El Gobierno colombiano señala a las Bacrim como responsables del 47% de
los 15.400 asesinatos ocurridos en el país sudamericano en 2010
PILAR LOZANO - Bogotá - 28/01/2011
Vítimas dos paramilitares e da guerrilla, Medellín 2009 |
Las bandas criminales al servicio del narcotráfico? Bacrim, como las
llama el Gobierno colombiano?, son hoy "la peor amenaza para el país",
afirmó esta semana el comandante de la policía general Óscar Naranjo.
Casi la mitad de los más de 15.400 asesinatos cometidos en Colombia el año
pasado? un 47%? son responsabilidad de estos grupos armados, el resultado de
una desmovilización fallida de los paramilitares, que sembraron el terror
durante dos décadas. Cifras oficiales señalan que las Bacrim operan en 21 de
los 32 departamentos colombianos (el 75% del territorio) y que son dirigidos,
en su mayoría, por mandos medios de los frentes desmovilizados. Pero mientras
algunos funcionarios insisten en que, salvo contadas excepciones, sus crímenes
están relacionados con el negocio de la droga, la realidad muestra que atentan
contra líderes sociales, amenazan e imponen normas en las zonas que controlan.
El asesinato a comienzos de mes de dos estudiantes de biología de una
prestigiosa universidad bogotana en el caribeño departamento de Córdoba ?cuna
del paramilitarismo? hizo que el país reconociera que esta amenaza es mucho
peor de lo que hasta el momento se había aceptado. Pese a que en septiembre
pasado el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, dijo que las Bacrim eran grupos
"sin poder local, fácilmente manejables", solamente en Córdoba, el año
pasado, fueron asesinadas 575 personas. En los dos primeras semanas de 2011 se
registraron 31 crímenes.
Human Rights Watch (HRW) señala en su informe anual
que las 20 masacres sufridas en 2010 en todo el territorio colombiano
representa un aumento del 41% en comparación con el año anterior. Los
asesinatos de sindicalistas, los ataques a los defensores de los derechos
humanos y las amenazas a líderes sociales, particularmente a los que se atreven
a reclamar tierras de los desplazados por los paramilitares, son algunas de las
atrocidades que les atribuye HRW en su informe anual. "La situación del
sindicalismo sigue siendo crítica", comenta Alberto Vanegas, encargado de
derechos humanos de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores de Colombia).
Colombia es el país con el mayor número de asesinatos contra sindicalistas del
mundo. En 2010 murieron 44 y en enero han sido asesinados dos más.
Vanegas, además, cuestiona las cifras oficiales de la lucha contra la
impunidad. Desde 1986, 2.774 sindicalistas han sido asesinados según cifras de
la CUT. De estos crímenes, solamente se ha investigado un 25%. Desde el
Gobierno se destacan las 260 sentencias dictadas pero Vanegas subraya que éstas
son para quienes dispararon el gatillo.
HRW también señala la situación de los líderes de grupos de víctimas que
reclamaban tierras. 45 han muerto desde 2005. La organización llama la atención
sobre el crimen de Óscar Maussa, asesinado en noviembre de 2010 tras recibir
amenazas. Lo amarraron a un árbol y lo mataron a palos. La restitución de
tierras es una de las prioridades del Gobierno del presidente Juan Manuel
Santos. Los cálculos más bajos dicen que los paras arrebataron más de dos
millones de héctareas. El Incoder ?Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, la
entidad encargada de la titulación de estos predios? fue cómplice de este
despojo. "Hubo un periodo oscuro en que a más de un subgerente de Incoder
se le podía identificar con un jefe para" afirma el nuevo gerente de esta
entidad, Juan Manuel Ospina.
HRW, en una carta enviada al vicepresidente Angelino Garzón, aconseja que
la fiscal general, Viviane Morales Hoyos, modifique la "deficiente"
metodología empleada en la investigación de los crímenes. En la misiva, la
organización reconoce que el Gobierno de Santos "ha tomado medidas
positivas" para enfrentar a estos grupos. Uno de sus más temidos
cabecillas, Pedro Oliveira Guerrero, alias Cuchillo, cayó abatido en una
operación policial en diciembre pasado. Pero HRW subraya "la
persistencia histórica que han tenido los
paramilitares, la extensión de sus redes delictivas y el poder político y económico
que han acumulado [en Colombia]" y recomienda que las autoridades
investiguen y juzguen a los funcionarios que hayan tolerado o colaborado con
estos grupos.
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