venres, 30 de novembro de 2012

Un ensayo contra el abuso de la memoria gana el Premio Nacional de Historia


El catedrático Ricardo García Cárcel desmonta la construcción de mitos en 'La herencia del pasado'
Ricardo García Cárcel (Requena, Valencia, 1948) ha ganado el premio Nacional de Historia por su libro La herencia del pasado, publicado en marzo de 2011 por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, en el que analiza las sucesivas versiones sobre la historia de España y desenmascara lo que él denomina “los distintos secuestros de Clío”. Un libro que nació, según explica el propio autor en su prólogo, “con voluntad crítica respecto a la instrumentalización de la memoria histórica reciente y de la vieja memoria de mitos fundacionales y tópicos de toda procedencia”.
Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona desde hace tres décadas, García Cárcel reflexiona sobre el debate entre memoria e historia –tan presente en España en los últimos lustros- y sobre las dos tendencias que han pugnado por construir la identidad española: “el adanismo antihistoricista que se niega a mirar atrás y el historicismo ansioso de buscar y encontrar las raíces más remotas. Historia corta e historia larga”.
Frente a un presente en el que prima el cultivo de la memoria histórica reciente –cree el autor que son “los nacionalismos sin Estado” los que tienen el monopolio de la historia larga-, García Cárcel defiende el conocimiento histórico. “Son fundamentales las lecciones del pasado”, sostiene. Lo que no es coartada para avalar mitos sin fundamento. García Cárcel recuerda que los historiadores de su generación fueron educados “en el cultivo de los mitos más rancios de la historia de España”. “Llegamos a la universidad en los años sesenta”, recuerda en la introducción de su libro, “y nos lanzamos a la caza y derribo de toda esa mitología que cuestionamos de arriba abajo en tanto que la identificamos con la historia oficial producida por el franquismo”. Un generación que puso en la picota a una historia oficial.
La situación actual, prosigue, ha arrinconado aquellos mitos (Reyes Católicos, entre otros) pero muestra una “curiosa permisividad hacia los fabricados en la cantera de los nacionalismos sin Estado”. Después de recorrer los sucesivos procesos de construcción identitaria con el uso de la historia al servicio de ciertos discursos (viaja por el romanismo, la memoria visigoda e indigenista, los nacionalismos con historia de Cataluña, País Vasco y Galicia, el patriotismo de la Guerra de la Independencia, los mitos de la conquista americana o la memoria de la Guerra Civil), García Cárcel concluye con una reivindicación del rigor crítico para “desvelar las falsas legitimaciones” y abordar “el pasado sin complejos”.

'Casablanca', setenta años de una gran amistad


El clásico, protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, nació más como un filme de propaganda política que como la historia de un amor inmortal
MATEO SANCHO CARDIEL Madrid 26/11/2012
"Tócala otra vez, Sam", "Siempre nos quedará París" o "El mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos". No hace falta decir más. Han pasado 70 años desde "el principio de una gran amistad" entre el público de cualquier generación y la historia de amor más famosa del cine, Casablanca.
El guión se iba escribiendo sobre la marcha, la Segunda Guerra Mundial había dejado a Hollywood sin galanes y Humphrey Bogart había entrado en la nómina de la película a última hora, sustituyendo nada menos que Ronald Reagan. En vez de Ingrid Bergman se había pensado en Hedy Lamarr y ni siquiera iba a estar ambientada en Marruecos, sino en Lisboa. Casablanca había nacido más como un filme de propaganda política que como la historia de un amor inmortal, cuyo exotismo sería reconstruido enteramente en los estudios e incluso algunos decorados, como la estación de París, fueron reciclados de otras películas de la Warner, en este caso La extraña pasajera.
El título que se barajó al principio fue el de la obra de teatro en la que se basaba, Everybody Comes to Rick's (todo el mundo viene a Rick's), aunque se decidió el título final para repetir el éxito de Argel, rodada tres años antes. Así, a trompicones, se forjaba una de las películas con más momentos inolvidables y rememorados, ganadora de tres Óscar, llena de diálogos inolvidables, interpretaciones antológicas de Bogart e Ingrid Bergman (así como Claude Rains y Peter Lorre en papeles secundarios) y una música de Max Steiner para la eternidad.
Michael Curtiz, forjado en las aventuras coloristas de Robin Hood o La carga de la brigada ligera, fue el inesperado artífice del milagro, ya que tampoco llegó como primera opción, que era el maestro del melodrama William Wyler. Pero todo ese equipo de suplentes desplegó tal sinergia que impuso su amor hasta eclipsar a esa Marsellesa, que sonaba ya en los créditos, a ese mensaje de oposición a los nazis en un proyecto que se empezó a gestar un día después del ataque japonés contra Pearl Harbor.
Rick e Ilsa, los amantes a los que el tiempo y la Historia querrá separar continuamente, daban al melodrama clásico de Hollywood un plus de amargura, rematado con ese final realista tan poco acostumbrado en la época. Un amor a destiempo, cuya potencia no podrá vencer ya no tanto a la adversidad, sino a la mera conveniencia. Un mazazo a las segundas oportunidades y una victoria para la derrota.
Dado que Paul Henreid y Claude Rains llegaron tarde al rodaje porque se había dilatado su película anterior, la primera escena que rodaron Bogart y Bergman fue su encuentro en el piano, pero ya entonces la química quedó patente. Bogart quedaba en los anales con la gabardina y el cigarro empapados, o en la barra de su propio bar con un whisky doble vestido de esmoquin blanco. Bergman lo hacía con pamela y con la mirada desbordada por las lágrimas.
Una pareja perfecta filtrada por la magia del cine, pues él tuvo que colocarse cajas y cojines para contrarrestar los cinco centímetros que le sacaba la actriz sueca. Y aunque la canción que les remontaba a su pasado se llamaba As Time Goes By, se quedaron congelados en la retina de la audiencia. Tan congelada que se ha intentado repetir en varias ocasiones. Ya en los cuarenta, se habló de hacer una secuela llamada Brazzaville cambiando a Ingrid Bergman por Geraldine Fitzgerald, pero el proyecto se canceló. Woody Allen la homenajeó por todo lo alto en Sueños de un seductor, Steven Soderbergh casi la plagió en The Good German y Trueba le hizo un guiño en La niña de tus ojos.
Pero ninguna fue capaz de repetir la magia de la original, que se estrenaba un 26 de noviembre de 1942 sin grandes aspavientos pero se convirtió en clásico. Quizá porque nunca pretendió ser una gran historia de amor y el amor llega cuando menos se lo espera.

xoves, 29 de novembro de 2012

Arabia Saudita: tecnoloxía ao servizo dos gardiáns


El Diario | @eldiarioes © Amnesty International
Foi a activista saudita Manal Alsharif, que desafiou en 2011 a prohibición que lles impide ás mulleres conducir, quen alertou de que nos últimos días cidadáns sauditas recibiran mensaxes nos seus teléfonos móbiles cada vez que as súas esposas cruzaban a fronteira. A noticia estendeuse enseguida polas redes sociais, acompañada de denuncias de xente dentro e fóra do país. Tecnoloxía para controlar as mulleres, titulaban medios e activistas de todo o mundo. Pero que supón realmente este novo sistema electrónico?
Arabia Saudita é o único país do mundo onde as mulleres teñen prohibido conducir, un feito que recibe cada vez máis oposición dentro e fóra do país. É só unha máis das múltiples trabas que sofre a poboación feminina nun estado que lles nega a maioría de dereitos. O concepto de custodia masculina que establece o Dereito de Familia erixe os homes nos seus gardiáns e limita os seus dereitos no referente ao matrimonio, o divorcio, a custodia dos fillos, a sucesión, a propiedade, a elección do lugar de residencia, a educación e o emprego. Tamén no relativo aos seus movementos. Para isto último, o Ministerio de Interior saudita conta con tecnoloxía punteira que fai que resulte máis sinxelo que os gardiáns poidan controlar as mulleres ao seu cargo.
Non só as mulleres. O servizo do que dispón o Ministerio de Interior desde 2010 permite os homes rexistrarse para recibir actualizacións sobre todas as persoas ao seu cargo, que figuran incluídas no seu documento nacional de identidade: fillos e fillas menores de 21 anos e esposas. Desde novembro deste ano o servizo inclúe un dispositivo electrónico que detecta desprazamentos ao exterior do país e que afecta de forma especial ás novas estudantes que se trasladan a diario a universidades de países veciños como Bahréin. Cada vez que unha destas mulleres, ou calquera mozo menor de 21 anos, cruza a fronteira envíase un sms automático das autoridades de inmigración ao seu titor ou gardián.
A doutora saudita Badria Albashir publicou o 19 de novembro no diario Alhayat un artigo no que se mostraba especialmente crítica do efecto que esta medida ten nas mulleres: Ti descansa, que xa controlamos a túa muller por ti. As redes sociais enchéronse de comentarios respecto diso, moitos deles en ton de burla. “Se necesito un sms para decatarme de que a miña muller marcha do país, ou estou casado coa muller equivocada ou necesito un psiquiatra”, chanceaba un usuario en Twitter.
 “Este tipo de medidas lembran os cintos de castidade que datan de hai 300 anos”, explícalle a activista saudita Manal Alsharif a Eldiario. “Cada vez estamos máis asfixiadas e con menos marxe de movemento”. Non é a única que establece o paralelismo entre o sistema electrónico de control dos movementos das mulleres co cinto de castidade.
Segundo o xornalista saudita Ahmed AlOmran, o problema non é o servizo electrónico de envío automático de mensaxes, que en realidade lles aforra ás mulleres e menores que queiran viaxar trámites molestos que requirían até agora dunha autorización previa do seu gardián. “O problema é que o Goberno está a reforzar leis que impoñen a tutela dos homes, na que moito de nós non cremos. O Ministerio de Interior debería ofrecer unha casa na que marcar. As miñas parentes femininas non necesitan o meu permiso para viaxar, pero por desgraza ese día aínda non chegou”.
Supoña ou non esta medida un aumento do control sobre as mulleres, o certo é que contribuíu a avivar un debate que ás autoridades sauditas lles resulta cada vez máis difícil eludir. Atrapada entre a presión nacional e internacional e os sectores máis conservadores do país, a monarquía saudita combina tímidos pasos que apuntan a unha apertura en cuestión de igualdade co reforzo da tutela masculina que establece o Dereito de Familia. O aumento da presión sobre este reino que anula o 50 por cento da súa poboación condicionará en gran medida que cristalicen os avances que as sauditas levan anos demandando.

¿Trabajar, estudiar, cantar? Si eres trans, tírate por el balcón


“A la gente como tú deberían arrojarla por el balcón cuando nace” (Laila, de 26 años de edad, recordando las palabras de un compañero durante su época escolar) 
Carlos Sanguino - Responsable del trabajo sobre diversidad afectivo-sexual en Amnistía Internacional España 27/11/2012 - 06:00h- Eldiario.es
Manifestación contra o Día do Orgullo Gay en Riga (Letonia)
Laila es transexual y cuando estaba en el colegio un compañero le solía decir que era rara, que no merecía vivir, que deberían tirarla por el balcón. En una ocasión le pegaron hasta que perdió el conocimiento. Sus padres le dijeron que tal vez era culpa suya, por provocar. La machacaron tanto que intentó suicidarse, aunque felizmente no lo consiguió. No denunció.¿Para qué? La policía no le iba a hacer caso.

Laila es una de esas personas valientes gracias a las que Amnistía Internacional puede documentar las violaciones de derechos humanos que transexuales sufren en su país, Bulgaria.

A nuestra Europa le queda un largo camino por recorrer para combatir la violencia contra este colectivo. El Observatorio sobre Transexualidad ( TMM por sus siglas en inglés) cifra en al menos 64 el número de personas transexuales asesinadas en los últimos cuatro años en 11 países europeos. Nuestros gobiernos son responsables de esto. Por no prevenirlo y porque los crímenes en ocasiones no se investigan bien. Aquí no valen las excusas.

Hay personas en Europa y todo el planeta discriminadas y asesinadas por ser transexuales. Desde 2008, han muerto más de 1.000 en todo el mundo. Cifras escalofriantes, pero podría haber muchas más. No hay registros de estos crímenes en todos los países. Así que este número es sólo la punta del iceberg.
¿Cantar en un grupo musical? No, si te llamas Angel y vives en Croacia. Le estamparon una botella en la cabeza por ser trans. Fue a la policía a denunciarlo y le dijeron fue “cuando vas así vestida, estas cosas pasan”. Estas cosas pasan. Claro.

No solo hay asesinatos. En la mayoría de los países europeos las personas transexuales no pueden obtener reconocimiento legal de su género a menos que cumplan ciertos requisitos que incluyen diagnóstico psiquiátrico, esterilización o tratamiento quirúrgico. Esas prácticas son discriminatorias.

¿Trabajar? No tan rápido. Anna es trans y trabajadora sexual en Turquía. Le gustaría dedicarse a otra cosa, pero le miran raro y no le ofrecen nada. Da mala imagen, dicen. En 2011 un supuesto cliente la violó y luego la amenazó por teléfono. “Ahora eres mía: no te dejaré en paz nunca”.

Si eres como Laila, Angel o Anna eres una enferma mental. O eso dice aún hoy la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría, que consideran la transexualidad una enfermedad. En Amnistía Internacional creemos, como muchas otras organizaciones, que esa clasificación estigmatiza y vulnera los derechos humanos de las personas transexuales. Proponemos que se elimine. Y, además, que estas personas tengan acceso a servicios de salud inmediatamente.  

Trabajar, estudiar y cantar sin miedo a que te peguen o te maten. Algunos tenemos mucha suerte, ¿no es así?