Un documental reúne las reflexiones de 27 mujeres sobre el franquismo
SARA VILA - Santiago - 08/02/2011
María Gómez, alcaldesa da cañiza na II República |
El golpe militar de 1936 desencadenó la desgracia de muchos. Desde hace
muy poco, las asociaciones de la memoria histórica han intentado dignificar, no
sin dificultades, a los que padecieron el acoso de la dictadura. La historia se
recuperaba, pero estaba incompleta. Faltaban las represaliadas por el
franquismo. También faltaban las herederas de una generación de mujeres nacidas
para estar al servicio del hombre.
Para difundir sus testimonios, la Asociación Memoria Histórica do 36 de
Ponteareas, en colaboración con la Universidad de Vigo, puso en marcha el
documental Digna rabia, en el que 27 mujeres reflexionan sobre el
impacto del franquismo en sus vidas. Pretenden estrenarlo en marzo, haciendo
coincidir su presentación con el Día de la Mujer. El documental refleja la
historia de activistas feministas, intelectuales y políticas. Desde la única
alcaldesa republicana de Galicia, María Gómez, regidora de A Cañiza en julio
del 36, hasta la ex conselleira del PP Manuela López Besteiro. También se
repasa la trayectoria de feministas históricas como María Xosé Queizán o Nanina
Santos.
Pero las consecuencias del franquismo tuvieron efecto también sobre
mujeres anónimas, que por primera vez cuentan en público cómo sufrieron la
dictadura. Chiña González es una de ellas. Su padre fue concejal socialista de
Ponteareas durante la República. Tras el golpe de estado intentó huir a
Portugal pero alguien lo delató. Lo fusilaron en octubre del 36. Chiña todavía
recuerda que se llevaron a muchas jóvenes al ayuntamiento para raparles el
pelo. Luego, las pasearon por las calles. "Ellas intentaban taparse la
cabeza con pañuelos pero los falangistas se los quitaban", explica. El
hijo de González, Rafael Bargiela, no conoció esta historia hasta mucho después.
"Había elecciones y pasó un coche con un altavoz por delante de casa. Era
propaganda electoral y de fondo sonaba La Internacional, entonces me di
cuenta de que mi madre estaba llorando", explica Bargiela. Fue aquel día
cuando Chiña comenzó a hablar de lo difícil que fue soportar el acoso
falangista.
Sacrificio y silencio. Eso era lo que les esperaba a quienes sufrieron de
forma directa la represión. Porque también hubo presas en las cárceles de
Franco. Saturrarán, en Guipúzcoa, es el mejor ejemplo. A esta prisión femenina
llegaron muchas gallegas, entre ellas la última alcaldesa republicana de A Cañiza,
María Gómez. "La vida de todos los presos era horrible, pero las mujeres
soportaban otras cargas, como la violencia sexual. Los hombres disponían del
apoyo de sus esposas, pero las presas tenían que ganarse la vida en cautividad
y en muchos casos ayudar a su familia desde allí", explica la
investigadora María José Bernete. Al igual que la alcaldesa de A Cañiza, la
mayoría de las supervivientes de las cárceles franquistas no volvían a sus
poblaciones de origen. Algunas por un exilio forzoso, otras porque allí les
esperaban las caras de quienes las habían delatado. María Gómez pasó el resto
de su vida en Lugo.
El feminismo fue resultado de las conciencias de las jóvenes que no
estaban dispuestas a asumir el rol que habían desempeñado sus madres. Esta
conciencia nace a finales de los 60 y Nanina Santos estuvo involucrada en
aquella lucha. "El franquismo, ayudado por la jerarquía eclesiástica, se
encargó de realizar un trabajo de propaganda que enseñaba cómo ser mujer, y
consistía en someterse al varón". El termómetro que medía la feminidad
funcionaba de forma directamente proporcional a la blancura de las sábanas en
los tendales. Y hubo consecuencias. Incluso los movimientos que se consideraban
más comprometidos relegaban a las mujeres. Es una queja que comparten todas las
entrevistadas: en el seno del partido más igualitario la mujer estaba fuera de
las decisiones importantes. Y, según Santos, lo sigue estando. La ex funcionaria
de Extensión Agraria e Pesqueira, Prudencia Santasmarinas es tajante:
"Incluso los hombres más progres no sienten que esto vaya con
ellos".
Aún quedan frentes abiertos. "Hay mucha presión a la igualdad, pero
parece haberse convertido en un eslogan con pocas medidas concretas", se
queja Santos. El recuerdo de la digna rabia de aquellas mujeres abre
ahora una puerta a la reflexión, invita a retomar la conciencia.
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