El carismático Nasser alzó la voz de Egipto en el exterior - A Sadat la
paz con Israel le costó la vida - Mubarak solo pudo forjar la dictadura más
denostada
GEORGINA HIGUERAS (ENVIADA ESPECIAL) - El Cairo - 12/02/2011
Sadat e Mubarak |
Entre los
millones de egipcios que ayer tomaron las calles para echar a Hosni Mubarak y
los que acudieron llorando a rendir homenaje a Gamal Abdel Nasser, muerto de un
infarto el 28 de septiembre de 1970, se palpa el declive de un país que fue líder
del mundo árabe y del movimiento de los No Alineados y orgullo de sus propios
ciudadanos. Egipto languidecía hasta ayer dentro de un régimen represivo,
corrupto e inoperante, con el que perdió su influencia internacional y se
enfrentó a la ira de sus jóvenes.
Muchos egipcios lamentan estos días la falta en las actuales filas
castrenses de un Nasser que les devuelva la ilusión. Nacido en Alejandría en
1918 y activista contra el dominio británico desde muy joven, Nasser fundó en
1949 los Oficiales Libres, una asociación de militares opuesta a Londres, al
rey Faruk y a la corrupción y el desencanto reinantes en el Ejército egipcio
tras la derrota en la primera guerra contra Israel, en 1948. El golpe de los
Oficiales Libres, en 1952, acabó con la monarquía e instauró la república. De
inmediato, Nasser, con su amplia sonrisa, su don de gentes y su decisión, quiso
moldearla de acuerdo a su populismo, para lo que tuvo que desembarazarse del
antiguo compañero de armas elevado a presidente, Mohamed Naguib.
Convertido en 1954 en primer ministro y presidente, el sueño de Nasser
era lograr un Egipto independiente económicamente y aunar contra Israel y bajo
el liderazgo de El Cairo a las divididas naciones árabes. Empezó por consolidar
su mando político interno con un referéndum para una reforma constitucional
que, al igual que las posteriores elecciones presidenciales, ganó casi con el
100% de los votos.
En la nueva república socialista, Nasser impulsó la reforma agraria
iniciada en 1952, pero el desarrollo agrícola precisaba la construcción de una
presa en el Nilo, la de Asuán, y ante la falta de ayuda internacional y de
recursos propios optó por obtenerlos de la nacionalización del canal de Suez,
la faraónica obra inaugurada en 1869, propiedad de Francia y Reino Unido. La
osadía valió a Egipto otra guerra. La contienda contra franceses y británicos,
a los que se unió Israel, se perdió en el campo de batalla, pero se ganó por el
extraordinario diplomático que fue Nasser.
Pese a la represión y persecución de los Hermanos Musulmanes, Nasser
mantuvo casi intacto su populismo hasta su muerte, debido a su distanciamiento
de Europa y Estados Unidos y a encabezar, junto con Tito y Nehru, a los No
Alineados. Además, llevó su panarabismo a una unión con Siria que duró muy
poco. Personalmente, sin embargo, no logró recuperarse de su última derrota
frente a Israel, en la llamada Guerra de los Seis Días, que destruyó la aviación
egipcia antes siquiera de que despegara. Pero los egipcios se lo perdonaron y
cinco millones de personas desfilaron ante su cadáver.
Anuar el Sadat, compañero temprano de Nasser tanto en la lucha contra los
británicos como contra la monarquía, logró imponerse como nuevo presidente de
Egipto tras la muerte del rais. Sadat heredó la pulsión panarabista y en
menos de tres años articuló una nueva guerra contra Israel, la llamada del Yom
Kipur, que casi estuvo a punto de ganar.
La derrota, sin embargo, le llevó a un giro total de su estrategia.
Comenzó entonces para Egipto un cambio radical de alianzas bajo el reinado de
un líder anodino. Sadat se desprendió de la alianza con la Unión Soviética para
acercarse a Estados Unidos y se olvidó de sus divididos hermanos árabes para
pactar una paz duradera con Israel. Alejado del socialismo, puso en marcha una
liberalización de la economía para poner fin a los subsidios, pero el fuerte
aumento del precio de los cereales desató en 1977 la llamada revuelta del
pan, que le obligó a dar una cierta marcha atrás. Ganó el Premio Nobel de
la Paz, pero la represión de los islamistas radicales y la "traición"
de los acuerdos de Camp David le llevaron a la muerte durante un desfile
militar en el que fue tiroteado por soldados radicales. Corría octubre de 1981.
Hosni Mubarak, que resultó herido en el atentado, heredó el mando y desde
el primer momento quiso situarse entre sus dos predecesores. Su prioridad fue
tanto la recuperación del Sinaí, lograda en 1982, como el restablecimiento de
las relaciones con los árabes. Nadó siempre entre dos aguas, pero su
inmovilismo las corrompió pronto. Con el paso de los años, el puño de hierro de
su dictadura se fue cerrando de forma cada vez más ostentosa y dolorosa sobre
su pueblo. A ello, se sumó la incapacidad económica que ha castigado a la
absoluta mayoría de la población a una vida de trabajos múltiples por sueldos
de miseria. El faraón, cada vez más alejado de su pueblo, no supo valorar las
demandas de este y finalmente sucumbió ante una marea humana de protestas.
Egipto inicia una nueva andadura hacia la democracia en la que tal vez ya
no sea necesario buscar entre las filas castrenses a su nuevo líder.
Del golpe de Nasser a la caída de Mubarak
1953. Se declara la
República de Egipto tras un golpe encabezado por Gamal Abdel Nasser que logra
derrocar al rey Faruk.
1954. Reino Unido
retira sus tropas de Egipto.
1956. Nasser asume
la presidencia y nacionaliza el canal de Suez. Guerra contra Francia, Reino
Unido e Israel, que intentan derrocar a Nasser. 1967. Guerra de los Seis
Días. Israel derrota a Egipto, Jordania y Siria.
1970. Muere Nasser y
le sucede su vicepresidente, Anuar el Sadat.
1973. Guerra del Yom
Kippur. Egipto y Siria atacan a Israel.
1978-1979. Acuerdos
de paz de Camp David entre Egipto e Israel.
1981. Sadat es
asesinado por islamistas radicales. Le sucede el vicepresidente Mubarak.
1995. El presidente
sobrevive a un atentado en Etiopía.
2005. Los Hermanos
Musulmanes obtienen el 20% en las elecciones generales.
2009. Histórico
discurso de Barack Obama en El Cairo.
2010. El partido de
Mubarak obtiene el 80% de los votos en las elecciones parlamentarias. Los
candidatos de la oposición denuncian un fraude electoral y se retiran de la
segunda vuelta.
Los 18 días de la revolución
25 de enero de 2011. Primera gran marcha contra Mubarak en el Día de la Ira. La represión
provoca cuatro muertos.
27 de enero. El Nobel
de la Paz Mohamed el Baradei llega a Egipto y se suma al movimiento
anti-Mubarak.
28 de enero. Se
recrudecen las movilizaciones. Mueren 70 personas. El Gobierno decreta el toque
de queda y corta el acceso a Internet y los móviles.
29 de enero. Mubarak
nombra vicepresidente al jefe del espionaje, Omar Suleimán.
31 de enero. El Ejército
califica de legítimas las reivindicaciones y asegura que no va a disparar
contra el pueblo.
1 de febrero. Un millón de egipcios protesta en la plaza de Tahrir. Mubarak anuncia
que no se presentará a las elecciones presidenciales de septiembre, pero que
dirigirá la transición hasta entonces.
5 de febrero. La cúpula del gobernante Partido Nacional Democrático dimite en bloque.
10 de febrero. En un discurso televisado, Mubarak insiste en permanecer al mando y
rechaza las presiones del exterior.
11 de febrero. Suleimán anuncia que Mubarak dimite y
cede el poder al Ejército.
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