Un
autorretrato intimista de tres generaciones homenajea a cientos de miles de
refugiados republicanos en Francia
ANDRÉS PÉREZ
CORRESPONSAL 05/02/2011
Miles de creaciones artísticas,
literarias y de ensayo retratan el exilio y lo que en París se sigue llamando
la "Guerra de España". Pero, por primera vez, una exposición se
concentra en la memoria íntima y familiar, en el autorretrato de tres
generaciones y de lo que vivieron a consecuencia de La retirada. Se
trata de la pequeña, simple, y magnífica muestra Compromiso en el
exilio. Una familia de republicanos españoles, que estará abierta hasta el
26 de junio.
Lo que se ve en la sala
del Museo Jean Moulin de París no es sobrecogedor, no es una exposición de
guerras y horrores. Son simplemente las obras de dos artistas franceses de
mediana edad que, ahora, emprenden un trabajo de memoria: son Gloria y Serge
Castillo, hermanos e hijos de una pareja de republicanos españoles que, como
otros 400.000 aproximadamente, huyeron a Francia tras la derrota.
En ese trabajo de memoria
bucean en los recuerdos de lo que su padre dijo o no dijo, ese soldado
desconocido que llegó en su día a ser miembro de las unidades de sabotaje de la
República, antes de ser resistente antinazi en Francia y ser internado por la
Gestapo. Bucean también en ellos mismos. Y luego lo proyectan en escenas
familiares de la tercera generación. Los nietos de los combatientes, chavales
rubios que, en las escenas banales, visibles en la exposición,
representan lo que ha costado esa normalidad y esa felicidad.
"Es un itinerario de
redescubrimiento que emprendemos desde 2006",
explica Gloria Castillo, autora de los óleos de la exposición, de la misma
forma que su hermano es autor de las esculturas. Y es que ese año, el hoy
Memorial del Campo de Rivesaltes (sureste de Francia), donde fueron internados
muchos refugiados a partir de 1940, les pidió unas obras. A partir de ahí, la
tapa de la olla se destapó.
Ajedrez con el nieto
"Hacer ese trabajo de
memoria familiar es rendir homenaje a todas esas gentes de la retirada",
explica Gloria Castillo. En las esculturas, en forma de simples figuras de
arcilla, sin color, pero llenas de humanidad, dignidad y hasta de simpatía, de
chavales andando y decididos a comerse el mundo. En los óleos, donde la tierra
y la ciudad bombardeada y atacada por la maquinaria de guerra sigue viva y
llena de colores. En un filme, donde las escenas en las que el entrañable
abuelo cuenta lo que vivió alternan con simples momentos de familia del siglo
XXI: una cena de Navidad; una partida de ajedrez con su nieto; un plano fijo
con los chavales haciendo el gamberro.
En la sala del museo pasan
grupos de colegios franceses. Se sientan y escuchan a los profesores. Una
maestra explica. "Tras la crisis de 1929, y como en cada crisis, dirigentes
y políticos utilizaron el odio para poder gobernar". Los chavales
miran las estatuas. Los brazos se levantan para responder: "¿Quién atacó
la democracia española?". Respuesta: "Hitler, Mussolini y
Franco".
"Nuestro
objetivo es dirigirnos a estos chavales. Sabemos que la historia continúa, que
hay muchos niños que sufren hoy, y ellos sienten muy fuerte las obras de la
exposición", explica Gloria Castillo. Y añade: "El libro de oro de la
exposición te golpea el corazón. Un niño escribió: Gracias, Gloria. Firmado:
Bechir". Bechir ahora sabe que el soldado desconocido se llamaba
Francisco Castillo Guerrero, que sobrevivió a los franquistas y a los campos de
exterminio nazi. Y que, con sus heridas, fue capaz de vivir riendo y dando vida
en Francia. La historia continúa.
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