dos
asociaciones locales de la memoria histórica Fuco Buxán y Memoria Histórica
Democrática. El grupo municipal de Izquierda Unida recogió el guante y lo
planteó como moción en 2009 con el apoyo de todos los grupos a excepción del
PP. El homenaje quedó en la nevera durante casi dos años a expensas de
encontrar un lugar para el contralmirante.
De ascendencia vasco-francesa, Azarola vivió en Uruguay, Cádiz y
Cartagena antes de atracar en Ferrol, donde se casó y tuvo dos hijos. Capitaneó
los acorazados Jaime I y Alfonso XIII, ascendió a contralmirante
en 1932 y escaló hasta la cúpula del Ministerio de Marina en 1935. Su paso por
la cartera republicana duró dos meses: el estallido de la Guerra Civil truncó
su carrera política. Desde el arsenal ferrolano, movió con acierto los
delicados hilos de la diplomacia en tiempos convulsos. "Su muerte fue una
injusticia que conmocionó a la ciudad", señala García. Lamenta que la
Marina no le rinda los honores que merece.
"Los ferrolanos estamos orgullosos de
su ejemplo de dignidad y escrupuloso respeto a la democracia que lo llevaron al
sacrificio, víctima de las balas de la intolerancia", resumen desde Fuco
Buxán. Una solitaria bandera republicana coloreó ayer el homenaje, con vistas a
la ría. Su nieta, Ángela Azarola, lo llenó de lágrimas.
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